
Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA
La campaña electoral de Eduardo Angeloz en 1989 fue una de las más recordadas. El candidato radical utilizó el eslogan “Ahora le toca a Angeloz” y un lápiz rojo como símbolo del ajuste que iba a llevar adelante para ordenar las cuentas. Del otro lado estaba el liberal travestido de peronista Carlos Menem, que sin decir nada y con promesas vacías, ganó la elección. Años más tarde y con la estafa consumada, el dos veces presidente declaró que nadie lo hubiera votado si decía la verdad de lo que iba a hacer.
Todo parece indicar que la comunicación política cambió porque Javier Milei ganó gritando que su plan es un drástico recorte -y que las opciones eran ajuste o hiperinflación- frente a un Sergio Massa que reconocía que las cosas están mal pero prometía que más adelante irían mejor. Sin embargo, es necesario señalar que el plan motosierra tiene olor a 1975, 1989 y 2001.
El presidente Milei asumirá sus funciones con la ostensible debilidad de no tener estructura propia. Con apenas unos pocos legisladores, sabe que se enfrenta al enorme desafío de cambiar el curso de la historia en los primeros dos años de su mandato. Si le sale bien, en 2025 podrá armar un bloque legislativo para apoyarse. Pero si le sale mal, su futuro político quedará muy comprometido.
¿No será mucho?
El flamante presidente electo se cansó de decir que recortará 15 puntos del PBI, que la obra pública tal como se la conoce va a desaparecer y que se eliminarán todas las regulaciones estatales que se entrometen en las negociaciones entre privados. El que avisa no traiciona y Milei hace rato que viene avisando lo que va a pasar a partir del 10 de diciembre. Por ahora, el 55 por ciento de los argentinos lo acompaña.
Un sector de la prensa se jugó por el proyecto mileista. El complaciente canal de televisión LN+ se puso la camiseta, pero ahora algunas figuras de la señal estarían pensando que tal vez debieron ser más prudentes. Tal es el caso de María Laura Santillán, que dijo: "Entiendo que (Milei) dijo recortar el 15 por ciento para después nivelar" al tiempo que agregó: "porque un 15 por ciento de reducción es un montón y va a ser un lío grande". Ahora es tarde.
Por otro lado, el presidente electo descartó que como parte de la solución al problema de las Leliqs sea necesario recurrir a un plan Bonex como el que implementó Menem en 1989. Para los que no se acuerdan o no lo vivieron, vale recordar que el Bonex fue un canje compulsivo de los depósitos a plazo fijo por bonos a 10 años de plazo. Sí, el presidente liberal no respetó la propiedad privada. La experiencia de vivir en Argentina indica que si un gobernante niega que se va a tomar una medida, es porque ya es decisión tomada. El tiempo lo dirá.
Más cercano en el tiempo es el recuerdo del "corralito" en 2001, cuando el liberal Domingo Cavallo no respetó la propiedad privada de los argentinos que confiaron en el país para depositar su dinero. Vale recordar que antes que el ministro capture los ahorros de la gente, el Congreso había sancionado una ley de intangibilidad de los depósitos. En esa ocasión, los argentinos volvimos a darnos cuenta que nuestros gobernantes no tienen palabra.
1989+2001=2024
En las últimas horas el presidente Milei declaró que durante su gestión aspira a privatizar 23 empresas públicas (entre éstas, Aerolíneas Argentinas, YPF, Arsat, Aysa, Impsa, los ferrocarriles y la Televisión Pública). De lograrlo en 2024, la medida impactaría de manera inmediata en un superávit fiscal de 3 por ciento del PBI. En su momento el menemismo alegó algo parecido: vender las empresas públicas para achicar el déficit, que no era otra cosa que la actualización doctrinaria del dogma "Achicar el Estado es agrandar la Nación", acuñado en 1976. El final del cuento es conocido.
El plan de Milei trae recuerdos de 1989 y tiene sabor a 2001. “Vamos a hacer un muy fuerte ajuste fiscal para llegar directamente al déficit financiero cero, lo que significa que la deuda no crece más, que vamos a ser solventes y que vamos a pagar la deuda” dijo el presidente libertario. Idéntico objetivo y mismo discurso tenía el agonizante gobierno de Fernando De la Rúa y Domingo Cavallo en julio de 2001, pocos meses antes del estallido final.
1975
En cuanto al éxito de su plan, Milei señaló que “la política monetaria tiene un rezago de entre 18 y 24 meses. Aún cuando cortaras hoy la emisión, la inflación va a empezar a bajar entre 18 y 24 meses. La convertibilidad tardó 20 meses, fue el programa fiscal más exitoso de la historia”. Habría que ver qué entiende el presidente por exitoso, porque es cierto que la convertibilidad terminó con la hiperinflación, pero al costo de la híper desocupación y con el país en la antesala del estallido de 2001.
Mientras el país espera una transición en paz, comenzó una estampida de precios que puede terminar en un nuevo Rodrigazo. También hay olor a 1975 y así lo indican especialistas en materia económica “Se está viniendo un golpe de aumento de precios muy alto, Unilever acaba de informar un aumento del 45 por cienyo. A esto hay que agregarle una fuerte suba de la carne en el mercado de Cañuelas en medio de esta transición”, comentó Miguel Ponce, en su columna de Canal E.
El experto en economía real y comercio exterior fue más allá al afirmar que “los precios del ganado en pie subieron un 15 por ciento y se está pensando que va a andar en torno a los 600 pesos antes del fin de semana como subida en las carnicerías” y que “la preocupación hoy es qué pasa si se produce un hecho similar de liberación de precios y tarifas que estaban reprimidas, y qué pasa con los salarios y el poder adquisitivo de la gente que ya venía deteriorado”.