La columnista invitada
Reflexiones

El inagotable poder de la música

Sofía Castro brinda una mirada muy profunda sobre la música.

Por Sofía Antonella Castro, especial para NOVA

Hola, soy estudiante de música popular pero no vengo a hablarte de teoría ni de Pitágoras ni de negras blancas o corcheas, porque la música es más que eso. Precisamente yo no elegí la música porque fuera algo lógico sino todo lo contrario; la elegí porque me hace perder la razón o encontrar razones para no perderme a mí misma. Por esto y muchas más razones, considero que los CDs deberían regresar, porque así es la música, un espiral que te puede volver y levantar del pozo más profundo o arrastrarte y girar en la más tenebrosa oscuridad en un bucle sin fin de pensamientos e ideas sedientas a su próxima realización a su próximo acorde melodía, nota o pentagrama. Pues así como los CDs no se cansan de girar, así giran las millones de posibilidades que nos puede dar el mundo de la música.

Tal vez por eso, la ruta que recorren los músicos llevando su arte hacia todos lados se llama gira, pues gracias a ello son escuchados en todo el mundo y así como se dijo que el mundo es redondo, así mismo el CD se complementa con él y es mi mundo.

Tal vez suene algo nostálgica, no es que sea muy grande, apenas tengo 20 años, pero todavía rondan en mi cabeza aquellas épocas en las que compraba películas a 15 pesos y podía mirarlas más de tres veces en el mismo día. Así fue como aprendí de memoria un guión a los 6 años, escuchando la película hasta rayarla. La mente humana es demasiado compleja como para analizarla en una nota periodística, pero una simple melodía, un par de palabras bien formuladas y plasmadas sobre unos acordes, son capaces de rehabilitar un corazón enfermo de tristeza, obsesión, depresión, desesperación y al borde de la locura y el abismo absoluto; o en el peor de los casos, puede ser ella misma la maldita que te ate la soga al cuello y te convenza de jalar el gatillo y escribir una carta llena de palabras carentes de amor propio y poco expectantes hacia el futuro.

No concibo la idea de morir sin música sí. Sí, dije morir, no me equivoqué, no quise decir vivir porque para mí la vida sin música es estar muerto, porque la música está en todos lados, si así lo quieres ver, porque si no te gusta este concepto podemos pensar que para tener música es necesario contar con un instrumento, lo cual no es así, y en ese caso podríamos poner impedimentos por encima de nuestra pasión, como que no tengo dinero, no puedo conseguirlo, no sé tocar un instrumento y vuelvo a repetir que la música es mucho más que eso, es mucho más que una bonita voz, una metáfora al estilo Ricardo Arjona o una cantidad de vistas superior a la sesión 53 de Bizarrap con Shakira. Y si no, preguntáselo a cualquier actor de doblaje, el cual necesita que su escena contenga música, pregúntaselo a cualquier bailarín que depende de los malditos ocho tiempos para realizar cada pirueta, al DJ que necesita aprender todos los días algo nuevo y saber cuáles son las tendencias y las mejores maneras de armar un buen enganchado, porque nadie tiene la fórmula del éxito.

La música elegirá a las personas cuyo motivo para merecerlo sea el gritar lo que llevan dentro, porque luego de lastimarte físicamente, tus heridas podrán cicatrizar, pero tal vez la herida más profunda continuará desangrándose hasta eliminar tu razón y mutilar tus ganas de vivir y por mi propia experiencia sé que es la única que puede silenciar las voces de mi cabeza cuando nadie más puede hacerlo. Ni millones de pastillas o psicólogos con títulos y posgrados, pues a ella no tengo por qué mentirle ni ocultarle la realidad, ella me quiere, a pesar de todo me acepta sin importar la forma de mi cuerpo, mi peso, mis ideas, mis errores y aciertos; no distingue condiciones sociales, ideologías, ni nada por el estilo; me acepta aún sabiendo lo que puede generar.

Algunas personas a veces piensan que mi aíslo y que esto me hace daño, pero en realidad solo me pierdo para intentar recuperarme, reencontrarme y resurgir de las mismas cenizas que la música provocó, pues ella es mi fianza, mi abogada y mi condena, pero nunca me juzgará.

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