
Por Noël Gibelli, especial para NOVA
Vivimos en un mundo lleno de exigencias, donde cada vez tenemos más casilleros por llenar y menos tiempo para hacerlo. La inmediatez parece haberlo cubierto todo.
Para quienes somos padres, el día comienza con el anhelo de que el niño se vaya habiendo tomado el desayuno que preparamos con tanto esmero, ilusión y vértigo; sin embargo, la taza y las galletitas con mermelada brillan en el desayunador porque no hubo tiempo y la escena parece anticiparnos de qué va la película.
En líneas generales, la podríamos titular “La corridas de…..” y solo completarla con el nombre propio de cada uno.
Nuestra rutina laboral tiene esa misma dosis de adrenalina, el periodismo es inmediatez, exclusiva y último momento. Pero todas las profesiones cuentan hoy con la misma prisa, fieles habitantes en el mundo del “llame ya”.
Un amigo sabio el otro día comentaba que las tostadas se hacían más rápido si te ocupabas haciendo otra cosa y claramente las encontrás quemadas. Gracias Julio, que loco esto del tiempo.
Ahora bien, hay opciones, sí, de verdad, se puede pegar un volantazo (tenía que ser algo rápido y drástico). Podemos rebelarnos en este mismo momento y elegir disfrutar al menos de algunas de las tomas de nuestro propio film.
En mi camino personal hacia el disfrute, en mi propio proceso de saborear la vida, me he convertido en una gran buscadora de herramientas y recursos para caminar con los pies descalzos sintiéndolo todo, si no sos tan romántico o romántica como yo, creo que igual encontrarás tu manera de vivir un poquito mejor o guardarte un momento para traerlo a tu mente y sonreír antes de dormir.
Hoy les comparto el decálogo de la serenidad de San Juan XXIII, para hacer el intento de leerlo con calma, con la ilusión de que sólo por hoy, nos permitamos amar sin temor, dar sin esperar, sentir la tranquilidad de haber sido creados para ser felices y quitarnos la etiqueta de las expectativas ajenas, que en general, tampoco eran tan altas ni asfixiantes como suponíamos.
Deseo que solo por hoy, tomando un mate o un café, te sientas feliz y sonrías porque tu corazón late con fuerza.
Acá se los comparto. Eternamente gracias por llegar hasta este punto que nunca tiene final, porque se queda en vos que estás leyendo y se queda en mí que espero sin ansias volver a escribir.
Decálogo de la serenidad (San Juan XXIII)
Solo por hoy trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver los problemas de mi vida todos de una vez.
Solo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé criticar o disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
Solo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no solo en el otro mundo, sino en este también.
Solo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.
Solo por hoy dedicaré diez minutos a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
Solo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
Solo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
Solo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
Solo por hoy creeré firmemente -aunque las circunstancias demuestren lo contrario-, que la buena Providencia de Dios se ocupa de mí, como si nadie más existiera en el mundo.
Solo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.
(*) Actriz, publicitaria, conductora.