Con ganas de apostar en la vida y llevarse por delante todo lo que se le aparezca, Josefina Ricardi tiene 69 años, es madre, abuela, pero sobre todo modelo y bailarina. En una nota exclusiva le contó a NOVA como pasa sus días aferrada al modelaje, a las danzas orientales y a sus ideales abrazando al veganismo como bandera de lucha.

Josefina es de Mercedes, a una hora de Luján, y desde este año es alumna en BA Models, una academia de modelaje donde los fines de semana viaja a Capital Federal para seguir potenciando lo mejor de su imagen. “Yo veo en el curso de modelaje que las chicas no se desinhiben, yo no tengo problema en mostrar mi cuerpo, mi cuerpo no es perfecto, pero responde al movimiento”, asegura.

Para Josefina, el modelaje es el complemento perfecto de la danza, dos espacios que la ayudan a mostrar su esencia, “crear y expandirse”. Desde que se retiró de la docencia, el arte ocupa casi el total de sus días. “Hay una especie de mito ignorante que una mujer que se viste de dos piezas se vende, y yo hoy no bailo ni por mostrar el cuerpo, lo hago porque lo doy todo”, se desafía.

Sobre quienes la acompañan en su camino como artista, ella resalta que no tiene una “familia sanguínea” que este a la par: En su momento lo sufría demasiado, y ahora en 12 años de terapia me hicieron ver que más allá de quien te acompañe, la familia sanguínea no siempre cubre lo que uno quiere que cubra”. Sin embargo, no deja de encontrar lugares que se adapten a su personalidad en la danza.

Lunes de danza contemporánea o clásica, martes de bachata, miércoles y jueves de danzas árabes y dos días dedicados a la espiritualidad que le brinda “la naturaleza”, es la rutina de todas las semanas para Josefina. Con un paso por las danzas africanas también, esta mujer que rompe con los estereotipos de la edad, y sigue mostrándole al público lo mejor del baile.

“Hoy soy esta, hago la danza más hermosa, más estilizada, más sensual, pero que no vendo el cuerpo atrás del traje ni en danza ni en el modelaje”, describe con mucho amor. Y agrega: “Me importa lo que me pase a bien, lo bien que yo me sienta, no me importa absolutamente nada lo que piense nadie. Armo las coreografías pensando en el público, y yo creo que logro captarlos”

Desde que entró en el mundo artístico no hay ningún límite que se pueda presentar, sin techo alguno, sigue buscando nuevos desafíos que la dejen en lo más alto. Para Josefina “sufrir no sirve; sirve actuar y todo convertirlo en acción”.