
Por Alexis Alderete, licenciado en psicología (MP 85367)
La salud mental es un tema que ha estado acompañado, por mucho tiempo, de estereotipos que se han ido deconstruyendo en la sociedad y la cultura. La cultura del machismo que aún se encuentra vigente, refuerza especialmente en los hombres, la falta de autocuidado y el abandono de la salud ya sea física como mental
Ha contribuido ampliamente, a configurar lo masculino con características que tienden hacia el aislamiento (visto como independencia), la dureza (como fortaleza) y la autocensura de las emociones y por ende la expresión de toda señal de sensibilidad es vista como signo de debilidad entre los pares.
Los hombres piensan que los problemas no son de la importancia para acudir a un profesional de la salud mental.
Sobrevaloran sus propias capacidades para afrontar sus problemas y solo acuden a la misma cuando ya el problema los desborda en el día a día o no le han encontrado una solución por sí solos, sintiendo a veces que han fracasado como hombres por no resolverlos solos
Lo que hace finalmente consultar a los hombres es frente a la situación de desborde. Lo que hay que romper es la complicidad que todos tenemos en el mantenimiento de estas normas tan dañinas y tóxicas.
Hay que crear una cultura que detenga la narrativa sobre el sufrimiento silencioso y las expectativas de que los hombres deben ser fuertes, estoicos y reservados.