


Mohammed Ali Seineldín nació en Concepción del Uruguay el 12 de noviembre de 1933, localidad en la que su familia se había radicado tras emigrar del Líbano en 1920. Su familia era drusa, pero de joven se convirtió al catolicismo, comportándose como un devoto creyente.
En 1957 egresó del Colegio Militar de la Nación como Subteniente de Infantería. En las décadas de 1960 y 1970 se especializó como Comando, y en 1968 fue designado Jefe de Paracaidistas.
En 1975 recibió su nombramiento como Jefe de Cursos de Fuerzas de Operaciones Especiales. Poco después fue destinado al Operativo Independencia en Tucumán, a las órdenes del general Antonio Domingo Bussi. Sin embargo, fue de los pocos que no han sido denunciados por la comisión de delitos de lesa humanidad. Más aún, en 1975 formó parte de un grupo de oficiales que se oponían al derrocamiento del gobierno constitucional de la presidenta María Estela Martínez de Perón.
En 1981 fue designado Jefe del Regimiento de Infantería Mecanizada 25 de Colonia Sarmiento, ubicado en la Provincia de Chubut. En ese cargo y con ese regimiento combatió en la Guerra de Malvinas, al año siguiente. Con sus comandos participaron de la Operación Virgen del Rosario, cuya denominación propuso el propio Seineldín, que recuperó las Islas Malvinas el 2 de abril de 1982. El 1 de mayo de 1982, Seineldín tuvo a su cargo la heroica defensa de la estratégica pista de aterrizaje, que consiguió mantener operable hasta el final de la guerra.
Seineldín se consagró como héroe de Malvinas y mantuvo hasta su muerte el reconocimiento de los combatientes. Hay en este desempeñó un hecho curioso que se mantuvo en secreto durante décadas: la orden de enterrar la bandera y los sables que le pertenecían a él y a sus subordinados.
Tesoros ocultos
Entre el 15 y el 16 de junio, en medio del desconsuelo que trajo la rendición, Seineldín y sus colaboradores escondieron su tesoro más valioso. El entonces coronel ordenó a un capitán de logística recolectar los sables de los oficiales de su unidad y llevarlos al aeropuerto. Inmediatamente ordenó la formación de la tropa para arriar la bandera del Regimiento, y le encargó a otro oficial recortarle el sol.
Este hecho tuvo lugar ochenta días después de ese 26 de marzo en el que Seineldín le informó a sus oficiales que deberían preparar inmediatamente al Regimiento 25 para ir a la guerra. Allí mismo se creó la Compañía C. El Jefe sería el Teniente Primero Carlos Esteban, acompañado de tres Jefes de Sección: el teniente Roberto Estevez y los subtenientes Roberto Reyes y Juan José Gómez Centurión.
En tono solemne, se les ordenó trasladarse con sus sables, porque entrarían en batalla, ante el callado desacuerdo de los demás, ya que tenían en claro que no sería un arma a utilizar. “Llevar el sable a Malvinas era un chino absoluto. Cuando llegamos todos los pusimos en un lugar y no reparamos en ellos hasta el 14 de junio", recordó un testigo.
El 25 fue tratado como un "regimiento de infantería especial". Seineldín decidió rodearlo de una mística propia habida cuenta de la importancia de su misión. Se ocupaba de la formación y el entrenamiento de cada uno de sus hombres, e hizo un especial hincapié en crear una cuidada simbología inspirándose en los oficiales japoneses que combatieron en la Segunda Guerra Mundial, que portaban sus espadas samurái.
Los sables constaban estaban decorados con un puño que simboliza la verdad y en el pomo estaba grabado el escudo nacional. El guardamanos era curvo, de origen morisco, que fue elegido por el General San Martín por representar el equilibrio, la justicia y la paz. También estaba presente la efigie de Cuzco, para conmemorar el punto máximo de avance del Ejército de los Andes. En el nacimiento de la hoja aparece Marte, el dios de la guerra, y en su reverso, la libertad. En la hoja estaba grabada la frase “sean eternos los laureles.
¿Qué mensaje quería transmitir Seineldín? “Siempre que desenvaines tu sable, empuñando la Verdad y teniendo al Escudo Nacional como divisa, en defensa de nuestra Libertad, aunque te empeñes en la Guerra, las más caras y gloriosas tradiciones nacionales te protegerán la mano. Tuya será la victoria y eternos serán los laureles pero piensa que atado a tu muñeca llevas un juramento prendido que te recuerda: ¡Más vale morir ahorcado, que traicionar a la Patria!”.
Uno de sus subordinados recuerda que “Seineldín fue un soldado que formó soldados”, aludiendo a que los preparó para tomar decisiones por su cuenta habida cuenta de que estarían solos en el frente de batalla.
“Poseía un sentido espiritual muy profundo, que daba fuerza en el combate. Transmitía grandes valores en pequeños gestos", recuerda.
El Regimiento 25 fue el único que llevó trompeta, para convocar a la carga en el campo de batalla. Este cuerpo jugó un papel muy importante en la llamada inicialmente “Operación Azul”, que fue denominada “Rosario” durante el traslado marítimo. Una vez conseguida la recuperación de las islas, la infantería marina debía replegarse y el 25 debería permanecer como el único guardián de las islas, con Seineldín como jefe.
La mayor parte del Regimiento 2 tuvo como destino Puerto Argentino, que se consideraba como un punto de desembarco probable de los ingleses, aunque finalmente nunca hubo combates allí.
Si bien el coronel Seineldín estaba preparado para entrar en combate desde antes de su partida, no llegó a disparar un solo tiro. La pista del aeropuerto de Puerto Argentino que tenía como misión proteger fue bombardeada reiteradamente, pero la capital de las islas no fue elegida como punto de desembarco.
Uno de sus hombres recuerda que “Eso lo vivió con una entereza enorme. Estuvo en el pozo hasta el último día. Se comió todas las bombas durante toda la guerra. Fue muy frustrante. Y nuestras secciones entraron en combate en forma muy desproporcionada en lugares muy aislados unos de otros. Pero eso es la guerra”.
Los escenarios de combate de la compañía C fueron San Carlos y Darwin
La decisión de iniciar el ataque fue tan sorpresiva que, al llegar a Malvinas, los soldados conscriptos clase 63 del Regimiento 25 no habían jurado aún la bandera ni habían recibido instrucción adecuada. De todos modos, su actuación fue muy destacada, ya que fue la única unidad de Ejército que participó del desembarco y además luchó contra los ingleses en San Carlos, cuando los invasores establecieron la cabeza de playa, y realizaron el contraataque a Darwin.
En total el Regimiento 25 tuvo 12 bajas: 7 soldados, 4 suboficiales y 1 oficial, y 35 de sus miembros recibieron medallas. Entre ellas 7 Cruces de la Nación Argentina al Heroico Valor en Combate, la más alta condecoración. De ellas dos correspondieron al Teniente Roberto Estévez (post mortem) y al Subteniente Gómez Centurión.
Al confirmarse la rendición, la bandera con el sol recortado y la moharra del mástil fueron enterrados con los sables de los oficiales. Esa bandera había sido obsequiada en 1947 por el presidente Juan Domingo Perón cuando la unidad se denominaba Agrupación Motorizada Patagonia. El lugar de su entierro es un secreto celosamente guardado por los combatientes del Regimiento 25.
Cuando se produjo el entierro de esos preciados bienes, en el marco de una ceremonia muy restringida a unos pocos oficiales, Seineldín les hizo juramentar que sus hijos o sus nietos serían los encargados de regresar a las islas para desenterrarlo y completar su recuperación.
Sólo algunos de esos sables fueron enterrados. Otros fueron dinamitados junto con las posiciones que ocupaban las tropas argentinas, y también se inutilizó todo el armamento posible.
“No íbamos a permitir que los sables los entreguen o los tiren", recordó un oficial. “Yo enterré el mío junto con mi pistola y otros efectos personales, soñando que algún día nos podía ser útil porque las íbamos a volver a buscar”.
Sólo algunos sables cayeron en manos inglesas, y son exhibidos en museos militares británicos, como trofeos de guerra.
El sol recortado de la bandera del regimiento puede ser visitado en un cuadro en el museo del Regimiento 25 en Colonia Sarmiento (Chubut).
Seineldin en la interna de la guerra
Disconforme con el mediocre desempeño del gobernador Militar designado por la Dictadura Cívico-Militar para las Islas, el general Mario Benjamín Menéndez, un grupo de oficiales le propuso a Seineldín su destitución, para modificar el curso de las acciones y comandar un contraataque contra los británicos. Menéndez era, además, la máxima autoridad en el teatro de operaciones.
Si bien Seineldín reconoció la veracidad de esta propuesta, se negó a dar los nombres de quienes la formularon. Sin embargo, en su libro “Malvinas, un sentimiento”, da pistas que permiten reconocer a Aldo Rico como uno de los dos oficiales de la Compañía 601 que lo visitaron el 14 de junio de 1982. Uno de los oficiales de esa compañía era justamente Rico.
En su libro Seineldín puntualiza que fue el organizador y el primer jefe de esa compañía mucho tiempo antes de la guerra, y recuerda que toda la tropa argentina sufría inmensas presiones por el avance de los británicos. Y, a continuación, reproduce el diálogo con los visitantes.
“Mi teniente coronel Seineldín, venimos de parte de un grupo de oficiales para transmitirle un mensaje. La guerra prácticamente está perdida. La única solución posible para evitar la derrota es que usted dé un golpe de mano al comando militar, destituye a los actuales comandantes y se haga cargo de la conducción de las operaciones", contó en una charla.
"Es una idea descabellada (respondió Seineldín). Tenemos a los ingleses a apenas 5 kilómetros de nuestras posiciones. Nos encontramos aplastados por sus fuegos y estamos bloqueados (por mar y aire), con nuestras fuerzas desgastadas y escasez de munición... Les recomiendo interponer la sensatez, el criterio y el sentido común. ¡Háganme el favor de retirarse!".
Varios oficiales próximos a ambos aseguran que allí nació el cuestionamiento de las capacidades morales y profesionales de Rico por parte de Seineldín, que irían pronunciándose con el paso del tiempo.
Cumplida su misión a pesar de la derrota, Seineldín continuó con una vida profesional y política que se convertiría en un verdadero calvario hasta el momento de su muerte, el 2 de septiembre de 2009.
Sin haber disparado un solo tiro, el Coronel Seineldín fue un héroe de la Guerra de Malvinas. En 1984 fue condecorado por el Congreso Nacional (Ley 23 118) junto con otros veteranos de guerra.
Para quienes lucharon a su mando nunca dejó de ser su comandante.