
Por Sandra Martin Lachaise (*), especial para NOVA
La Organización Mundial de la Salud define la Ruta Crítica como el proceso que se construye a partir de las decisiones y acciones que ejercen las mujeres, como así también las respuestas encontradas en su búsqueda de soluciones cuando deciden romper el silencio ante una situación de violencia de género.
La mayoría de las veces, la decisión a dar ese primer paso lleva un tiempo; no es un paso sencillo. La ausencia de ingresos económicos, los hijos pequeños, la falta de alimentos, el miedo, el hecho de no contar con información, son obstáculos que dificultan la salida de este tipo de vínculos. Sumada a estas dificultades, se adhiere la no visibilización de la violencia; ya que cuando se trata de agresiones físicas, muchas veces son llevadas a denunciar por alguien que las socorre, pero cuando la violencia es psicológica, patrimonial, sexual, solo la víctima es quien la percibe estando muchas veces naturalizada.
Ahora bien, al momento en que la mujer víctima decide romper el silencio, es importante acompañarla empáticamente, a fin de ayudarla a fortalecer su mundo interno, que se encuentra dañado.
Es tarea de todos tejer redes comunitarias y familiares para acompañar en estos casos de extrema vulnerabilidad.
La importancia de estas redes reside en prevenir que estos hechos se vuelvan a suscitar. Muchas veces la víctima, por no contar con lazos sociales, regresa con la misma persona que la agredió, repitiéndose el funcionamiento cíclicamente, y culminando en casos extremos con riesgo de vida.
Es tarea de todas y todos ayudar.
(*) Psicóloga.