
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
Argentina, 1985 representa al cine de nuestro país. El filme es una nueva propaganda del cuentito oficial que omite mostras el verdadero rostro de la década del 70 en nuestro país.
En los últimos días la película dirigida por Santiago Mitre obtuvo importantes premios a nivel internacional y fue nominada al Oscar en la categoría Mejor Película Extranjera. Sin lugar a dudas, el filme es un nuevo caballito de batalla de los sectores que reivindican la política de derechos humanos del kirchnerismo, como si antes no se hubiese hecho nada al respecto.
En ese sentido es pertinente aclarar algo que tal vez las nuevas generaciones no tienen muy presente, pero en rigor de decir la verdad es menester señalarlo: cuando el kirchnerismo no estaba ni siquiera en pañales, el presidente Raúl Alfonsín dió los primeros pasos de la política de derechos humanos, allá por 1983.
Sin embargo es necesario recordar algunas cosas que oportunamente destacó el intelectual marplatense Nicolás Márquez, porque el juicio a las Juntas Militares fue una persecución disfrazada de justicia, potenciada hoy por una película que no relata los hechos tal como ocurrieron en la realidad.
¿Por qué el Juicio a las Juntas Militares fue una persecución?
Porque es inadmisible que en un gobierno democrático un grupo de personas sean sometidas a juicio por decreto presidencial. Porque ese mismo decreto ordena que se juzgue a los militares (no a los guerrilleros) por los delitos cometidos desde el 24 de marzo de 1976, dando por sentado que los militares eran culpables y porque la fecha no fue elegida porque sí, por el contrario, fue fijada para no juzgar el accionar del tercer gobierno peronista.
La persecución también está en el hecho de sustraer a los acusados de sus jueces naturales. En una época en que estaba vigente el Código de Justicia Militar, correspondía juzgarlos en dicho ámbito por tratarse de acciones ocurridas en un período de anormalidad y no en la justicia civil, pero el artículo 3 del decreto 158 de Alfonsín convirtió en letra muerta, al designar a la Cámara Federal como tribunal de alzada de la Justicia Militar.
Otra negación a las más elementales reglas penales fue la aplicación de instrumentos legales creadas con posterioridad a los hechos llevados a juicio y la formación especial de un tribunal para entender únicamente en ese juicio, sin actuación previa ni posterior.
La Argentina sintió en carne propia el rigor de la opresión subversiva. Los insurrectos se levantaron en armas contra los valores e instituciones tradicionales. Entre 1969 y 1979, según cifras oficiales, se registraron 21.642 atentados terroristas en el país. La subversión atacó sin piedad a ciudadanos argentinos. Las víctimas del terrorismo eran militares, policías, jueces, empresarios, trabajadores, mujeres, ancianos y hasta niños de la más tierna infancia.
Argentina, 1985 cae en el lugar común de reducir la cuestión a un simple juego de buenos y malos, en el que se disfraza al terrorismo subversivo como pobres víctimas, cándidas e inocentes, que luchaban por un mundo y una Argentina mejor.
Nada más alejado de la realidad que la imposición del maldito relato que glorifica a los "jóvenes idealistas", que no eran otra cosa que crueles asesinos a los que se les perdona todo porque eran de izquierda.
Hay que reconocer que la izquierda setentista tuvo habilidad para obtener sus dos principales conquistas: ser reconocida por su discurso (no por sus actos) y adueñarse del relato que impuso la farsa de los 30 mil desaparecidos. No hay una sola organización de derechos humanos que haya podido elaborar un informe que avale esa cifra.
Hablando de cifras es importante destacar que según la sentencia de la parodia de juicio de 1985, en la Argentina había más de 25 mil personas vinculadas a la subversión.
Un total de 15 mil eran combatientes. Para que no haya dudas: 15 mil personas convencidas de tomar las armas para levantarse contra la Constitución Nacional y físicamente entrenadas para el combate. Eran 15 mil máquinas programadas para matar.
El presidente Alfonsín creó por decreto la Comisión Nacional de la Desaparición de Personas (CONADEP) que en la práctica fue el ente que realizó la etapa de instrucción para el Juicio a las Juntas. Esta comisión presidida por Ernesto Sábato (que años atras almorzaba con Jorge Videla) elevó al presidente un informe detallando que el número de desaparecidos era de 8.961, muy lejos del mito de los 30 mil.
Lanusse quiso hacer las cosas bien
La Argentina vivió una guerra civil (esto lo dice la sentencia del juicio de 1985, pero la película dirigida por Santiago Mitre lo oculta) que dejó hondas y dolorosas huellas. Nada de lo que pasó antes del 24 de marzo de 1976 fue distinto a lo que pasó antes de esa fecha.
El Gobierno del Teniente General Alejandro Agustín Lanusse había dado un gran paso al frente para combatir a la guerrilla en el marco de la ley. Durante su gestión se crearon los plexos e instituciones necesarias para combatir a la subversión con juego limpio.
La Cámara Federal Penal fue el órgano especializado para las causas contra la guerrilla. El 25 de mayo de 1973 el gobierno de Héctor Cámpora liberó a los terroristas legalmente detenidos durante la gestión de Lanusse. La violencia volvió a las calles de la Argentina. La prensa de la época mostraba sangrientos atentados y los crímenes de la guerrilla, cada vez más impactantes.
La Cámara Federal Penal fue disuelta en 1973. Al cabo de pocos meses todos sus integrantes estaban exiliados o muertos. El terrorismo subversivo no dejaba de atormentar a los ciudadanos de bien. Era necesario ponerle cascabel al gato, porque el gobierno de Isabel Perón estaba absolutamente superado por la situación.
El día que subió Videla
El 24 de marzo de 1976 buena parte del país respiró aliviado, sobre todo algún sector de la prensa escrita, que contaba los días que faltaban par el golpe militar. El día que asumió Videla fueron muchos los civiles que lo acompañaron. La Unión Cívica Radical y los partidos Socialista, Comunista y Justicialista apoyaron desde el inicio y hasta buen cerca del final, al Proceso de Reorganización Nacional.
Los que se sientan aludidos y quieran ensayar un justificación, pueden decir que apoyar el golpe no es lo mismo que acompañar la gestión del gobierno militar. Ese relato es destrozado por el archivo: hacia 1982 ya se hablaba de los desaparecidos, sin embargo más de uno que hoy intenta desmarcarse, estaba aplaudiendo a Leopoldo Galtieri en Plaza de Mayo y se emocionó con la Selección Argentina en Mundial 78, sin preocuparse por nada más.
Argentina, 1985 oculta prolijamente estas cosas y sigue el camino trazado por "La historia oficial", que en 1986 junto con "La noche de los lápices" fue pionera en instalar la mentira a través de la pantalla grande. Esa mentira que vende entradas, que gana premios y que es funcional a una nefasta forma de hacer política: la de mentir, dividir y reinar sobre las ruinas.