La historia viviente
Parte 6

Malvinas, la herida que no cierra: la victoria argentina en San Carlos y el incansable honor de un héroe

Una unidad de comandos de la Compañía 601, al mando del mayor Mario Castagneto, aborda un helicóptero para controlar los alrededores del estrecho.
El 25 de mayo de 1982, los 42 hombres del Equipo de Combate "Güemes" formaba para celebrar la Revolución de Mayo en un paraje de las Islas Malvinas durante el conflicto bélico.
El 25 de mayo de 1982, los 42 hombres del Equipo de Combate "Güemes" formaba para celebrar la Revolución de Mayo en un paraje de las Islas Malvinas durante el conflicto bélico.
Los combatientes argentinos en San Carlos eran apenas más de 60.
Los combatientes argentinos en San Carlos eran apenas más de 60.
Mítico reencuentro entre el héroe Alejandro Víctor Ibáñez y el militar británico Michael Poole.
Mítico reencuentro entre el héroe Alejandro Víctor Ibáñez y el militar británico Michael Poole.
El ex combatiente Jorge Strada, el difunto ex intendente Carlos Fernando Arroyo y el héroe Alejandro Víctor Ibañez.
El ex combatiente Jorge Strada, el difunto ex intendente Carlos Fernando Arroyo y el héroe Alejandro Víctor Ibañez.

Fue el principio del fin del fin de la Guerra de Malvinas. El 21 de mayo de 1982, el Equipo de Combate Güemes detectó e informó sobre el inminente desembarco masivo inglés en puerto San Carlos. Apenas 67 valientes se enfrentaron a toda la fuerza británica, que estaba integrada por unos 6 mil hombres.

Ellos, en total desventaja en cuanto a cantidad de recursos humanos y calidad de armamento, demoraron varias horas lo que terminaría siendo inevitable. Ese combate de San Carlos fue el prólogo del final anunciado

Ante el desembarco inglés, la resistencia se nutría de un teniente, dos subtenientes y 64 soldados del Regimiento de Infantería 25; de ellos, más de 40 provenían del sur de la provincia de Córdoba y un cuerpo de 20 infantes había nacido en Corrientes.

Eran tiradores más un equipo de apoyo que habían llegado a las Islas Malvinas con tan solo 45 días de adiestramiento militar. Tenían el encargo de tres misiones en San Carlos: dar alerta temprana del desembarco, mantener bajo control la población kelper de la ciudad e impedir el acceso de buques enemigos por el estrecho.

La horas previas al combate de San Carlos

El 18 de mayo de 1982, todas las fuerzas del grupo anfibio de tareas británico fueron afectadas a la operación de desembarco, codificada en la Guerra de Malvinas como “Operación Sutton”. El lugar elegido era la zona occidental de la isla Soledad, sobre el estrecho de San Carlos, cerca de su extremo norte. Sobre la entrada de agua ubicada al norte estaba el Puerto San Carlos, mientras que sobre la entrada sur se encontraba el Establecimiento San Carlos.

Ambos lugares poseían pocas casas, y en Puerto San Carlos había una escuela. Al noroeste de Puerto San Carlos, sobre la península del Promontorio Güemes, había una pequeña elevación del terreno bautizada Altura 234.

Durante la primera quincena de mayo, los británicos enviaron unidades especiales que reconocieron el lugar e informaron que no había defensores allí. Sin embargo, aunque el Ejército Argentino no mantenía una guarnición fija en San Carlos, las patrullas enviadas desde Darwin encontraron evidencias de estas incursiones.

Por esta razón, el 15 de mayo se decidió emplazar el Equipo de Combate Güemes (conformado por la Tercera Sección de la Compañía C del Regimiento de Infantería 25, al mando del entonces teniente primero Carlos Esteban y del subteniente Roberto Reyes, y una sección del Regimiento de Infantería 12, encabezada por el entonces subteniente José Vázquez) en Puerto San Carlos y en la Altura 234.

El grupo del teniente primero Esteban se posicionó en Puerto San Carlos y la sección de Vázquez en la Altura 234, esta última sería relevada el 18 de mayo por la sección Gato del subteniente Reyes.

El desembarco británico

El 21 de mayo, apenas 30 minutos después de la media noche, la flota británica comenzó a ingresar en el estrecho de San Carlos en medio de un silencio sepulcral. Una hora más tarde, los hombres del Special Boat Service (SBS) despegaron de la cubierta del HMS Antrim en dos helicópteros y se posaron a unos 3 mil metros a retaguardia de Reyes.

Casi a las 2 de la mañana, una patrulla informó que escuchaban ruidos y voces desde el Estrecho, y percibían al mismo tiempo la silueta de los buques ingleses. Enseguida y a órdenes de su jefe, la sección Gato lanzó bengalas y comenzó a disparar con los cañones sin retroceso 105 milímetros y los morteros de 81 contra la zona del canal. Inmediatamente, los buques ingleses abrieron fuego, guiados por el resplandor.

Luego de una hora y media, en el bando argentino ya se había agotado la munición y los cañones de 105 milímetros habían sido destruidos por el fuego de las fragatas, por lo que ordenó el repliegue en dos columnas. Minutos después, se comenzó a recibir fuego de armas portátiles, provenientes de los efectivos del SBS que estaban esperando a los argentinos, y que generaron heridas a los soldados Aquino y García.

El subteniente Reyes dejó a los heridos (impedidos de continuar) a cargo del cabo Hugo Godoy y atacó al SBS evitando así que aferraran a su tropa. Los británicos trataron de cercar a los argentinos, pero no pudieron. Durante estas acciones, el sargento Martín Colque, al adelantarse a una de las colinas, quedó aturdido por la explosión cercana de un proyectil naval y caminó desorientado tres días hasta ser capturado por los ingleses.

Mientras tanto, el cabo Godoy dejó a los dos heridos con el cabo Sánchez y se reunió con Reyes. Los conscriptos heridos y el suboficial fueron capturados por los británicos al poco tiempo.

El resto de los hombres continuaron replegándose. La resistencia de los efectivos de la Sección Gato fue heroica: con apenas 20 soldados, demoraron la operación de desembarco de la Armada Real durante cinco horas, haciendo frente a una fuerza desproporcionadamente superior y eludiendo a sus perseguidores hasta el final del conflicto.

En Puerto San Carlos, a las 8.10 y luego de tres horas de intenso cañoneo naval que barría el terreno, un vigía observó cómo se dibujaba la silueta del transporte de tropas HMS Canberra en la entrada del canal. La primera oleada de desembarco alcanzó la playa sin oposición en horas de la madrugada.

La fragata HMS Plymouth proporcionó cobertura cercana, y cuatro tanques livianos Scimitar y Scorpion alcanzaron la playa en la primera oleada, para proporcionar potencia de fuego.

El segundo Batallón de Paracaidistas ocupó las Alturas Sussex, mientras que el 40 Comando de Royal Marines hizo lo propio con las Montañas Verde. El flanco sur, de cara a la posición argentina de Darwin, estaba asegurado para los británicos. A continuación, las barcazas regresaron al canal para recoger y transportar a la segunda oleada.

Mientras tanto, el Equipo de Combate Güemes observaba el desplazamiento inglés en el canal. Las comunicaciones con la Sección Gato se habían cortado durante la madrugada, pero escucharon el ruido del combate que se desarrollaba en la Altura 234. Esteban transmitió la información de la situación a su jefe inmediato en Darwin, el cual la retransmitió a Puerto Argentino.

Al amanecer, las barcazas con la segunda oleada de desembarco estaban llegando a la playa en los sectores asignados. El 45 Comando de Royal Marines tomó posiciones en un frigorífico en Ajax Bay (sector occidental del desembarco) y el tercer Batallón de Paracaidistas desembarcó cerca de Puerto San Carlos, en las proximidades de la posición principal argentina.

Pero, para entonces, las tropas de Esteban habían ocupado nuevas posiciones hacia el este de Puerto San Carlos, desde donde abrieron fuego contra los paracaidistas. La primera reacción aérea al desembarco provino de la Base Aérea Militar Cóndor en Pradera del Ganso. Desde allí despegaron cuatro IA-58 Pucará mientras la fragata HMS Ardent bombardeaba al aeródromo.

El líder de la formación fue derribado sobre las Montañas Sussex por un misil y otro fue alcanzado por el fuego de cañones de los Sea Harrier. Los dos aviones Pucará restantes atacaron una posición que dirigía el tiro de la fragata Ardent.

Después, un avión Aermacchi MB-339 de la primera Escuadrilla Aeronaval de Ataque decoló de la Base Aérea Militar Malvinas, arribó a la bahía San Carlos y constató el desembarco.

En su pasada, atacó y averió la fragata HMS Argonaut, causando también tres heridos. Alrededor de las 9, la Fuerza Aérea Sur comenzó a enviar formaciones de aviones de ataque.

Si bien el Equipo de Combate Güemes no pudo detener el desembarco, sí pudo cumplir con su misión principal de dar la alerta temprana y demorar la obtención de la cabeza de playa.

¿Quién fue el héroe Víctor Ibáñez?

En la ciudad de Mar del Plata reconocen a Víctor Ibáñez por ser aquel soldado ex combatiente que se encargó de bajar el trapo LGBT que se izó en lugar de la honrada Bandera Argentina durante el controversial mes del orgullo. Ello lo dejó expuesto ideológicamente por sus valores.

Asimismo, volvió a la carga de las cámaras y medios, cuando anunció su postulación en el 2021 para concejal de la ciudad balnearia, a través del sello Partido Conservador Popular (PCP). Aunque, lamentablemente no llegó a pasar el piso necesario de las primarias y se quedó sin poder participar por un lugar en el Concejo Deliberante de General Pueyrredón.

Pocos tienen en la memoria quién fue verdaderamente Ibáñez en la historia argentina. Un héroe que batalló en la Guerra de las Malvinas contra los británicos, para poder proteger la soberanía de nuestro país.

Detrás de la guerra

Víctor Ibáñez a sus apenas 18 años de edad fue jefe del grupo de tiradores del helicóptero Puma que formó parte de la operación argentina para recuperar las islas Georgias del Sur.

Confiada en que no había oposición enemiga, la tripulación argentina pasó por delante de un destacamento británico. La estrategia falló: las ametralladoras de los ingleses llenaron de balas el helicóptero.

Nadie imaginó tal escenario. Víctor recibió tres disparos en el casco: una bala le rozó la sien y otra se le incrustó en la mano. Aturdido, vió morir a Mario Almonacid y José Néstor Águila, que cayeron a su lado. Fueron los primeros soldados argentinos que murieron en la guerra.

El Puma empezó a perder altura pero alcanzó a cruzar la bahía y aterrizó de emergencia en la costa sur. "Fue un golpe tremendo en el piso, no explotó de casualidad, porque estaba todo envuelto en humo blanco", recordó Víctor en un aula vacía del Polivalente de Arte, donde trabajó de portero.

La intervención de la Corbeta Guerrico, con sus cañones, provocó la rendición del comando inglés. Los soldados británicos son tomados prisioneros por Víctor, que se fue de inmediato al buque Bahía Paraíso para recibir las curaciones. "De ese buque me escapé y volví a la isla para seguir con mi gente", señaló el héroe que a los 15 años ingresó a la Escuela de Suboficiales de Infantería de Marina, la cual funcionó en el Faro.

"Lo que sucedió en Malvinas quedó allí, yo no le guardo rencor a nadie. Los soldados sabemos y entendemos que fue lo que pasó", sentenció a NOVA Ibáñez. Y concluyó: "La herida sanó para los ex combatientes y la sociedad en gran parte aprendió a estar unida. La vía diplomática es lo mejor que se puede dar como solución".

Ante todo lo referido, es propicio dejar en claro, mediante otro capitulo más de Malvinas, una herida que pareciera cerrar pero no, que aún hay interrogantes, historias ocultas que salen a la luz y, por sobre todo, las voces de los héroes que siguen reclamando ser escuchadas y registradas.

Investigación:

Ulises Catriel Cuenca

Lectores: 1201

Envianos tu comentario

Nombre:
Correo electrónico :
Comentario: