No se salva nadie: encontraron un paquete sospechoso frente a la casa de un juez de la causa vialidad

La situación social de la Argentina se encamina cada vez más rápido hacia una profunda espiral de violencia. El panorama político del país se vio sacudido en primera instancia por el intento de atentado contra Cristina Fernández de Kirchner, y si bien en un momento el repudio general pareció calmar las aguas, pronto comenzaron a sucederse amenazas contra otras figuras, como Mauricio Macri, y recientemente, el gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet.
Con este contexto de inestabilidad, amedrentamientos y violencia, la aparición de un paquete cilíndrico de aspecto sospechoso en las inmediaciones de la casa de Jorge Gorini, uno de los jueces a cargo de la causa vialidad, en la que está implicada CFK, despertó alarmas y el temor a un intento de atentado contra la vida del magistrado.
La custodia de Gorini halló el paquete sospechoso en el árbol frente a la casa, ubicada en el barrio porteño de Villa del Parque. Fuentes oficiales informaron que en una primera instancia se movilizó un patrullero de la Comisaría Vecinal 11 A, quien dio aviso inmediato al Escuadrón Antibombas de la Policía de la Ciudad para que se presente en el lugar.
“El paquete sospechoso es un elemento cilíndrico, embalado con cinta”, se informó. Luego de casi una hora de operativo, las autoridades realizaron una detonación controlada del paquete. En su interior había frutas. Tanto el juez como su familia resultaron ilesos, dentro del domicilio.
También se hizo presente, por prevención, personal del Grupo de Apoyo Psicológico ante la necesidad de que algún damnificado necesitara contención. Los especialistas del Escuadrón Antibombas enrejaron el paquete sospechoso y procedieron a hacer la detonación controlada, que determinó que no había elementos explosivos sino mandarinas envueltas con cinta.
La investigación del episodio quedó en manos de la jueza María Eugenia Capuchetti, titular del Juzgado Federal 5. Se trata de la misma magistrada que investiga el atentado contra la vicepresidente de la Nación, Cristina Kirchner, ocurrido el 1 de septiembre, en el barrio porteño de Recoleta.
Vale recordar que hace poco menos de un mes, la Corte Suprema de Justicia había pedido al Ministerio de Seguridad que reforzara la protección de los magistrados involucrados en la causa contra la vicepresidente. El pedido del máximo tribunal de justicia se dio luego de que, tras el pedido del fiscal Diego Luciani de 12 años de condena, CFK arremetiera públicamente contra los funcionarios judiciales.
El refuerzo de la custodia para los jueces habría tenido que ver con una serie de mensajes en la red social Twitter que instaban a averiguar los domicilios de los funcionarios judiciales para ir a escracharlos. “Hay que difundir los domicilios de estos jueces y fiscales de este pelorron [sic] de fusilamiento, si no se ataca con el mismo calibre no se puede”, se leía en uno de los mensajes.
Con ese dato, la Corte Suprema elevó un pedido a la Policía Federal. También hubo un reclamo de la Cámara de Casación, que es la que tiene a su cargo las cuestiones atinentes a la organización de los tribunales orales. Dos de los jueces tienen custodia de la PFA y el tercero es custodiado por la Prefectura.
Violencia in crescendo
Si bien todavía no hay precisiones acerca de la función que debería cumplir el paquete de mandarinas encintadas frente a la casa de Juez Gorini, a la luz del contexto nacional actual, no es descabellado pensar que se trató de un intento de amenaza. La escalada de la violencia política parece no tener freno, y desde Mauricio Macri hasta Cristina y el presidente Alberto Fernández, han denunciado haber recibido mensajes contra su vida.
El caso más reciente es el del gobernador de Entre Ríos, Gustavo Bordet, a quien este miércoles, una usuaria rosarina de twitter, indignada por el humo de los incendios en el Delta del Paraná, llamó a matar. El hecho ya está siendo investigado a pedido del gobernador.
No está demás aclarar que este tipo de gestos violentos y repudiables se dan en un contexto económico terrible, que hace que la situación de la población sea insostenible. Ante el rechazo general y la falta de transformaciones reales que mejoren la vida de las personas, la violencia recrudece y parece que nadie está a salvo de ser el próximo en recibir una amenaza.