El deterioro de nuestras relaciones sexuales puede ser un síntoma predictivo de que algo no va bien en nuestra salud general. Cáncer de próstata, enfermedades cardiovasculares e infartos de miocardio pueden estar relacionados con la mala salud sexual.
Practicar sexo tiene muchos beneficios tanto para el hombre como para la mujer. Y es que “es una actividad beneficiosa para nuestra salud por varios motivos”, recuerda Manuel Alonso Isa, urólogo y experto en la Unidad de Cirugía Reconstructiva y Andrología de ROC Clinic. “Tiene beneficios cardiovasculares, reduce el estrés, mejora el sueño, refuerza lazos afectivos, es un analgésico natural, mejora la salud ósea, previene el cáncer de próstata, refuerza el suelo pélvico previniendo la incontinencia y mejora nuestras defensas”.
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— Luxtal (@por_hora_Luxtal) April 25, 2022
Además, la práctica sexual, apunta Jesús Rodríguez, director del Instituto Sexológico Murciano,“se correlaciona de forma positiva con la salud cardiovascular, ya que practicar sexo supone un gasto energético similar a subir dos pisos de escaleras, lo que no deja de ser una actividad física saludable para evitar enfermedades cardiovasculares”.
Concretamente, prosigue Alonso Isa, “el sexo se considera una actividad aeróbica que quema calorías”. Según sus datos, “se estima que, por cada minuto de sexo, el hombre consume de media 4,2 Kcal, y las mujeres 3,1 Kcal, y esto ayuda a combatir el síndrome metabólico (dislipemia, obesidad, hipertensión, diabetes…) y favorece la salud de nuestro sistema cardiovascular”. Además, no hay que olvidar que “durante el orgasmo, parte de las hormonas liberadas tienen propiedades vasodilatadoras, que permiten una mejor circulación de la sangre, evitando así la formación de coágulos”.
A la vista de lo expuesto por los expertos, tener una vida sexual activa y de calidad puede ser muy beneficioso para la salud, sin embargo, no tenerla o notar cierto deterioro en esta faceta de nuestra vida puede ser un indicativo de que de algo no va bien lo que puede ayudarnos a detectar precozmente determinados problemas de salud que pueden llegar a ser graves.
Como se ha comentado antes, la salud sexual está relacionada con el riesgo cardiovascular, porque puede ser un signo de que algo no va bien. Y es que, es una realidad que “la población con disfunción eréctil, sobre todo, por debajo de los 60 años, suele compartir los mismos factores de riesgo que la población con cardiopatías: hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, tabaquismo, obesidad, hiperlipidemia”, recuerda Alonso Isa.
De hecho, “existe bastante acuerdo entre los especialistas en que la disfunción eréctil suele preceder a los problemas cardíacos debido a una disfunción del revestimiento interno de los vasos sanguíneos (endotelio) y del músculo liso”, informa Rodríguez. La principal expresión de la enfermedad cardiovascular, explica Alonso Isa, “es la cardiopatía isquémica, que, a su vez, es la responsable del infarto agudo de miocardio. Las exploraciones radiológicas de los vasos sanguíneos en pacientes con cardiopatía isquémica, como la angiografía, han demostrado una correlación significativa entre el número de vasos ocluidos y la función eréctil”.
Las arterias del pene, prosigue, “tienen un calibre inferior a las coronarias (el diámetro de las primeras es de 1-2 mm frente al de las segundas: 3-4 mm) y se sitúan entre las primeras que sufren los estragos de la aterosclerosis. Así, es posible que una placa aterosclerótica del mismo tamaño pueda afectar al riego de las arterias del pene y no a otras arterias más gruesas”.
Estos datos anatómicos se relacionan con los estudios clínicos que muestran la disfunción eréctil como un marcador precoz de las enfermedades cardiovasculares. Según datos de la American Heart Association, “hasta un 64 por ciento de los pacientes con disfunción eréctil de origen vascular sufrió posteriormente un infarto de miocardio; la disfunción eréctil se manifestó clínicamente antes de que el paciente supiera que padecía un proceso cardiovascular”. Además, “el 57 por ciento de los pacientes que sufrieron una intervención de un proceso de cardiopatía isquémica padecía disfunción eréctil”. En España, “se ha estimado que un 93 por ciento de los pacientes que tienen alguna enfermedad cardiovascular padecieron entre dos y tres años antes disfunción eréctil, por lo que la disfunción eréctil podría predecir o alertar sobre muchas de las futuras enfermedades cardíacas y ser un importante marcador precoz del riesgo coronario y del desarrollo de una futura patología cardíaca”, subraya el experto de Roc Clinic.
En el caso de la hipertensión arterial, entre el 8 y el 10 por ciento de los hombres hipertensos que no tienen tratamiento presenta disfunción eréctil en el momento del diagnóstico.
Por lo que respecta a la diabetes, la relación se estrecha. La disfunción eréctil es muy habitual entre los hombres que la padecen, sobre todo en la tipo 2. La razón de que ocurra esto se encuentra en la alteración del sistema nervioso periférico, en problemas vasculares o en el escaso control de la glucosa en sangre. Es importante señalar que en los diabéticos tipo 2, la disfunción eréctil suele aparecer en edades más tempranas y en la forma más grave, por lo que puede ser un signo predictdivo de diabetes.
En el caso de eyaculación precoz, otro problema muy habitual en los hombres y que afecta a entre el 16 y el 23 por ciento de los varones, según datos de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria, las causas son múltiples y "van desde el consumo de drogas, fármacos irritantes prostáticos, hasta alteraciones neurológicas, ansiedad ante la relación sexual, rapidez en la estimulación sexual, incluso, falta de habilidades sexuales".
En el caso de la mujer, añade el sexólogo, “si bien no tiene un mecanismo de erección tan evidente como en el hombre, sí que necesita que se provoque una vasodilatación en la zona genital que provoca la lubricación y prepara a la vagina para la penetración, por tanto cuando identificamos un trastorno de arousal o excitación en la mujer podríamos también estar ante las primeras señales de un problema de salud cardiovascular”.
Además, como apunta Alonso Isa, “la falta de orgasmos en las mujeres también se relaciona con un mayor riesgo estas afecciones”. En un estudio inglés que estudió a un centenar de mujeres que habían sufrido un infarto “se vio que el 65 por ciento de ellas era incapaz de sentir placer, en comparación al 25 por ciento de las que tenían esta condición en el grupo de control que no tenía problemas cardiovasculares”.