
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
Conocida por el apellido de su mentor, la ley 8.871 cambió las reglas del juego electoral en Argentina. Desde ese momento se adoptó el sufragio universal, secreto y obligatorio como método para la elección de los cargos públicos electivos. Los requisitos que debían cumplir los votantes para estar habilitados eran los de tener 21 años y estar inscriptos en el Padrón Electoral.
La ley alcanzaba a los hombres nacidos en la Argentina, pero no todos podían elegir a las autoridades. Los dementes declarados en juicio, los sordomudos que no pudieran hacerse entender por escrito, los soldados y los religiosos eran considerados incapaces de votar. Tampoco podían hacerlo los delincuentes y los desertores. El sufragio femenino no estaba prohibido, pero las mujeres debieron esperar hasta 1947 para tener su propia ley electoral.
La importancia de Roque Sáenz Peña en la historia argentina
La Argentina del Centenario era potencia mundial. El país había superado sus desórdenes en 1862, dejando atrás medio siglo de luchas fratricidas y postración económica. Basando su economía en la riqueza de su suelo, la abundancia de recursos naturales y la benevolencia del clima, con el tiempo se acuñó la frase "Dios es argentino" para explicar la enorme capacidad en la generación de riqueza y la suerte que caracterizó al país que logró salir indemne de todos sus conflictos.
En 1880 se inició un virtuoso ciclo en el que se consolidó la nacionalidad argentina, no como una barrera de contención a la apertura inmigratoria, si no como resultado de la suma del aporte de las nuevas culturas que enriquecieron al ser nacional. Se dió forma a un sistema republicano y federal, como lo previeron los constituyentes de 1853. Pero esa Argentina no tenía legitimidad de origen porque no había elecciones limpias.
La democracia representativa nunca estuvo en agenda de la clase dirigente del momento, que entendía que el grueso de la ciudadanía no estaba maduro para votar. El gobierno era un bien que pasaba de mano en mano entre dirigentes de una casta que lo había obtenido en elecciones fraudulentas.
Contexto en el que se dió la reforma electoral
El país que abrió las puertas a la inmigración había recibido a miles de almas provenientes de lugares tan distantes como dispares. Todos trajeron su idioma y su gastronomía, pero también, sus conflictos y su ideología. El gran peligro que advirtió Roque Sáenz Peña fue el crecimiento del socialismo y el anarquismo entre las clases medias y obreras, ajenas (pero no por eso indiferentes) al sistema electoral.
A finales del Siglo XIX la aparición de la Unión Cívica Radical puso sobre la mesa la discusión por la transparencia del sufragio. Una seguidilla de tentativas golpistas (1890-1893-1905) fueron convenciendo a Sáenz Peña sobre la necesidad de incluir la participación popular en el sistema electoral.
A esa tarea se abocó desde su primer día de gobierno, en 1910. El presidente tenía la convicción de que el pueblo acompañaría calurosamente al grupo de hombres que condujo al país a estar en los primeros puestos de la economía mundial.
Según el censo de 1895, para entonces el país ya contaba con 4.044.911 habitantes, siendo extranjeros poco más del 25 por ciento. En el plano económico el período se caracterizó por la adopción de un modelo liberal compatible con la división internacional del trabajo, impuesta por el imperialismo británico. Los resultados de esa política económica dieron sus frutos colocando a la Argentina por encima de Estados Unidos, Gran Bretaña, Bélgica y Australia.