La columnista invitada
Mercado laboral

El teletrabajo internacional como nueva forma de fuga de cerebros y evasión impositiva

Marina Kabat, investigadora del CONICET y autora del libro “¿Qué es el teletrabajo?”.

Por Marina Kabat (*), especial para NOVA

El nuevo informe Deel sobre contrataciones internacionales muestra que el empleo internacional de teletrabajadores argentinos siguió en alza durante todo 2022. Este crecimiento es especialmente significativo porque muchos países sufrieron oleadas de despidos entre los trabajadores remotos. La Argentina, por ahora, sigue creciendo sobre la base de la migración de los contratos hacia los países con salarios más bajos. Sin embargo, la caída de un cinco por ciento en los salarios iniciales que se pagaron a los teletrabajadores locales marca una señal de alerta. El teletrabajo en dólares ha sido una válvula de escape a la crisis argentina pero, ¿por cuánto tiempo estará abierta? y ¿qué le deja al desarrollo del país esta forma de empleo?

Los nuevos datos de Deel, plataforma utilizada para contratar y pagar a trabajadores a nivel global, concuerdan con otros reportes internacionales. Por ejemplo, GitHub, plataforma líder usada por programadores de todo el mundo, en su más reciente informe destacó el crecimiento del número de programadores de la Argentina como uno de los más veloces del mundo. No es casual que los programadores constituyan uno de los sectores que más teletrabajan para compañías extranjeras cobrando en dólares o criptomonedas. Este fenómeno está asociado con el boom local de carreras de Ingeniería Informática y los cursos de programación en el país. Por ejemplo, en Ingeniería Informática de la UBA, los inscriptos crecieron un 135 por ciento en 6 años (2016 al 2022).

El desafío que se presenta es cómo emplear localmente esos recursos. La realidad actual es que el teletrabajo internacional transforma a las universidades argentinas en proveedoras de mano de obra calificada, pero relativamente barata, para empresas de otros países que no contribuyen en nada al desarrollo nacional. Aunque no pasen por Ezeiza, hay una fuga de cerebros formados en las universidades públicas. No necesitan migrar (es más, las compañías prefieren que no lo hagan, así su costo de vida no aumenta), pero trabajan impulsando el desarrollo norteamericano o de otros países centrales.

En Estados Unidos hay una caída absoluta del número de programadores contratados y son remplazados por trabajadores de países del tercer mundo. Latinoamérica en general, y Argentina en particular, absorben gran parte de ese empleo. A nivel internacional se considera que hay una abundancia de profesionales o personal calificado, con buena formación y buen manejo de inglés que puede contratarse por salarios más bajos que los internacionales. Si bien se contrata en dólares, se paga de acuerdo a la realidad local, como consecuencia la Argentina tiene uno de los salarios más bajos en América Latina. Toda la región, tiene una gran ventaja: comparte más o menos las mismas bandas horarias que Estados Unidos, lo que posibilita a los trabajadores asistir a zooms y otras reuniones sincrónicas. En esto América Latina aventaja a China y el Sudeste asiático.

En la pandemia y pospandemia emergieron nuevas formas de reclutamiento. Un nuevo software ha facilitado la selección de personal on line desde cualquier parte del mundo y amenaza con diezmar las oficinas de recursos humanos. También se experimenta con nuevas formas de contratación. En el mundo de la programación, muchas veces las empresas prefieren tener empleados y no freelancers para evitar disputa por la propiedad de patentes. Pero, contratar personal en otros países implica pagar impuestos locales y cumplir con la legislación laboral vigente en cada Estado. Un nuevo recurso legal, las compañías conocidas como “Employment of Record”, intentan salvar esto a través de una empresa que en los papeles figura como la que contrata el personal. Países como Alemania y Bélgica han legislado al respecto para evitar que estas compañías aprovechen a sus trabajadores sin pagar los impuestos correspondientes. Es hora de que en la Argentina empecemos a evaluar implementar una normativa semejante. Pero, más importante aún es discutir cómo emplear para el desarrollo nacional ese talento local que hoy se fuga.

Un ejemplo: hoy estamos perdiendo divisas porque Airbnb una de las aplicaciones más populares para reservar alojamientos ha dolarizado el turismo interno. El Ministerio de Turismo, en vez de gastar dinero demagógicamente en el Previaje, ¿no podría usar esos fondos para desarrollar una aplicación nacional que funcione en pesos y evite la salida de dólares? Pensar este tipo de propuestas no solo es importante para el desarrollo de la economía local, sino para garantizar el empleo a todos esos programadores cuyo trabajo puede estar amenazado en los próximos años. Por un lado, las grandes compañías siguen buscando formar programadores en los países de mano de obra más barata posible. La competencia internacional es muy volátil. Por otro lado, Chatgpt, GitHub copilot y otros mecanismos de automatización de las tareas de codificación pueden en un futuro cercano acabar con los puestos de trabajo que hoy funcionan como un pulmotor externo al debilitado mercado laboral argentino.

Por todos estos motivos, cualquier estrategia de desarrollo local debe contemplar una previsión sobre cómo emplear localmente estos trabajadores calificados.

(*) Investigadora del CONICET, autora de “¿Qué es el teletrabajo?”, Buenos Aires, Ediciones RyR, 2020.

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