El columnista invitado
El arte del innovador contestatario

La anticuaria nueva derecha y su verde maduro en Argentina

Se basa en los principios de siempre y es vendido como un producto diferente, algo así como embotellar agua de la canilla.

Por Ulises Catriel Cuenca, especial para NOVA

No me canso de repetir la cita del escritor y abogado marplatense Nicolás Márquez: “La derecha se divide en 3 vertientes independientes una de la otra, entre conservadurismo, nacionalismo y liberalismo”.

Bien podría retornarse al título de la nota en donde no se trata de una diestra expuesta en solitario, sino más bien se le añade ese modificador directo de “nuevo”. Algunos esperarían que se agregue algún condimento especial o alternativo a esa definición que el coautor de “El libro nuevo de la nueva izquierda” expresa. Sin embargo, no hay más.

Si bien aparecieron batalladores culturales más mediáticos y con argumentos bien profundizados, como son los casos de los economistas liberales Miguel Boggiano, Manuel Adorni, Diego Giacomini, Nicolás Morás, Javier Milei y José Luis Espert, o bien los casos de aquellos conservadores al estilo de Agustín Laje, Fátima Mercado, Patricia Soprano y Guadalupe Batallán. Vale recalcar que el camino se refiere sumamente al mismo.

Bajo las ideas del nacionalismo se ha llevado siempre la posta defendiendo a los héroes militares que batallaron contra el terrorismo subversivo durante el Proceso de Reorganización Nacional y aquellos que también dieron sus vidas por las Islas Malvinas Argentinas. Todo ello difundido desde la censura más rancia a ductos informativos como Toda La Verdad Primero con las voces de Juan Manuel Soaje Pinto y Adrián Salbuchi, y también Antonio Caponnetto desde Cabildo.

Cabe subrayar que se entiende el hecho de la popularidad que ha tomado el estallido del terreno cultural entre defensores de la vida y la familia, yendo contra los lobbies LGBT, feministas y hasta propulsores del genocidio infantil que significa el aborto. Con lo cual, se abrió paso a que los jóvenes salieran a expresarse, sin importar el termómetro de la corrección política.

El artista Emmanuel Danann, la intelectualidad comunicacional de Arturo Maluco, el periodista Eduardo “El Presto” Prestofelippo y la rebeldía del músico Ricardo Iorio, fueron los primeros desenlaces en las redes sociales, excepto del último que se trata de un referente metalero histórico, pero en el atardecer del tiempo tomó relevancia acerca de sus posturas radicales.

O sea, la “nueva derecha” se intentó demostrar como una suerte de espacio en donde los extremismos anarcocapitalistas, nazis y ultrareligiosos tomaban consensos, para poder ir contra la izquierda progresista, comunista y socialista. Siendo finalmente ese espectro anticuario de siempre, pero en busca de un lavado para la cara.

La constancia por situarse en el centro

El miedo a llamarse derecha se trasladó hasta en los movimientos, ya que en Argentina hubo un intento de construcción para hacerlo visualizarlo como algo malo. Mientras la izquierda llevó su mote hasta en las denominaciones de coalición, junto a símbolos como la hoz y el martillo, cualquier referencia hacia esvásticas o un Ford Falcon verde eran inmediatamente repudiados. Pero la comunidad de la “corrección política” hizo la vista gorda ante los famosos Gulags de la Unión Soviética (URSS).

Las diferentes vertientes de la derecha ayudan a dichos enunciados con sus respectivas fobias hacia los extremos, queriendo amalgamar el delicado centro político. Ya sea con los nacionalistas que hablan de “una tercera posición” y liberales que se dejan influenciar con el progresismo cultural del “individualismo”, hasta aquellos conservadores que se dejan llevar por el placer del control financiero.

Ahora bien, todos estos son los primeros en romperse las palmas de las manos aplaudiendo cada exposición del presidente brasileño Jair Messias Bolsonaro, apoyando la candidatura de José Antonio Kast y hasta se les llenan los ojos de melancolía por Donald Trump. Solo ellos mismos se entienden.

¡Es la falta de líderes estúpido!

Milei ha sido venerado como un estilo de líder indiscutido para muchos, pero se olvida que detrás de todo aquel armado que le otorgó ese 17 por ciento en las elecciones legislativas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) se encontraban figuras como el escritor Nahuel Sotelo, la abogada Victoria Villarruel y hasta el youtuber financiero Ramiro Marra. Un conservador, una patriota y el condimento del peronismo republicano respectivamente. No todo es mérito exclusivo del mediático economista.

Con lujos y detalles, si uno hace un seguimiento de los discursos del ahora electo diputado de la Nación, se puede testear una cierta modificación de llamado en sufragios. Por ejemplo, de afirmar que se vivía “alimentando a bananas” como un gorila, paso a destinar ataques durante toda su campaña hacia sectores de la Unión Cívica Radical (UCR) por “ser parte de la Internacional Socialista” (ignorando que fue expulsada en 2015 tras oficializar su adhesión a Cambiemos).

Asimismo, no puede ser tomado en serio Milei, ya que no se mantiene en una línea recta de ideas que afirmen al 100 por ciento que puede representar a toda una derecha, como si sucede con Santiago Abascal desde VOX en España o Marine Le Pen y el Frente Nacional de Francia. El ahora legislador se expuso en señalar de por vida a la UCR, pero si llegar a perdonar un personaje siniestro como el ex ministro K de Economía Guillermo Moreno.

Lejos queda el ex senador nacional Alfredo Olmedo, sacando su campera amarilla flúor y estilo dialéctico poco formal, quien supo llevar a espaldas sus cercanías con el nacionalismo de Alejandro Biondini, el conservadurismo provida de Cecilia Pando y hasta indicar que no sabía de economía, pero le gustaba la idea de “cerrar el Banco Central de la República Argentina (BCRA) como anuncia Javier Milei”.

¿Dentro de Juntos para enfrentar a Todos como Republicanos contra Demócratas?

Este punto es muy loable para desarrollar en el significado de que los libertarios, y hasta algunos conservadores, sentencian que para el 2023 habría que realizar una “megapaso” para poder correr la brújula de Juntos hacia la “nueva derecha”. En ese caso, están quienes plantean el hecho de que podría “salir mal y terminar licuando una gran estructura de alternativa a los ‘amarillos’, como sucedió con los radicales”.

Fuentes anónimas que mantuvieron charlas en secreto con Espert, evocan que el economista “visualiza como objetivo ir dentro de la oposición, dependiendo de cómo se comporten en el Congreso de la Nación”. Sin ir más lejos, son vaivenes constantes y no hay una propuesta concreta en cierto sentido.

Ante todo lo referido, es propicio dejar en claro que no existe ninguna “nueva” derecha, más bien es la misma de siempre y con demasiados referentes esparcidos por el ego. Ello culmina con un retraso en su madurez total, para entender cuál sería el camino central al que debe hacerse un trazo escueto de paralelismos.

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