
Por Agustina Casalongue, psicopedagoga, especial para NOVA
"Todo arte consiste en dar el ser a algo", expresó Aristóteles. Lo primero que debo recalcar, es que la siguiente información es puramente mi propia experiencia. Desde pequeña siempre dibuje, siempre encontré en el arte un refugio seguro, el lugarcito donde expresar mis emociones, mis pensamientos, recuerdos, o simplemente donde dejaba volar mi imaginación.
Como el arte implica todo eso para mí, comencé a utilizarlo como una estrategia en mis terapias. Es decir, si bien en psicopedagogía siempre complementamos el área pedagógica, trato en de dejar en cada consulta un lugar y espacio para alguna que otra obra.
Los resultados son significativamente positivos, he notado que lo que implica dibujar o pintar estimula la paciencia, se crea un campo de concentración importante donde se deben realizar elecciones en cuanto a colores y personajes, pero lo más impactante es que el arte no solo refiere a las proyecciones, sino también a la planificación y creación de pequeños cuentos.
A veces dibujamos juntos, a veces creamos y pensamos juntos, pero en cada una de estas propuestas logro ver satisfacción, empeño, dedicación y tolerancia frente a lo planteado.
Se abre en el espacio de consulta un camino a la expresión de mis pacientes, y todo aquello que expresan luego me sirve para trabajar o enfocarme en las cuestiones que lo requieran, pero lo que más destaco en esa liberación es que vuelcan sus alegrías, sus temores, sus miedos, sus amores "dando su ser a algo". Sabemos que el arte es terapéutico, pero no debemos olvidarlo. Siempre que haya tiempo en casa es muy importante compartir tareas de arte con los niños.