Editorial
Humildes reflexiones de un peronista enojado

El Movimiento Nacional Justicialista y la descomposición de los partidos políticos

Mario Casalongue.

Por Mario Casalongue, militante peronista.

Lo primero que aprendí de mi viejo, Glido Casalongue, debajo de un árbol tomando mate en la sombra de un eucalipto en el Barrio Ramos de mi querida ciudad de Rojas, es que cuando una persona tiene hambre, hay que darle un pescado, y que cuando vuelve con hambre, alcanzále la caña de pescar.

En ese momento de purrete, no sabía que mi querido padre estaba ejerciendo peronismo conmigo. No había leído doctrina. No sabía de qué se trataba. Tenía dos o tres años. Pero sus palabras me quedaron grabadas para siempre.

Glido Casalongue, gran asador, contador de cuentos, amigo de todos era feliz con una radio a transistores en el patio de una casa precaria alquilada, con piso de tierra, escuchando los domingos a San Lorenzo, tomando un tinto, fumando un pucho, y disfrutando de su pobreza junto su mujer y sus dos hijos, pero esa es otra historia. Eso sí, cabe aclarar: peronista desde que nació hasta su muerte.

Amanecí pensando lo triste que debe sentirse allá en el cielo junto a Perón y Evita al ver sus ideas bastardeadas por energúmenos que hacen negocios con la pobreza, que le mienten a la gente en nombre del justicialismo y que llegaron en bicicleta y andan en 4x4. Pobre Glido. Pobre mi viejito lindo.

Hoy el peronismo es una burla caricaturesca de aquel Movimiento creado por el General Juan Domingo Perón, el más grande presidente que tuvo Argentina y América Latina, que peleó hasta el final para que el pobre deje de ser pobre, no para acostumbrarlo a la pobreza, como ésta bosta kirchnerista, que nos gobierna de forma intermitente hace más de 20 años y ni la Marcha saben cantar.

Amanecí un martes lluvioso leyendo doctrina, más precisamente Conducción Política, donde el General por entonces decía lo siguiente: “nosotros hemos asistido a la descomposición política argentina durante los últimos 50 años. Y observen ustedes que todos los partidos han cambiado de rótulo, no solo han cambiado de caudillos, de causas, sino que han cambiado también de rótulo”.

Para agregar que “algunos para mejorar en el nombre, y otros porque no estaban de acuerdo con el que inicialmente ellos fundaron, crearon y propugnaron. Así, han tenido distintos calificativos: lo que primero fue Unión Nacional fue después Partido Cívico, luego Unión Cívica Radical, más tarde Radical Personalista, o Antipersonalista. Esto evidencia un partido sin arraigo”.

Lo decía en referencia al centenario partido creado por Leandro N. Alem, que de ser un defensor de las clases populares y la educación gratuita con don Hipólito Yrigoyen hoy es socio minoritario de los gorilas Mauricio Macri y Horacio Rodríguez Larreta, que miran a los pobres con asco, y si pudieran privatizarían hasta a los pupitres de las escuelas públicas.

Dan pena, y vergüenza, tanto como nosotros, los peronistas, cuyos dirigentes literalmente se cagaron en la justicia social, la independencia económica, la soberanía política, y e ignoran las 20 verdades justicialistas.

Como si eso fuera poco, transformaron las unidades básicas, que fueron pensadas por el General como centros de adoctrinamiento, en lugares de reparto de mercadería, donde quieren resolver el hambre que ellos generaron con una caja de polenta de dudosa calidad. Lamentable.

Hay que decirlo. El kirchnnerismo mató al peronismo y a los partidos políticos. Hoy hay cristinistas, albertistas, massistas, larretistas, macristas, bulrrichistas, mileicistas y sabe Dios cuántas payasadas más. Todos sellos inventados para robarles a los pobres para hacerse ricos. Como Robin Hood, pero al revés.

Hoy no hay peronismo. Ahora somos el coqueto Frente de Todos, donde conviven abortistas satánicos y pedófilos, socialdemócratas (el inútil que nos gobierna), nostálgicos de los montoneros asesinos (la faraona egipcia), liberales vergonzantes (Massa, Boudou), ex comunistas, socialistas, “progresistas” y otras yerbas.

Pero andá a encontrar un peronista en todo ese rejunte. Olvidate.

Es probable que en las elecciones de este año salgamos terceros. Si figuramos debajo de Milei, que es lo que presiento, los peronistas, (los verdaderos, no éstos cachivaches que están en la Casa Rosada y se afanaron todo, hasta la esperanza de los argentinos), deberemos dar un fuerte debate ideológico en Congresos Abiertos donde opine toda la militancia.

Nada de monólogos de La Cámpora, manejada por un falopero, adicto a la play station que jamás trabajó ni tocó un libro en su perra vida.

Los peronistas tendremos que reflexionar acerca de qué ambicionamos para nuestro futuro. Si queremos ser furgón de cola de algún partido vecinal, como los radicales con el PRO, o aquel Movimiento transformador que supieron crear los compañeros Juan Domingo Perón y Eva Duarte de Perón.

Si no es con los dirigentes a la cabeza, será con la cabeza de los dirigentes, como dijo el General.

Volveremos.

No importa cuándo ni cómo.

Pero el pueblo argentino se merece ser feliz.

Y solo el peronismo le puede arrancar una sonrisa a los que menos tienen.

Un abrazo para todos y que Dios los bendiga.

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