La historia viviente
Recuerdos

Roque Saenz Peña, padre de la democracia argentina

El 9 de agosto de 1914 murió en Buenos Aires el presidente Roque Sáenz Peña.

Por Gustavo Zandonadi, especial para NOVA

El 9 de agosto de 1914 murió en Buenos Aires el presidente Roque Sáenz Peña. Había sido elegido para el periodo 1910-1916, pero su salud debilitada no le permitió ejercer el cargo en plenitud. Su mandato fue completado por el vicepresidente Victorino de la Plaza.

Hijo del también presidente Luis Sáenz Peña, fue abogado, diplomático y soldado voluntario del Perú en la Guerra del Pacífico, en 1879. Pero fue, por sobre todas las cosas, padre del sistema electoral argentino.

En 1910 había anunciado el envío al Congreso de un ambicioso paquete de leyes cuyo objetivo final era dotar de transparencia al sistema electoral. Después de intensos debates, la iniciativa fue aprobada en 1912. Fue un hito fundacional de nuestra historia, porque nos permitió pasar de habitantes a ciudadanos.

Contexto de la reforma electoral

El país que abrió las puertas a la inmigración recibió a miles de almas provenientes de lugares tan distantes como dispares. Todos trajeron su idioma y su gastronomía, pero también, sus conflictos y su ideología. El gran peligro que advirtió la clase dirigente fue el crecimiento del socialismo y el anarquismo entre las clases medias y obreras, ajenas pero no por eso indiferentes, a la política.

A finales del Siglo XIX la aparición de la Unión Cívica Radical puso sobre la mesa la discusión por la transparencia del sufragio. Una seguidilla de tentativas golpistas (1890-1893-1905) fueron convenciendo a Sáenz Peña sobre la necesidad de modificar el sistema. Además tenía, íntimamente, una convicción: el pueblo acompañaría calurosamente al grupo de hombres que condujo al país a estar en los primeros puestos de la economía mundial, como lo estaba entonces.

La importancia de Roque Sáenz Peña en la historia argentina

En 1880 se inició un exitoso ciclo en el que se consolidó la nacionalidad argentina, no como una barrera de contención a la apertura inmigratoria, si no como resultado de la suma del aporte de las nuevas culturas que enriquecieron al ser nacional. Se dio forma a un sistema republicano y federal, como lo previeron los constituyentes de 1853.

Pero esta Argentina en crecimiento no tenía legitimidad popular porque no había democracia como la conocemos hoy. Ése fue el legado de Roque Sáenz Peña: reconocer a los argentinos la mayoría de edad para ser arquitectos de nuestro destino. Su confianza le jugó una mala pasada: el debut de la Reforma de 1912 le abrió el camino a los radicales, que llegaron por primera vez al gobierno de la mano de Hipólito Yrigoyen.

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