
El debate presidencial de este domingo no mostró diferencias sustanciales respecto al realizado el 1 de octubre. En una Argentina que necesita respuestas de manera urgente, siguen dando vueltas las preguntas, que en esta oportunidad se tiñeron de chicanas. Más de lo mismo, por más que prometan un país distinto.
Veamos el desglose discursivo de cada uno de los tres candidatos que en esta segunda oportunidad, se jugaron las chances de ingresar a un balotaje.
Sergio Massa, Unión por la Patria: foco en Trabajo y Desarrollo
Se mostró sólido, inmutable y lineal. Similar a la primera entrega. Arrancó su presentación con un mensaje trillado dirigido al electorado: “No vengo a pelear, vengo a proponer”.
Intentó captar el voto del público femenino, las pymes y los agroindustriales. Destacó sus tres caballitos de batalla en materia económica: reforma de Ganancias, eliminación de retenciones a las economías regionales y devolución del IVA al consumidor. Su momento más fuerte y viral fue cuando enfrentó las acusaciones de Patricia Bullrich, quien le enrostró los escandalosos viajes de lujo del ex jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, a lo que respondió: “Vos nunca le pediste la renuncia a (Gerardo) Milman”, en referencia al diputado de JxC apuntado como instigador del intento de asesinato de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, no pudo replicar los dichos de la candidata de la izquierda, quien lo acusó de “armarle las listas a Milei”.
En el cierre, esbozó un tono de complicidad y cercanía con el electorado: “Esperamos que vayas a votar sin bronca y odio. Te pido que vayas a buscar la bandera argentina al cuarto oscuro”.
Patricia Bullrich, Juntos por el Cambio: foco en Seguridad
En contraste con el debate previo, se mostró más combativa y segura, aunque su lenguaje rozó lo chabacano, rasgo que fue utilizado por Massa para contrarrestar el ímpetu de sus palabras.
Luego de solidarizarse con Israel por los ataques terroristas de Hamas, Bullrich basó su discurso en dos pilares: la lucha por erradicar el kirchnerismo con una fuerte pedido de condena a los actos de corrupción del oficialismo (con especial hincapié en el caso Insaurralde) y la mano dura en el área de seguridad, para lo cual destacó el acompañamiento de Luis Chocobar al evento, el policía que fue juzgado por asesinar a un ladrón que había apuñalado a un turista. En ese sentido, prometió que “no me va a temblar el pulso” al enfrentar a la delincuencia.
Javier Milei aprovechó sus declaraciones para acusarla de “dictadora” por apuntar a medidas que no respetan la Constitución, tras las declaraciones que se conocieron la última semana, en las que Bullrich reconoció abiertamente que espiará las conversaciones de los presos con sus abogados defensores a fin de “guardar elementos de prueba” cuando sean juzgados. Algo que generó repudio en varios sectores.
Por su parte, Bullrich acusó a Milei de promover la venta de órganos y la libre portación de armas -cuestiones que el libertario se esforzó en negar y clarificar, aunque siguió sin poder responder a las preguntas sobre las Leliqs. En cuanto a Massa, lo culpó por la escalada feroz del dólar y la pésima política de precios que lleva adelante junto a (Matías) “Tongolini”. Deformación del apellido que le valió varios memes en redes sociales.
En el minuto final, la candidata opositora le preguntó a aquellos que gobiernan el país “¿cuándo van a dejar de afanar?”, nombrando tres ejemplos: los bolsos de López, las oscuras maniobras de CFK y el escándalo Insaurralde. Como corolario, le habló al votante, instándolo a “sacar el poder corrupto de la Argentina. El poder lo tenés en tus manos. Decile sí a un cambio de verdad”.
Javier Milei, La Libertad Avanza: foco en Economía
Con una postura similar a la del debate previo, el libertario frunció el ceño y miró por encima de su lentes directo a los ojos a sus contrincantes durante las dos horas del intercambio.
El contenido de su discurso es siempre el mismo: la lucha “anticasta”, el rechazo al rol actual del Estado, la exigencia de una Justicia independiente para que “los delincuentes no sean tratados como víctimas” y reciban su castigo, para lo cual apuntó a la necesidad de reformas en el Código Penal, el sistema judicial y el sistema carcelario. Porque “en la Argentina liberal, los que la van pasar mal son los delincuentes”, prometió.
A Massa le cuestionó la falta de ideas y acciones que promuevan la productividad, lo responsabilizó por la caída del trabajo formal y la crisis del empleo. Además, lo culpó por el déficit fiscal y la inflación descontrolada producto de la emisión monetaria sostenida, entre otros factores, y volvió a remarcar que el Banco Central es el instrumento que utiliza el Gobierno para llevar a cabo una “estafa que todos ustedes avalan”. Calificó a Bullrich de “montonera asesina” una vez más, y cuestionó su postulación de Carlos Melconian como ministro de Economía.
Al cierre, Milei sacó a la luz el hilo conductor de todas sus denuncias, diciendo lo que la gente decepcionada de la clase dirigente quiere escuchar. “La casta política presente nos toma el pelo. Ninguno pidió perdón ni resignó sus privilegios. Están atornillados al cargo. No pueden ser la solución al problema, porque ellos son el problema”.
Chicanas van, chicanas vienen. Un ministro de Economía que promete lo que no pudo hacer hasta ahora, una ex ministra de Seguridad fallida que dibuja una actitud guerrillera que la proyecte como heroína y un “león” carente de estructura política e impulsor de ideas que generan más dudas que certezas.
El 22 de octubre, ¿el electorado se inclinará por “más de lo mismo” o apostará a “lo desconocido”? En pocos días, los argentinos inclinarán la balanza hacia el candidato que más confianza les inspire, con la esperanza de corregir el rumbo hacia un destino próspero. En este sendero, Bullrich y Milei tienen las horas contadas en la disputa por el target electoral opositor. La incógnita sigue abierta.