Economía y Empresas
Caos

La industria se desvanece: la utilización de capacidad instalada cayó un 11 por ciento

La dinámica de la industria manufacturera recayó cada mes. (Dibujo: NOVA)

La producción industrial sigue marcando precedentes de recesión, una tendencia que parece ya completamente inexorable en vista a 2023. El INdEC anunció que el uso de capacidad instalada de la actividad industrial manufacturera alcanzó solamente el 62 por ciento en enero de 2023.

La industria automotriz fue el sector más golpeado por la recesión y las restricciones a importar, y solamente pudo operar en el 31 por ciento de su capacidad durante el mes de enero. Operó con la más baja utilización de capacidad desde enero del año pasado.

Por su parte, la producción textil alcanzó escasamente el 41 por ciento de su capacidad ociosa, la industria metalmecánica el 45,3, la producción de caucho y plástico hasta 52,2, la industria tabacalera un 55,7 y la producción de alimentos llegó al 60,4.

El oficialismo se jacta de su visión “industrialista” como pilar del modelo económico, pero lo cierto es que no existe la tan publicada reactivación. Se acumuló una brutal caída de 11 puntos porcentuales en el uso de capacidad instalada desde agosto de 2022, momento en el cual asumió José de Mendirugen como secretario de Industria y Desarrollo productivo.

El secretario de Producción resaltó la comparación interanual del uso de capacidad industrial entre el 57,5 por ciento de enero de 2022 y el 62 del mismo mes en 2023, pero esta comparación resulta irrisoria porque no considera la recesión productiva que sufre el país desde la segunda mitad del año pasado.

Las cláusulas proteccionistas fueron completamente inútiles a la hora de reactivar la producción industrial, así como aumentar la intensidad en la explotación de factores. La sangría de divisas generada por el cepo cambiario requirió (tanto a las autoridades de aduana como al propio BCRA) aplicar severas limitaciones cuantitativas a las importaciones.

El Gobierno kirchnerista desplegó una batería completa de medidas aislacionistas y autárquicas para el comercio exterior, entre ellas los impuestos internos diferenciales para importaciones, la generalización de las licencias no automáticas (LNA) y el aumento de los aranceles aplicados a la tecnología (principalmente computadoras y tablets).

Además, la aplicación de fuertes gravámenes a las exportaciones también condiciona el volumen importador. No es posible importar sin también exportar, existe una relación muy pronunciada entre ambas métricas.

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