Rosas, el eterno gobernador: a 191 años de su reelección en Buenos Aires

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
El 6 de diciembre de 1832, el brigadier general Juan Manuel de Rosas fue reelegido como gobernador y capitán general de la provincia de Buenos Aires, cargo que no llegó a desempeñar, sino en 1835. Según algunos historiadores, no asumió porque su designación no estuvo acompañada por facultades extraordinarias. Otro sector de la biblioteca afirma que el verdadero objetivo del estanciero era generar una situación caótica que lo convirtiera en una figura imprescindible para aplacarla.
Rosas había llegado al poder tres años atrás para poner fin a la dictadura encabezada por el general Juan Lavalle, que se erigió como gobernador después de fusilar al federal Manuel Dorrego, en 1828. Ortiz de Rozas -tal como era su verdadero apellido- fue reelecto por la Legislatura provincial, pero ante su negativa el lugar fue ocupado por Juan Ramón Balcarce, guerrero de la Independencia y jefe de un grupo federal no rosista. Rosas entregó el poder el 18 de diciembre de 1832.
Cuando Rosas dejó su cargo, se puso al frente de la campaña contra los indios. La aventura militar del exgobernador tenía un costo de 1,5 millones de pesos de la época. El Poder Ejecutivo provincial fue autorizado por ley en febrero de 1833 a endeudarse para financiarla, pero la iniciativa no prosperó y finalmente el propio Rosas y Juan Nepomuceno Terrero debieron hacer un importante de capital, que incluyó desde dinero en efectivo hasta ganado vacuno para alimentar a las tropas.
Mientras Rosas estaba en campaña, la situación en Buenos Aires se tornó insostenible y los desacuerdos internos del Partido Federal iban en aumento. Una fracción era liberal y buscaba organizar al país bajo una Constitución Nacional. Por su parte los leales a Rosas, denominados "lomos negros", se oponían y sólo reconocían la conducción de su líder.
La prensa de la época fue escenario de parte de la disputa entre ambos bandos. El periodismo jugó su propio partido publicando furiosas editoriales, a favor de cada sector. Mientras esto ocurría, Encarnación Ezcurra -esposa y principal asesora de Rosas- organizaba reuniones políticas en su domicilio para mantener activo al sector rosista en su militancia contra el gobierno.
Para poner fin a la escalada, se anunció que los diarios iban a ser enjuiciados. Una de las publicaciones en problemas se llamaba "El Restaurador de las leyes", pero Encarnación hizo circular el rumor de que el juicio iba a ser contra Juan Manuel de Rosas. De inmediato se produjo una gran manifestación en las afueras de la ciudad. El gobernador Balcarce designó al general Agustín de Pinedo para reprimirla, pero el militar se sublevó y decidió encabezar de la manifestación. Días después Balcarce renunció.
La Sala de Representantes bonaerense nombró al general Juan José Viamonte, que se vio obligado a renunciar en 1834. Fue entonces el tiempo de Manuel Vicente Maza, presidente de la Legislatura, pero tampoco sería capaz de enderezar el rumbo de los acontecimientos, que sirvieron para pavimentar el camino de Juan Manuel de Rosas a su segunda gestión, en 1835.