Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y performer
Sin prisa, pausa ni tregua, no desistiré de llevar a cabo la autopsia minuciosa de las instituciones decrépitas, la política fermentada, la religión anquilosada, la familia castradora, el proxenetismo liberado y el trascendente rol que cumple la trama mediática mafiosa, en la construcción de la vida en virtualidad, excluyente, manipulable y pornográfica, comprometida en grado sumo, con la mentira y lo falaz, con la continuidad de un sistema criminal, la "porquería meditada".
Un apocalipsis hecho de detalles casi banales en su monstruosidad y tan cuidadosamente elegidos, que lo épico queda amarrado a lo cotidiano y hace olvidar lo esencial.
Nadie ignora, que todos los medios de información corporativa, son excluyentes y silencian a quien lance la palabra justa y sin vueltas, en el instante puntual de manifestar "lo indecible", la palabra que realmente informe acerca de lo que acontece y de lo que fue, no del relato fabulado infecto de la mercenaria prensa diaria, que manipula a un pueblo temeroso y cómplice en su silencio, ante la verdad y sus tramas: sólo chismes, alcahueterías, banalidades, intimidades fraguadas en lechos dorados a la hoja, legitimando un dólar ilegal, bautizado como ‘blue’.
No ignoro jamás que el riesgo al silencio es infinitamente mayor que el riesgo de la palabra, que no debe desaparecer en su función vital de “decir algo”, a pesar de todos los obstáculos y riesgos que ello implica en este mundo, violentamente afectivo el asumir dicha función.
La democracia no es un sistema de consenso. Es un sistema en el que cada uno tiene el derecho de expresarse desde sí mismo por sí mismo y elegir acorde a sus inclinaciones y capacidades. Cada uno es realizador de sí mismo y punto, ¿o no?
Entonces, de qué democracia hablan los fantoches politicastros y demás fauna habilitada de mercaderes, tibios cobardes y traidores, que componen el ‘cómic’ político cultural aberrante, colonizado de la región, mascotas de imperios en putrefacción, sin Libertad de Expresión, para comunicar a una sociedad desinformada y anestesiada, que camina alegremente a su desaparición, atrapados en la selva de la ignorancia diseñada, en tendencia gourmet.
Yo no puedo contar toda la historia, no puedo ser tú, no puedo hablar por tú boca, no puedo poner tú cara, pero quiero saber si estás dispuesto a hacerlo, en el caso de estar en situación de peligro, sería la disposición ordenada de una jerarquía que te haría intervenir conforme a tú grado de importancia, para ti y el resto.
La fuerza del alarido de los pueblos surge en un mundo destripado, sin ánimos de inventarse victorias... Todas las posibilidades humanas confundidas, desencadenadas, furiosas, ávidas de lo imposible recorren los caminos del mundo.
La muerte y la indigencia aúllan en la masa sangrante de las legiones dispares, de Yemen a Viena y de Damasco a Buenos Aires, millones de seres invocan al mismo tiempo cien razones para volver a ser salvajes.
El drama se ha gestado según pasaron los años de este milenio de boatos fúnebres, el conflicto entre generaciones que se acusan nunca ha sido tan grave, como el que separa el ‘bajo coeficiente’ de un ser mediocre... Y esos seres que vuelan a ras de tierra, gracias a una casualidad - que no es por desgracia única – que llegan a conocer la gloria oficial simulada, un modo que se replica para llegar a la cima del porno y la entrega, en función institucional habilitada por gobiernos disfuncionales, incapaces y fraudulentos.
Donde hay representación hay dictadura del simulacro político. La lucha contra la representación en espacio político y de las instituciones que lo conforman, debería ser la orden del día, para no perpetuar la farsa de una democracia simulada, donde los de siempre dictan y ordenan el devenir de la vida de comunidades adormecidas y carentes de vocación humanista, asimiladas a la voluntad de ser.
La función de los dirigentes políticos, no es proteger una situación contra las reacciones de quienes la padecen sino proteger a estos de aquella.
Toda resistencia comienza por la lucidez, todo enfoque lúcido genera preocupación en las hordas mafiosas de multinacionales esclavizadoras y corporaciones criminales de medios monopólicos, que generan ante la posibilidad de modificación de rumbos en la vida de los pueblos, “miedo”, el arma letal al que en plena pandemia del Covid, se ha potencializado de manera preocupante, sin ánimos de organismos mundiales de valorar la modificación de conductas de la humanidad toda, devenida en violenta, discriminadora, egoísta y ávida de recuperar el ‘tiempo perdido’…
La humanidad se ha naturalizado, glorificando los mitos y las leyes de la destrucción: ruina, entropía, caos.
Cuál transeúnte de búsquedas en los caminos de la historia de la cultura y el rastro de sus hacedores, resulta agradable, a pesar de la censura a la que me exponen los mandaderos y mandarines del poder travestido gubernamental y de sus socios, los opositores, proxenetas simulados de la mafia, patrones del “gran juego global de usuarios del tajo sonriente”, mostrar y señalar, sin remisiones ni alternativas, la continuidad escandalosa de estafas que nos presentan, los hacedores de realidades perturbadoras de genio y de idiotez, devenida en crónica de encuentros clandestinos con el "deber ser" y encuentros comprometidos con allegados a la farsa reinante…
Tarea ardua confrontar con los conflictos personales de quienes dictan y rigen en el espacio de la cultura, en Argentina. Burócratas bestiales, que hacen ostentación de una ignorancia absoluta, acerca de la naturaleza del arte y de la psicología de los artistas y creadores, hoy en franca desaparición.
Compromisos políticos presentados como el ideal del milenio, eminentemente destinados a ser verdugos de una sociedad que permanece en estado de incertidumbre insoportable, congelada en el umbral de los sueños perdidos.
En el amplio entramado de discursos apócrifos de la contemporaneidad, pueden reconocerse, como paradigmas innegables, los relatos que, desde la ficción, indagan, representan la realidad oculta, mediata e inmediata de una Argentina en franca caída y disolución como Nación libre y soberana.
Si sobre el filo de la revolución de 1789, un incendiario como lo ha sido el Marqués de Sade, proclamaba todavía: "¡Franceses, un último esfuerzo si queréis ser libres!", para mí, ya no hay esfuerzo que valga 233 años después. Todo se ha perdido irremisiblemente y sólo queda la puerta estrecha de las buenas intenciones del colaboracionismo con la mentira elevada a símbolo, de ninguna fe y el camino a la cloaca.
En este proceso revelador que propongo, en la que imputó a la suprema grosería de políticos de ocasión, intelectuales de 'patisserie', artistas conmovedoramente espantosos, infiltrados a conveniencia de mercachifles destructores de la cultura, hoy devenida en una construcción escatológica, de la razón burguesa, tan afín al espíritu de la sociedad argentina, inconciliable con la verdad, representando torpemente el rol de enunciadores del discurso vacuo que ha sentado reales en una Argentina réproba, relegada a la zona de lo "innombrable".
Blanquear a los Nadies (Galeano dixit) es la orden del día, un juego tramposo archiconocido, donde cualquiera, es decir los de siempre, no dejan por nada ni nadie sus puestos de dirigentes del A.B.C. argento y de la región, los alias habilitados, los que juegan con la vida de pueblos en situación de sumo peligro, los metaforizados buitres carroñeros de garras débiles, pico insidioso y alas inmensas, los prodigiosos insectos, plaga endémica… Los inquisidores perpetuos, hoy representados por las crías parásitas de funcionarios gerontes que dictan y rigen un futuro sin metáforas ni alegorías que los lleven a pintar su piel.
La irrupción de la tecnología ha arrebatado a entidades trascendentes, invadiendo todos los espacios que hacían de la vida en naturaleza-arte y vida 'algo' digno y feliz de experimentar, sintetiza la narrativa de la historia caprichosa y arbitrariamente, vincula el presente, a un sin tiempo, a un no lugar, una percepción de un presente eterno, que anula toda posibilidad de modificar un pasado que se construye sin registro en lo real de los significados y significantes, desintegrando su identidad histórica y existencial.
Nos queda el lenguaje, cuál componente de la historia, pero cuando se desplaza por la confusión en que medios y redes sociales narran el presente sin destino y pérdida de sentido, el vacío de significados provoca una pérdida de la vigencia de lo “real” para, de ese modo, dejar el pensamiento humano librado a una suerte de ser un eterno paria de lo que jamás aconteció.
¿Cómo podemos construir un mundo plural si continuamos convirtiendo las diferencias en desigualdades? Demos espacio de honor al disidente que nos habita, no le demos la espalda, por temor a ser estigmatizados por comunidades atomizadas por la virtualidad y la ficción que compran en redes, cuál tendencia prostibularia de sumisión y de entrega de la identidad en formato de usuario de redes sociales por donde circula la información de los acontecimientos, sin dar espacio al proceso por el cual se arribó al acontecimiento.
Y la trama crece, “todos para uno y uno para uno”, pactos de los reptantes tras el lucro y la coima: amasijo de ratas mojadas, replicadas y publicitadas en noticias fraudulentas, delictivas, de empresarios ‘todo terreno’, títeres de multinacionales, los sponsors de gobernantes incapaces y fabuladores, sin dejar de mencionar a los sindicalistas representantes de ellos mismos, con una turba de trabajadores huérfanos de espejos.
Y bien, nada sucede a destiempo y el lenguaje es el instrumento que utilizó para describir la realidad obtusa que experimentamos. El lenguaje es la base de la narrativa que podría ser de utilidad para asimilarse a una propuesta plural, profundamente política y antiautoritaria, en este sistema de sujetos-objetos, que preparan su cuerpo para los gusanos, soportando lo insoportable, en nombre de una democracia ficcional al servicio de mafias corporativas, incluidas las mediáticas, donde la verdad ha sido eliminada en nombre del “Vellocino de oro”.