NOVA Moda
Vaquera y Weinsanto

París se suma a la moda transgresora: pasamontañas, lencería y volúmenes

Las marcas Vaquera y Weinsanto integran la nueva generación de diseñadores que muestra sus colecciones en la pasarela francesa.

Vaquera y Weinsanto fueron las marcas responsables de abrir este lunes la Semana de la Moda de París, que comenzó fuerte con una pasarela muy transgresora cargada de cueros, accesorios eróticos y volúmenes gigantescos.

La firma del francés Victor Weinsanto apostó por exageradas proporciones, tan desmesuradas que las modelos debían entrar de lado para atravesar la puerta y poder desfilar.

Weinsanto, que dio sus primeros pasos junto a Jean-Paul Gaultier y el año pasado consiguió atraer muchísimas nuevas miradas gracias a la aparición de uno de sus vestidos en la serie Emily in Paris, recuperó los códigos de los años 90 transformando edredones en chaquetas, vestidos y colas de traje.

Una chaqueta de terciopelo de una envergadura de casi dos metros de ancho fue la protagonista del desfile, que tuvo lugar en unos salones abandonados del barrio parisino Le Marais.

Los cuadros acolchados del edredón se transformaron en hombreras o en faldas, por encima de prendas en denim muy ajustadas, como vestidos con corsé y otros con bodys estampados multicolor.

“Me encanta lo que hace. Tengo la impresión de ver en él la energía que yo mismo tenía cuando comencé, y ahora ha adquirido una madurez... siempre ha sido muy generoso, como con esa chaqueta con la que podemos entrar varios dentro si vamos a una discoteca, así se paga una única entrada“, ironizó Gaultier, presente entre los invitados.

En Weinsanto, los pantalones se llevaron muy anchos, tipo cargo, combinados con botas de puntera, tacón fino y altísimas, o con gabardinas amplias.

También se salió de la norma la colección de Vaquera, la firma neoyorquina que tras varias temporadas se va asentando en París con su estética entre “grunge” y destructora.

La pasarela abrió con amplios pantalones combinados con unos minúsculos tops tipo sujetador, antes de dar paso a piezas de lana calada, como mallas, que envolvían hasta la cabeza de las modelos.

Bolsas de plástico a modo de vestidos, arneses de piel y argollas metálicas sobre un top básico y lencería superpuesta a faldas y pantalones, fueron algunas de las arriesgadas prendas que se vieron en la línea, cargada de referencias al sadomasoquismo.

Tan solo el rosa pastel y el verde oliva colorearon una colección eminentemente negra, con camisas de franela de cuadro convertidas en vestidos, pantalones vaqueros completamente rajados y, para desequilibrar el estilismo rockero, unas bailarinas con tacón bajo en los pies.

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