La columnista invitada
Día Internacional del Orgullo LGBT

La diversidad como un valor

La licenciada Analía Lilian Pereyra destaca la importancia del respeto a las expresiones de género.

Por la licenciada Analía Lilian Pereyra (*)

El 28 de junio de 1969, en un pequeño bar de la ciudad de New York llamado Stonewallinn, la Policía irrumpió en el local intentando suspender el festejo del recuerdo de Judith Garland, actriz ícono de la comunidad que había fallecido hace pocos días. La comunidad decidió resistir en la voz de Marsha Pellonson, mujer trans, negra y pobre, y en este acto de resistencia nació el movimiento LGBTIQ+.

Un año después, se hizo la primera marcha del orgullo y luego se fueron sumando otras año tras año.

Bajo el lema “Nos educaron en la cultura de la vergüenza…por ello la respuesta es orgullo”, podemos hacer pequeños grandes cambios.

Si miramos las jugueterías, vemos que están divididas entre un sector de niños y uno de niñas, ofreciendo actividades de fuerza, intelecto o deportes para los niños y de atención o cuidado doméstico para las niñas. Así es como se ofrecen juegos de cocinas o kits de artículos de limpieza para las niñas y juegos de mecánica, química o pistas de carrera para los varones.

Es importante advertir estas distinciones en los juegos y ofrecer actividades sin roles predeterminados para evitar estereotipar a niñas y niños.

También es posible revisar los juegos infantiles y otras actividades para identificar roles y estereotipos convencionales asociados a los varones, las mujeres y las familias.

Es preciso que las niñas y los niños tengan todo tipo de aptitudes y capacidades y que descubran sus deseos y oficios sin importar las distinciones de género. De lo contrario, estaríamos promoviendo sin querer modelos estigmatizantes que resultan discriminatorios en la vida social. Y sobre todo, son los niños y niñas quienes pueden sentir incomodidad, vergüenza o disgusto.

Las canciones infantiles pueden transmitir fuertes estigmas de género. A modo de ejemplo, podemos mencionar "Arroz con leche" o "El auto de papá". En el primer caso, se detallan las cualidades que debe tener una señorita “aceptable para el casamiento" y menciona coser y bordar como dos de las tres habilidades esperadas. En el segundo caso, es una canción que supone que su familia posee un auto, propiedad del padre y, al estar escrita en primera persona, provoca que todos los niños y niñas que la canten asuman que tienen un papá. Por supuesto, el inconveniente no es que haya familias con un papá, la dificultad aparece cuando es la única opción que se plantea.

Estos mitos y prejuicios también involucran a la sexualidad. Tradicionalmente se esperaba que todas las personas sean heterosexuales, es decir, que los varones tengan atracción sexual y afectiva hacia las mujeres y viceversa. De esta forma, también se estableció una vigilancia temprana sobre la sexualidad infantil que apuntaba a identificar y "corregir" conductas no heterosexuales.

Los estereotipos de género son modelos socialmente establecidos sobre conductas esperadas para varones y para mujeres. En nuestra sociedad, los estereotipos tradicionales asocian a las mujeres al cuidado del hogar y a la crianza de los hijos, y a los varones al trabajo y el sustento familiar. Usualmente se identifica a las mujeres con actitudes de fragilidad y emotividad, y a los varones con la fuerza y las actividades físicas.

Bajo el influjo de la Ley de Educación Sexual Integral 26.150, las instituciones educativas fueron haciendo cambios, se volvieron más inclusivas y promotoras de la igualdad y la no discriminación.

Es de esperar que a medida que pase el tiempo surjan nuevas cuestiones a resolver y a mejorar en virtud de la promoción de los derechos de todas las familias.

Los festejos escolares por ejemplo, son un espejo de la propuesta educativa. Es por ello que la mayoría de las instituciones se propone repensar los festejos denominados como el "Día del Padre" y el “Día de la Madre", ya que estas fechas resultan excluyentes para los niños y niñas que no tienen esa conformación familiar. Es por ello que actualmente la propuesta es festejar el "Día de la Familia", una denominación inclusiva para todos los niños y las niñas.

Aún persisten expectativas de género o conductas esperadas para varones y mujeres que resultan discriminatorias.

Por ello es necesario reconocer que las conductas no definen la orientación sexual, y que todas las orientaciones sexuales y expresiones de género son igualmente valiosas.

Además, estas actitudes sólo generan en los niños y niñas sensaciones de angustia, baja autoestima e inseguridad que pueden ocasionar graves consecuencias en su futuro.

La escuela es uno de los ámbitos privilegiados para promover la diversidad como un valor y el respeto a las diferencias, entendiéndola como una fuente de riqueza y de crecimiento. La diversidad sexual, genérica, étnica, religiosa, política, cultural y social siempre estará presente en la vida de los niños y niñas. Aprender a respetarla y valorarla es una de las grandes enseñanzas que la escuela puede darles.

(*) Sexóloga clínica y educativa. (IG: @licenciadaanaliapereyra).

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