La lucha por los sin voz en Misiones: Viviana González y su compromiso con el bienestar animal
En el difícil mundo de la protección animal, se erigen figuras que, en medio de adversidades y falta de recursos, luchan incansablemente por aquellos que no pueden alzar su voz en Puerto Piray, provincia de Misiones.
Una de esas figuras es la profesora de Educación Física, Viviana González, quien además de dedicarse a la docencia, es una rescatista de vocación, cuya pasión por los animales comenzó desde su niñez y sigue viva hasta hoy. En una conversación sincera con NOVA, contó sobre su trayectoria, los desafíos enfrentados y la esperanza que aún alberga, a pesar de todo.
"Mi nombre es Viviana González, soy proteccionista desde niña. Siempre ayudé sola o en compañía de mis referentes, a quienes voy a nombrar porque son un ejemplo a seguir: la señora Aurora y Jovita, quienes hicieron y siguen haciendo mucho por los animales", comienza Viviana, destacando el papel fundamental de estas dos mujeres en su vida y en su labor.
El camino de Viviana no ha estado exento de dificultades. Desde los primeros intentos por organizarse formalmente hasta los múltiples desencuentros que marcaron su recorrido, su experiencia refleja el desafío que representa ser proteccionista en un entorno donde los intereses políticos y personales pueden opacar la causa común.
El primer intento de organización con el fin de abordar la problemática, arrancó en 2019, cuando un grupo de vecinos pidieron una reunión con el Ejecutivo. Sin embargo, no obtuvieron respuestas y la iniciativa no prosperó, de igual forma “ayudábamos a los animales con dinero de nuestros bolsillos", relató Viviana, evidenciando la falta de apoyo institucional que caracteriza gran parte de su labor. Sin embargo, las diferencias internas y los intereses ajenos al bienestar animal comenzaron a desintegrar aquel primer intento.
No obstante, la convicción de Viviana y de algunos pocos más prevaleció, y en 2020, en plena pandemia, surgió la agrupación "La Voz de las Mascotas", de la cual ella es integrante. "A diferencia del otro grupo, logramos hacer una lista y presentamos en el Concejo Deliberante para que se nos reconociera como agrupación, con el objetivo de poder presentar proyectos de ordenanzas", explica.
El contexto de la pandemia de Covid-19 fue particularmente duro para los animales abandonados, y también para quienes intentaban rescatarlos. "Como todos saben, se hizo muy difícil nuestras vidas, e imagínense los animales que no entendían lo que estaba pasando. Cada vez más se acrecentaba en las calles la cantidad de animales famélicos", comenta, evocando el sufrimiento de aquellos seres que, sin comprender el motivo, quedaban relegados al olvido.
A pesar de la adversidad, el grupo se mantuvo firme, fijando objetivos claros. "A pesar de la difícil situación por la que estábamos atravesando, hacíamos reuniones donde fuimos fijándonos objetivos, como por ejemplo trabajar para alimentar a los animales. Pero el principal fue ayudar a los animales enfermos, chocados, maltratados o con infecciones graves", describe.
La voluntad de ayudar a estos animales fue tan grande que incluso ellos mismos se encargaban de curar heridas y tratar enfermedades cuando no alcanzaba el dinero para atención veterinaria.
Pero el desgaste fue inevitable. "El dinero nunca alcanzaba, había mucha demanda para cada vez menos personas comprometidas con la causa. Tal es así que fueron renunciando y dejando el grupo", lamenta Viviana, refiriéndose a las personas que, por cansancio o frustración, se alejaron del proyecto.
Sin embargo, nuevos apoyos llegaron, jóvenes dispuestos a colaborar con proyectos esenciales como el de castración masiva y gratuita. "Se sumaron personas jóvenes, alumnas y exalumnas, con las cuales se trabajó en el proyecto de la castración masiva y gratuita", destaca Viviana con gratitud.
El proyecto de castración fue uno de los logros más importantes de "La Voz de las Mascotas". Gracias a la colaboración de una veterinaria con gran vocación, comenzaron a realizarse jornadas de castración gratuitas para animales callejeros.
No obstante, el camino siguió estando lleno de obstáculos: "Debo reconocer que la concientización sobre el cuidado responsable en nuestro pueblo es casi nula", subraya Viviana, evidenciando uno de los principales problemas que enfrenta la causa animalista en su localidad.
A pesar de la aprobación de dos importantes resoluciones (la 13/21 y la 14/21, sobre castración masiva y gratuita y cuidado responsable), la falta de coordinación y compromiso por parte de las autoridades, causó que el proyecto no prosperara.
Tristemente, este es un patrón común en el interior de Misiones. Proteccionistas de diferentes localidades continuamente denuncian sobre el uso político de la causa en épocas de campañas electorales.
La falta de ejecución de las ordenanzas y el abandono de los proyectos acordados generaron en Viviana y sus compañeras una gran desilusión. "No se acatan las denuncias, no se cobran las multas, no se hizo el censo de animales, no se hacen más castraciones, y la gente maltrata y abandona a los animales todos los días. Nadie hace nada", denuncia con una mezcla de tristeza y enojo.
A pesar de todo, Viviana no se rinde. "Nosotros no nos rendimos y, a pesar de que cada vez somos menos, vamos a seguir luchando por nuestros objetivos y principalmente por que se cumplan las ordenanzas", asegura, dejando claro que su compromiso con los animales va más allá de cualquier obstáculo.
Para ella, la creación de un centro de salud animal es fundamental, pero debe estar a cargo de "personas idóneas y comprometidas". Este es un punto crucial para Viviana, quien ha sido testigo de cómo los intereses personales han desvirtuado muchas de las buenas intenciones en torno al bienestar animal.
Al cerrar la entrevista, Viviana no oculta sus emociones. "Sinceramente, tengo mucho dolor y bronca a la vez. Este es un pueblo declarado por resolución como 'no eutanásico', y ves cómo la gente mata o deja morir a su animal y nadie hace nada" concluye con pesar.
En un mundo donde los animales son a menudo los grandes olvidados, la voz de personas como Viviana González es un recordatorio de que aún queda mucho por hacer.
Mientras ella y sus compañeros sigan adelante, los sin voz tendrán quienes los defiendan, aunque las barreras parezcan insuperables. Y es que, como bien dice Viviana, "mientras Dios nos dé fuerzas y salud, no vamos a bajar los brazos".