Política
Nadie se lo va a olvidar

Más novedades del presunto atentado a Cristina Fernández de Kirchner que desautorizan a los incrédulos

La vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner. (Dibujo: NOVA)

Tras fallar en el disparo inicial, Fernando Sabag Montiel habría intentado recargar el arma para volver a disparar. El avance de la investigación sobre el fallido intento de magnicidio de Cristina Fernández de Kirchner va ofreciendo, a cuentagotas, mayores precisiones sobre su planificación y quiénes integraron la célula que intentó llevarla a cabo.

En este caso, el nuevo aporte significa una desmentida para aquellos comunicadores y políticos opositores que hablaban de “autoatentado” o minimizaron sus alcances.

Ya que Fernando Sabag Montiel, tras disparar sin éxito a pocos centímetros de la cara de la vicepresidenta, habría manipulado la corredera de la pistola para empujarla hacia atrás, colocar una bala en la recámara y volver a disparar.

El nuevo dato podría complicar notablemente la situación procesal de Sabag Montiel, ya que demostraría su experticia en la manipulación de armas. Sin embargo, el agresor no pudo completar la maniobra, ya que los manifestantes que lo rodeaban, al verlo apuntarle a CFK, lo empujaron e hicieron caer al piso la pistola, tras lo cual pretendió huir a la disparada.

El nuevo dato fue aportado en la declaración de un militante presente en el lugar de los hechos a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). El declarante confirmó además que “la policía no se percató de que había intentado matar a la vicepresidente”.

El testimonio echaría por tierra la posible estrategia de defensa de Sabag Montiel, consistente en argumentar que no puede ser condenado por intentar un delito que no llegó a concretarse.

En la doctrina jurídica esto se denomina “tentativa inidónea”, es decir que por más que el asesino apretara el gatillo, al desconocer el funcionamiento del arma, al no tener una bala en la recámara, esta nunca habría sido disparada.

Pero el aporte del militante, al declarar que “escuchó claramente primero el click del arma de Sabag Montiel y que luego lo vio manipulándola, como si tratara de corregir su error”, pone en cuestión ese posible alegato de la defensa.

De todos modos, llama la atención tanto la impericia (¿complicidad?) de las fuerzas del orden y de la custodia presentes en el lugar en el momento del atentado, y el pésimo desempeño del juzgado y de la Policía Federal al no respetar la cadena de resguardo de las pruebas (tal es el caso del arma) o la inutilización del celular del agresor. No es la primera vez que esto sucede: con el móvil del Fiscal Nisman pasó lo mismo.

También resulta sospechosa la lentitud de la investigación y los escasos avances alcanzados a 10 días del hecho delictivo. “Aquí hay complicidad de las fuerzas de seguridad, y quién sabe hasta dónde llegan las responsabilidades de su planificación”, aseguró un ex uniformado retirado que pidió no ser identificado.

“De otra manera, el atentado nunca podría haber sido concretado”, señaló. Y sentenció: “La inutilización de las principales pruebas de la causa permite comprobarlo”.

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