Desde que terminó su mandato como diputada nacional, Gabriela Cerruti, fue reacomodada en el Gobierno de la mano del presidente Alberto Fernández, quien la designó como portavoz oficial de la Casa Rosada.
Recordemos que la comunicación presidencial atravesó aguas turbulentas por la propia interna oficialista, entre el kirchnerismo y el albertismo, cuando el ex secretario de Comunicación y Prensa, Juan Pablo Biondi, fue acusado de operaciones de prensa, ni más ni menos, que por Cristina Fernández de Kirchner. En ese puesto, el mandatario designó a Juan José Ross.
Días después, Gabriela Cerruti fue puesta por el Presidente a ser la portavoz de la Casa Rosada, para que enfrente las habituales conferencias de prensa oficiales, con la información del Gobierno.
Pero la ex diputada esta última semana, mostró fuertemente la “hilacha”, al querer dar clases de periodismo, justamente, a periodistas, siendo ella colega es peor aún que atente contra la libertad de expresión, con un amedrentamiento público a profesionales de la comunicación, sin sonrojarse.
Para colmo, Cerruti contó con todo el aval del presidente de la Nación, quien retuiteó una publicación (como avalándola) con un video que justificaba la respuesta subida de tono de la portavoz contra la periodista Cecilia Devanna, cuando en realidad quedó expuesta toda su tiranía.
Todo comenzó cuando la periodista le consultó si la relación entre la Argentina y los Estados Unidos creció en tensión por las visitas de Alberto Fernández a Rusia y China, en medio de la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y, presuntamente, esto había hecho eco en un alto funcionario del Departamento de Estado de los Estados Unidos.
Pero la portavoz se agarró de esto último para criticar, esquivar la pregunta y amedrentar con una verborragia y vehemencia casi violenta a la periodista y, sobre todo, poniendo en duda su fuente de información, que era un “off the record”.
"Que una opinión de una persona no identificada sea tomada como la opinión del Departamento de Estado de los Estados Unidos y sea la tapa de los diarios es una novedad para el ejercicio del periodismo. El Gobierno argentino no escuchó a funcionario alguno hablando sobre esto”, sostuvo Cerruti.
Sin embargo, hay dos verdades irrefutables: la primera es que congresistas de los Estados Unidos sí hicieron pública su preocupación por la relación de Argentina con Rusia y China, como fue el caso de Matt Gaetz, lo que significa que algún tipo de resquemor se encendió en el país norteamericano, más aún en pleno conflicto entre Ucrania y Rusia.
Lo segundo, es que acto seguido, la propia Gabriela Cerruti tuvo que salir a pedir disculpas, no fueron públicas, pero sí por privado, según contó la periodista Cecilia Devanna. Esto se traduce en que actuó de la peor manera. Un ejercicio político que amedrenta a la libertad de prensa y de expresión y recuerda a los más oscuros tiempos de la Argentina, que justamente no fueron democráticos.
El último viernes, la propia portavoz envió un mensaje a varios de los acreditados periodistas de la Casa Rosada por su crítica en el “ejercicio periodístico” y por el manejo de las fuentes de información.
“Quiero decirles que me molesta e incomoda la exposición de ayer (por el jueves). Mi trabajo es darles información sobre el Presidente y aparecer yo lo menos posible. Y cuidar la relación con ustedes. Así que disculpas por lo que haya manejado mal yo, espero volver a nuestra habitual y cordial relación ya mismo”, decía el texto enviado.
Sin embargo, la actitud ya quedó expuesta, a la vista de todos: al gobierno no se le puede preguntar lo que incomoda, solo sirven cuestionarios de aduladores y amigos.