Política
Se corrió un límite

En Formosa se le pegó una patada a la libertad de expresión y de prensa

Insfrán está tan cegado en su odio hacia el que no piensa como él que puede mandar a golpear a periodistas o dirigentes opositores como a fanáticos, sin distinción. (Dibujo: NOVA)

Se cruzó un límite y lo peor de todo es que, en la Formosa de Gildo Insfrán, todavía puede seguir corriéndose más la línea. Este miércoles una patota golpeó a un grupo de trabajadores de prensa que solamente intentaban hacer su labor.

La policía miraba impávida cómo una joven de 26 años era agredida por otras mujeres, mujeres más grandes, mujeres adultas, y un concejal, en vez de frenar para parar la situación, solo se escabullía.

¿La justificación para la golpiza? Que la periodista y el grupo de trabajo, insultó. Haya sido esto así o no, la violencia no es el camino nunca. Si para un político o un funcionario, un periodista con un micrófono y un teléfono celular es equivalente a tener un palo y andar encapuchado, algo está mal y no puede quedar impune.

No se trata de descalificar la labor, no se trata de querer anular los derechos solamente recurriendo al mote “opositores” o de inventar aquello de “incitadores del odio”. Porque los que pegaron, son los “pacifistas”. Se ha corrido un límite y no lo podemos dejar pasar por alto.

Julieta González, Matías González, Leonardo Fernández Acosta, han sido agredidos cobardemente por un grupo de personas que evitó que un concejal del justicialismo, respondiera preguntas.

El funcionario está en todo su derecho a no emitir opinión, caminar tranquilo hacia su camioneta y marcharse. No está obligado a responder preguntas incómodas, para eso existe la libertad y así funciona la democracia. Pero en vez de ello, permitió, porque no hacer nada para frenar el acto de violencia, es permitir, es un acto de omisión grave.

Hugo “Cacho” García justificó horas después la violencia diciendo: “Repudio todo acto de violencia, pero también los agravios”. Es decir que para el edil, es lo mismo que un grupo de mujeres que responden a su agrupación, golpeen a una periodista porque afirman ella y otros más los insultaban (versión, por otro lado, muy poco creíble ya que hay vídeos) y entonces es lo mismo un vituperio a una trompada.

El papel de los demás concejales del oficialismo, también ha sido lamentable. No levantar la mano para apoyar un acto de repudio a la violencia que se vivió el fin de semana anterior, el sábado 4 de junio en el barrio Divino Niño, donde nuevamente se cercenó el derecho a informar, a trabajar libremente que tienen los periodistas, por el solo hecho de que esta era una propuesta contraria a su jefe político, a su dios sin aureola, Gildo Insfrán.

¿Tanto es el temor que legisladores que no dependen de un Gobierno, porque han sido elegidos por la gente y no por el dedo inquisidor de este tirano disfrazado de mandatario demócrata, que no son capaces de levantar la mano para decir, aunque sea sin dar nombre, “No a la Violencia” y ya?

Elena García, Fabián Cáceres, Hugo García, Darío Di Martino, María del Carmen Argañaráz, Marcelo Sosa y José Delguy serán recordados por apañar que una patota golpeara a periodistas, y por hacer silencio cuando días atrás no los dejaron trabajar y fueron amenazados ante el silencio cómplice de la cúpula policial: los dos Jefes de la Policía fueron “echados” por unos matones que responden a un puntero cuasi mafioso como Daniel Tafetani y otros que son de la agrupación “Por Siempre Compañero” que responden al “Cacho” García.

Se corrió un límite muy peligroso y lo que más aterra es que no se sabe cuál es el techo. No se sabe si puede haber más. Leonardo Fernández Acosta fue contundente: “Esto va a terminar con uno de nosotros muertos, porque ya nos amenazaron el sábado en la escuela, ahora nos pegaron… el próximo paso ¿cuál será? ¿matarnos?”.

Y por si esto fuera ya de una película de terror, la Policía no quería dejar entrar a la gente fue agredida pero sí hizo lo propio con una de las agresoras. Así como pasó el fin de semana pasado, cuando el Jefe de la Policía de Formosa se excusó diciendo que él solamente se encargaba de la seguridad afuera de la escuela -como si se tratara de un edificio privado-, y se retiró dejando que unos matones increparon a los colegas que querían entrar a cubrir el evento, así mismo pasó el miércoles, cuando ningún uniformado respondía por la desesperación de las personas que querían saber qué había pasado con Julieta González, la periodista agredida que entró a la comisaría pero no se la veía. Y tampoco permitieron que una diputada provincial pudiera ingresar al lugar. Con un remate de película, de la peor película de terror: “Esta es mi casa”, dijo el Comisario Carlos Vera ante los micrófonos y las cámaras, desafiando toda norma.

Gildo no hace distingos, puede mandar con su guardaespaldas a sacarse de encima a un periodista como a un fanático que quiere acercarse a saludarlo. Esta bajada de línea es clara y todos sus soldados, salieron a bancar la parada.

Legisladores nacionales, provinciales y municipales, todos alineados con el régimen, justificando el “no ser periodista” de los colegas, para casi afirmar que estuvo bien que no los dejaran trabajar y que los hayan golpeado en la calle. Es muy grave para una democracia.

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