“Si renuncia, va a quedar en la historia como el nuevo Raúl Alfonsín. Y si se queda, va a tener irse a vivir lejos de Argentina”, nos expresó en una charla “off the record” un funcionario de peso en el Gabinete nacional. Muy cercano a él.
El presidente Alberto Fernández se encuentra atrapado, y sin escapatoria. La vicemandataria Cristina Fernández de Kirchner lo tiene donde quiere y sabe que, en el juego de la política, ya es un jaque mate. No hay vuelta atrás.
“Si me siguen jodiendo, renuncio y que se vayan todos a la mierda”, afirman que esbozó el Presidente en aquel fin de semana fatídico, según fuentes oficiales de la Casa Rosada. Luego de aquella frase tan fuerte, Fernández se encerró en su despacho en soledad, unas 3 horas. Argentina estuvo vacante y a la merced de nadie por un acotado tiempo.
El máximo mandatario ya no da más y no piensa realinear su vínculo con CFK, así lo estiman dentro y fuera del Gobierno nacional. Ya que, el jefe de Estado entendería que el kirchnerismo duro no lo quiere y ni siquiera lo defienden ante la ola de opositores en la política. Sin ir más lejos, tan solo el mandamás de Diputados, Sergio Massa, es quien ha dado algún mínimo apoyo a la flamante ministra de Economía, Silvina Batakis.
La inflación supera el 60 por ciento, el desempleo y la pobreza superan los 50 puntos, el Riesgo País a más de 2700 y el dólar amaga con romper la barrera de los 300 pesos. Todo ello, sumado a que la titular de Hacienda enmarca que no hay cambio de rumbo y la emisión monetaria no se hace esperar en el Banco Central de la República Argentina (BCRA).
A todo ello, el Presidente repite aquella imagen en soledad, saliendo desde dentro de la Casa Rosada. Sin siquiera contar con la compañía de los granaderos u oficiales de seguridad. Desprotegido desde los pies hasta la cabeza. Seguramente cada día es un nuevo martirio, en donde bajo pastillas, bebida y tecleando su segundo celular, espera con ansias poder culminar de una vez por todas su mandato.
Ni siquiera aquella arenga del ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, de que vaya en busca de una reelección, lo salva. La “rosca” quedó de lado y se deja estar, como todos aquellos argentinos que no saben si irse del país, esperar una solución “mágica” o apostar a una alternativa política que todavía no hay.
Mientras algunos siguen, desde hace años, esperando ese renovado “Que se vayan todos” o supuesto estallido, el Presidente continúa en su afán de interrogarse así mismo. A NOVA solamente le llegó la información de que lo pidió hasta oficialmente irse, pero para CFK no es potable aún, porque ella no quiere agarrar el fierro caliente y, en el Poder Legislativo, no le garantizarían que uno de su riñón fuera a ser electo por la mayoría.