Por ejemplo, abundaron las bombas de estruendos, no hubo un momento en que la pirotecnia sonora y por demás fuera de los límites establecidos por la ordenanza municipal, dejara de oírse. Con este accionar les dijeron a los padres de niños TEA y a los protectores de mascotas, “No nos importa nada”. Con ese accionar les dijeron a los padres, que Formosa no va a adherir a la Ley de discapacidad si es que ello contempla dejar de usar pirotecnia que podría alterar a los chicos con estas capacidades diferentes.

El virus deja de ser contagioso y peligroso cuando la multitud es gildista. Bajo la excusa de celebrar el aniversario de la provincialización, la multitud de personas giró en torno a la figura del único prócer en la tarde: Gildo Insfrán.

No había barbijos, hubo mucho abrazo, hubo mucho amontonamiento, la distancia social bien gracias; y por supuesto que ante la atenta mirada de los mismos que una vez en conferencia de prensa decían por las concentraciones de la gente que no apoyaba a su Gobierno, que estaban fomentando el contagio. Incluso el inefable ministro de Salud, Aníbal Gómez, llegó a decir por ciertos funcionarios que propagaban el virus, con ese nivel de irresponsabilidad.

La adoración al Rey

Y por si faltaba algo más para comprender el nivel de adoctrinamiento, y cómo por un sueldo miserable se expone a la gente, (NdR: muchos empleados municipales y hasta del Ejecutivo Provincial contaron a NOVA en off, lo inadecuado e innecesario que fue exponer a la gente al frío, a altas horas, sin necesidad alguna por un desfile que de genuino no tuvo nada) a adorar la figura de la única deidad en estas tierras: Gildo Insfrán.

Y ver a niños portando globos azules con la inscripción de Gildo o a docentes; o a legisladores conversos como Patria Arguello, otrora crítica acérrima del gildismo, y luego la más gildista de la troupe.