Editorial
Mesa política del Frente de Nadie

¡Vengan pa'cá, bobos!

Alberto Fernández desafía a sus correligionarios. (Dibujo: NOVA)

Arrancó la candente cuenta regresiva electoral. Este domingo, los medios de todo el país amanecieron con otra novedad vinculada a la interna feroz que atraviesa un Frente de Todos despedazado, espacio que se ha convertido en una bolsa de gatos de la que nadie saldrá ileso a nivel político.

El presidente que jamás hizo honor a tal título, Alberto Fernández, fingió intenciones de unidad al convocar a una mesa política mediante una carta que posteó en Twitter, en un intento de demostrar que sí tiene la lapicera.

“Como presidente del PJ, el partido más importante de nuestra coalición de Gobierno, he decidido convocar en los próximos días a la conformación de una mesa que diseñe las reglas electorales del Frente y la estrategia a seguir con miras a las distintas elecciones de este año”, informa el fragmento inicial del texto.

Y agrega, en otro segmento: “Nuestros gobernadores y gobernadoras y nuestros intendentes e intendentas deberán definir el núcleo dirigencial que represente a la fuerza territorial del Frente de Todos”.

“Es mi intención que los referentes que confluimos con miradas diversas en el peronismo, junto a referentes del Frente Renovador y de otras fuerzas políticas que participan del espacio, establezcamos las reglas de competencia que sostengan la unidad que nos lleve a la victoria”, añade en la carta.

El comunicado, muy oportuno por cierto, se dio a conocer luego de que 15 provincias notificaran que separarán las elecciones provinciales de la puja nacional.

Jugando a una “tormenta de ideas” destinada a endulzar los oídos de sus adversarios internos, AF utilizó palabras clave en la convocatoria, como “país inclusivo”, “federalismo”, “recuperar la Justicia”, bla bla, en una línea discursiva a pura sarasa.

Mientras realiza un ficticio llamado a la unidad, la disputa de poder por el mando de cara a la próxima gestión nacional se sigue desarrollando en las sombras, aunque las tensiones no dejan de reflejarse hacia afuera, generando un clima de creciente incertidumbre a nivel económico.

Mientras el jefe de Estado le pone un tono electoral a sus palabras, su archirrival y extutora, Cristina Fernández de Kirchner, se exprime el cerebro craneando -tras su retirada-, alguna jugada política que asegure el triunfo del peronismo en las urnas. Aunque especulando con poner trabas a la renovación de la imagen de su secuaz, quien no se resigna a abandonar el poder. El objetivo, obviamente, es perpetuarse en el Gobierno expulsando del sillón a un tozudo Alberto Fernández.

En medio de este embrollo, Economía sigue haciendo malabares para intentar contener los aumentos de precios, a través de programas estériles como Precios Justos, a los que la inflación se les mata de risa. ¿Por qué? Porque no hay una sola medida de fondo destinada a erradicarla.

En este escenario, las malas perspectivas económicas es lo único que continúa firme: especialistas del BCRA ya pronosticaron un año con un índice de aumento de precios del 97 por ciento, y un mes de enero que redondeará entre un 5 y un 6 por ciento.

Por lo pronto, el oficialismo sigue fracturado y sin precandidatos de peso a la vista, de cara a un 24 de junio de cierre de listas electorales.

Sin embargo, el mandatario nacional insiste en volver al pasado, en lugar de implementar medidas que sanen a una Nación que él mismo llevó a terapia intensiva: “No queremos que la Argentina vuelva a un pasado de persecución de opositores, de endeudamiento, de fuga de sus capitales, de caída de los salarios y de desindustrialización como el que padecimos durante el Gobierno de Juntos por el Cambio”.

Pues entonces, ¿qué proponen? ¿Cuál es la carnada con la cual este barco de pescadores sin rumbo pretende atraer al cardumen de votantes que huye de los olores fétidos que despide el agua estancada de su pésima trayectoria?

Las soluciones urgentes que necesita nuestro país siguen sin quitarles el sueño a los integrantes de un espacio histórico cuyo caudal político se agota día a día, mientras la disputa interna continúa.

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