La historia viviente
No se pudo

A 59 años del frustrado Operativo Retorno del General Perón por los falsos demócratas representados por Arturo Illia

Enorme hecho histórico, la vuelta del general Juan Domingo Perón al país.
Recorte de la época.
Recorte de la época.
Los medios se hicieron eco.
Los medios se hicieron eco.
Otro recorte sobre la vuelta del ex presidente Juan Domingo Perón.
Otro recorte sobre la vuelta del ex presidente Juan Domingo Perón.

Por Diego Mazzieri, abogado, profesor de historia, investigador y ensayista, especial para NOVA

Corría el último mes de 1964. A casi 9 años del derrocamiento y posterior exilio del General Juan Domingo Perón, el gobierno de Arturo Illia pretendiendo demostrarse democrático, había declarado que en Argentina no existían proscripciones ni perseguidos políticos. En tal sentido, pocos días antes, Illia había derogado el decreto 4161/1956 de proscripción del peronismo.

Proselitistamente a Illia le preocupaba que la prensa frecuentemente le confrontaba la paradoja democracia y proscripciones.

Cuando se le suele recordar a un radical (alvearista, más que yirigoyenista, claro está), las persecuciones políticas durante el gobierno de Illia, suelen altisonantemente a recurrir a distintos galimatías y sofismas. Que Juan Domingo Perón intervino en golpes de estados, o que su Gobierno derrocó a Arturo Illia como vicegobernador de Córdoba en 1943.

No menos cierto, es que acusar a Perón por sus intervenciones de 1930 y/o de 1943, es como comparar a los propios radicales de golpistas por la Revolución del Parque de 1890 y subsiguientes. Un recurso facilistas que simplifica situaciones sociopolíticas mucho más complejas, que no pueden dar lugar a desdeños históricos.

Por otra parte, quien en rigor de verdad intervino la provincia de Córdoba mientras Arturo Illia era vicegobernador, fue el General Pedro Pablo Ramírez, por lo que mal puede adjudicarse a Perón tal decisión.

Dicho esto, no menos cierto es que Illia suscribió los intentos de golpe de 1951; el bombardeo de Plaza de Mayo (y otros varios lugares de ciudades abiertas) y la Revolución Libertadora del 16 de septiembre de 1955.

Siendo diputado nacional contribuyó incesantemente con varios grupos de comandos civiles durante el peronismo, que no se caracterizaban precisamente por haber sido carmelitas descalzas, sino que obran con terror, subversión y muerte. Desde el Congreso de la Nación, esgrimía discursos altisonantes contra el Presidente y en las radios nacionales al igual que varios otros dirigentes de la época insultaba el honor del Presidente Perón.

Habiendo integrado la Revolución Libertadora (aquel gobierno usurpador que en nombre de la libertad y la democracia proscribía ciudadanos, fusilaba personas y profanaba cadáveres), y luego de la caída de Arturo Frondizi primero y José María Guido después, Illia llega a la Presidencia de la Nación en 1963 mediante elecciones condicionadas con las mayorías absolutas proscriptas y con sólo el 25 por ciento de los votos, debiendo tejer alianzas con las otras fuerzas antiperonistas no proscriptas para lograr cierta legitimidad.

En dichas elecciones, se proscribió también al Partido Demócrata Cristiano, por llevar a la candidatura al dirigente peronista Raúl Matera.

El voto en blanco – nulo, fue de casi el 20 por ciento, con un 15 de abstencionismo, y cierta polarización de los votos de los proscriptos en distintas fórmulas secundarias. Una aberración jurídica electoral se desplegó también en Jujuy en la elección del 7 de julio de 1963.

La fórmula peronista para la Gobernación José Humberto Martiarena-Guillermo Snopek había obtenido 48.673 votos, mientras que la fórmula patrocinada por la UCR Intransigente, Horacio Guzmán-Rafael Jáuregui, sólo 14.996 votos.

El Colegio electoral cometió una serie de irregularidades:

  1. Eligió gobernador al doctor Horacio Guzmán, que estaba inhabilitado de serlo por no haber cumplido el tiempo legal de cuatro años que establecía la Constitución. Su mandato anterior duró hasta el 29 de marzo de 1962, y desde entonces había transcurrido un año y tres meses.
  2. No respetó el decreto de convocatoria.
  3. Se violaron las normas y principios de la democracia, como el respeto a la voluntad de la mayoría.
  4. Violó el artículo 3 de la Constitución de Jujuy que decía: "Todo poder emana del pueblo" y aclaraba que "no podrán ser interpretados como negación o mengua de otros derechos y garantías no enumerados y virtualmente retenidos por el pueblo, que nacen del principio de la soberanía popular".

A pesar de todas las irregularidades, el doctor pretendió jurar en la Legislatura pero no pudo hacerlo y luego lo hizo en la Casa de Gobierno.

El Poder Ejecutivo Nacional apoyó a los usurpadores por decreto 99/63, que reconocía como gobernador de la provincia al doctor Horacio Guzmán y designó al subdirector de Asuntos Jurídicos del Ministerio del Interior, doctor Horacio Pietranera, para que se trasladara a la provincia de Jujuy en calidad de veedor e informarse de la situación al Poder Ejecutivo Nacional.

Finalmente, argumentando enfrentamiento de poderes, designó interventores federales a Fernando De la Rúa, Carlos Fernández Jensen y Roberto Hansen sucesivamente. Dichas medidas se extendieron hasta el 14 de febrero de 1966.

Volviendo a Illia, lejos de gobernar democráticamente como coreaba en sus entrevistas, continuaba aplicando las políticas represivas propias del Plan CONINTES.

En 1963, el presidente no aceptó el reclamo de la Confederación General del Trabajo (CGT) de investigar la desaparición del militante sindical metalúrgico Felipe Vallese.

En 1964 el gobierno sancionó al artista Hugo del Carril excluyéndose de la delegación argentina al Festival de Cine de Acapulco por su filiación política peronista.

El Ministerio de Trabajo de Illia embargó propiedades de dirigentes sindicales por haber aprobado el plan de lucha contra el gobierno, y quitó personería jurídica a varios sindicatos como por ejemplo al del Calzado, Sanidad, Construcción y Caucho.

En 1966, sin consulta previa con las organizaciones sindicales, como lo sugería la recomendación 113 de 1960 de la Organización Internacional del Trabajo, Illia estableció mediante el decreto 969/1963, una reglamentación sindical prohibiendo las actividades políticas de los sindicatos, la ley establecía además que los presupuestos de los sindicatos debían ser aprobados desde el Poder Ejecutivo, alterando la independencia sindical y visto como herramienta para dificultar el accionar de los sindicatos opositores.

También se reprimió ferozmente con la Policía Federal Montada, y el ejército con sus tanquetas, actos de homenaje por los fusilados de 1956 y otro en reclamo por la desaparición de Felipe Vallese.

En octubre y noviembre de 1965 fueron asesinados por la policía bonaerense (Brigada Güemes) los muy jóvenes obreros José Gabriel Mussy, Néstor Méndez y Ángel Retamar, como consecuencia de la represión policial ordenada para reprimir las manifestaciones convocadas por la Confederación General del Trabajo el 21 de octubre, prohibidas por el presidente Illia.

La investigación judicial, estableció el nombre de los autores de los asesinatos, las causas fueron pero fueron archivadas sin juicio. Ni Illia, ni el gobernador de la provincia de Buenos Aires a cargo del también radical Anselmo Marini, pidieron la renuncia del jefe de Policía bonaerense, comisario López Aguirre.

El 17 de octubre de 1964, se reunieron 70 mil peronistas en Plaza Once siendo reprimidos fuertemente durante la desconcentración. Al año siguiente, el mismo día de la lealtad, nuevamente fue ensangrentado por una violenta represión policial tras un acto convocado en Parque Patricios por María Estela Martínez de Perón, quien había sido enviada por su esposo en misión política.

Isabelita fue víctima de persecución e intentos de atentados (bomba en Bar la Biela, grupos de tareas frente al hotel Alvear, escupitajos frente a la Iglesia Nuestra Señora del Pilar, etcétera). Salvo el ministro del Interior Paunero, todos los demás miembros del gobierno radical buscaron amedrentar a la tercera esposa del General Perón.

Llega el 17 de octubre de 1965, el gobierno radical prohíbe el acto programado en Parque de los Patricios con la presencia de Isabel Martínez. El acto terminó otra vez con represión policial y 659 obreros detenidos.

Ese mismo año hubieron elecciones para diputados nacionales, de las cuales se dice que Illia deja participar al peronismo pero es una falacia ya que el PJ no aparece en ninguna boleta, pero lo que sí aparece es la Unión Popular o el partido Tres Banderas.

El nombre justicialista nunca figuró en una boleta. También en dicho año se reprime con dureza un acto en homenaje a los caídos del 56 en plaza Las Heras de la ciudad de Buenos Aires, como a su vez se aplicó mano dura al Plan de Lucha de la CGT.

En 1964, específicamente el 2 de diciembre, hace 59 años, tras las declaraciones de Illía sobre que en Argentina no existían ni exiliados ni proscriptos políticos, Perón aborda el avión 992, Iberia, hacia el país que presidió entre 1946 y 1955.

Dicha decisión enojó al gobierno español de Francisco Franco Bahamonde, pero el General se excusó luego ante la hermana del Generalísimo, Doña Pilar Franco, diciéndole que el único culpable era Arturo Illia, quien hipócritamente borraba con el codo lo que escribía con la mano.

Illía mantenía en su gobierno como ministro de Relaciones Exteriores al criminal Miguél Ángel Zavala Ortíz, monje negro de su gestión.

Ante una fractura producida entre los radicales más democráticos contra los más intransigentes respecto de la democracia sin proscripciones, NOVA publica una carta de lectores escritas por un ex convencional que da cuenta muy elocuentemente de cómo se desarrollaron aquellos años, y de las mentiras esgrimidas por muchos radicales como De La Rúa entre otros, sobre aquellos episodios:

Carta de lectores:

Perón 1964.

Diario La Nación 13/8/86

Señor Director:

En carta de lectores del 5 y del 7-8-86, el Señor almirante Isaac Francisco Rojas y el Senador Fernando De la Rúa se refirieron a dos episodios de la vida política argentina con enfoques dispares.

“Como tuve activa participación en el segundo –el frustrado regreso a la Argentina de Juan Domingo Perón, en diciembre de 1964-, debo señalar que el senador De La Rúa, que alude a la verdad histórica, se aparta de la verdad como lo demostraré.

Tras el larguísimo silencio que he guardado al respecto, debo ahora puntualizar cómo ocurrieron los hechos, así tendrán la fisonomía que les corresponde: uno de los primeros días de diciembre de 1964, alrededor de las 22, llamó por teléfono a mi casa el entonces embajador de España en la Argentina, José María Alfaro y Polanco, con quien me unía una amistosa relación. Me dijo –casi textualmente-, que en nombre del gobierno español ponía en conocimiento del argentino que ese día Perón había embarcado en Barajas con destino a Buenos Aires. Agrego que efectuaba esa información en forma urgente y por mi intermedio, ya que el canciller, Miguel Ángel Zavala Ortiz, se encontraba en los EE.UU.

De inmediato me dirigí a casa de gobierno para informar la novedad al Presidente Illia. Me recibió interrumpiendo una comida, dado que manifesté a su edecán la extrema necesidad de verlo con urgencia, sin dar razón de ello.

Una vez que impuse la novedad al señor presidente de la Nación Illia, este se preocupó y me ordenó que hablara con el Señor ministro del Interior doctor Juan Palmero. Lo hice de inmediato, a los efectos de adoptar las medidas necesarias para preservar el orden público que ese viaje podría eventualmente alterar.

El ministro Palmero, se limitó a decir que no creía esa versión. Le insistí que no era una versión sino información de la embajada.

Ante la negativa de Palmero fui al primer piso de la Casa Rosada y expliqué a Illia el diálogo mantenido. Illia, quien no quería que Perón pise suelo argentino, dispuso que explicara los hechos al Doctor Leopoldo Suárez, ministro de defensa a cargo de la cartera de Relaciones Exteriores. Así lo hice.

De madrugada se realizó la entrevista con Suárez en su despacho, con la Presencia de los de Ejército, General Ávalos, de marina, Almirante Pita, y de la Fuerza Área, brigadier Romanelli. A ella fue citado el gerente de Iberia en Buenos Aires, requiriéndosele informe sobre el vuelo, horarios estimados y nómina de pasajeros, al mismo tiempo que se le hacía saber que a partir del momento en que el avión que transportaba al Ex Presidente ingresaría en cielo argentino VOLARÍA A SU PROPIO RIESGO…

Al día siguiente al promediar la mañana, llegó inmediatamente DE LOS EE.UU el doctor Zavala Ortiz. Le envié a Ezeiza la información del viaje de Perón. La trascendencia de este impidió el recibimiento que marcaban el protocolo y la habitualidad.

Entretanto había hablado cuantiosamente con nuestro embajador ante Itamarati, Carlos Fernández, para que tuviera informada a la Cancillería del viaje iniciado por Perón.

El doctor Zavala Ortíz se dirigió a entrevistarse urgente con Illia y en seguida a la Cancillería. PERÓN NO TENÍA QUE VOLVER.

Sin tiempo para saludarlo, pues no me avisó de su llegada, recibí un llamado telefónico desde Río de Janeiro del embajador Fernández para comunicarme que en contra de mis instrucciones, el doctor Zavala Ortíz le había dado órdenes concretas y precisas de gestionar ante el gobierno de Brasil la intercepción del vuelo. Perón no tenía ni que estar en aires argentinos.

Con la consiguiente sorpresa hablé con el ministro y le expuse mi posición, de que un problema argentino debía de solucionarse entre argentinos.

Después de muchos años puedo decir sin arrebatos que conformó el primer escalón para que el 3-6-65 presentara mi renuncia al cargo de Subsecretario de Relaciones Exteriores, embajador extraordinario y ministro plenipotenciario, con acuerdo del Senado y representante especial ante su majestad británica.

(…) De la Rúa en su versión miente.

No puedo dejar de recordad con tristeza y no olvidada vergüenza argentina, que por orden de Zavala Ortíz debí ser trasladado a Brasil para agradecer a su representante, Decio de Moura, en nombre de Illía y el gobierno argentino, la intervención de su país para detener el vuelo, y que el gobierno pueda salvarse de un tamaño problema como el regreso de Perón al país.

“Después de dos horas de espera en el avión, subió a bordo de la máquina el jefe de protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, Joao Lampreia Gracie y comunica a la comitiva que deberá retornar a España. Lo acompañaba un oficial que hablaba con marcado acento inglés. "¿A quién se debe la orden?", inquirió Perón, con disgusto. "Al presidente de Brasil", fue la repuesta, y de inmediato el funcionario pide al viajero que descienda de la aeronave, para ser trasladado a la zona militar del aeropuerto. Perón se niega: "Soy pasajero en tránsito y me protege el derecho internacional. Nadie puede esgrimir el derecho a obligarme a descender de este avión, que por otra parte es territorio español. Nueva orden y nueva negativa. Lampreia amenaza con remolcar el avión y Perón baja. Permanece en Río hasta las 23,57, hora de Brasil, cuando ágilmente sube las escalerillas y clausura así un nuevo episodio de la historia del peronismo.

La cancillería brasileña de inmediato dio a conocer el siguiente comunicado: "En atención a un pedido argentino y dentro del más alto espíritu de colaboración y amistad existente entre los dos países, el gobierno brasileño convino en detener en Río de Janeiro el viaje que el señor Juan Domingo Perón realizaba en un avión de Iberia"

RAMÓN J.A VAZQUEZ - ABOGADO EX SUBSECRETARIO DE RR.EE – 1965

CONVENCIÓN NACIONAL UCR. TALCAUANO 778 CAPITAL.

En Brasil, Perón fue detenido en una dependencia militar durante 15 horas hasta que se ordenó su regreso a Madrid.

El Ministerio de Relaciones Exteriores del Brasil divulga un comunicado en el que deja claro el panorama:

“Atendiendo a la solicitud efectuada por el gobierno argentino y dentro del más elevado espíritu de colaboración existente entre ambos países, el gobierno brasileño estuvo de acuerdo en interrumpir en Río de Janeiro el viaje que el señor Juan Perón realizaba en avión de Iberia. El señor Perón regresó a Madrid el mismo día de su arribo y en el mismo avión que le condujera a este país”.

El canciller argentino Miguel Ángel Zavala Ortiz, el mismo que masacrara niños bombardeando otrora la Plaza de Mayo, afirmó en declaraciones a la prensa que “el viaje de Perón respondió a un propósito netamente subversivo”.

Illia, por su parte, declaró que “el regreso del general Perón era solo cuestión del señor Perón”.

Va de suyo, que si se hubiese permitido el regreso del General Perón aquel año, Argentina hubiera ahorrado litros de sangre, tras los años que se avecinaban.

No menos cierto, es que calificar a Illia como al demócrata que suele describir el discurso políticamente correcto es un grosero error del que pocos se animan a hablar.

Es más fácil aplaudir la tilinguería política que contar la verdad como única realidad.

Y esa realidad dice que no sólo que Illia impidió la vuelta de Perón en 1964, sino que casi una década después, en 1973, se opuso acérrimamente a la fórmula Perón – Balbín.

El General Perón, con un simple pasaporte paraguayo, puso en evidencia lo que en rigor de verdad era Illia, mal que les pese al discurso gorila pour la galerie.

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