
Por Alejandro Tancredi, abogado y conductor del programa "Argentina, Sociedad Anónima"
Los sucesos acontecidos estos últimos días en el escenario de la política y las instituciones me lleva a una pregunta central ¿a los políticos, en verdad les interesa la Argentina? Y no hablo del interés en función del capital, habló del interés como valor subjetivo.
Nuestra historia; aquellos valores básicos que todos pregonan, pero ninguna tributa; el apego a las leyes y, fundamentalmente, a la Constitución y así podría seguir, largamente, ya que todos coincidimos en lo que el iusfilósofo Hans Kelsen llama “el deber ser”.
Al haber subvertido los valores que dieron origen a nuestra sociedad se ha creado un escenario temporal, con desvalores sobre el cual se sustenta la Argentina. De tanto pregonarlos, por buena parte de los políticos, estos se han inculcado en una buena parte de la sociedad, aniquilando la construcción anterior y llegando a los cimientos que nos permitieron ser una Nación envidiable y no envidiosa.
Discursos efectistas, pero de vuelo corto, se han ido eslabonando para formar una conciencia encallecida ante la realidad que se pretende construir en base a un relato. Una buena y trascendente mayoría de la mal llamada “clase política”, definida de manera degradante como “casta”, actúa desembozadamente bajo aquella voz popular “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”.
Ensoberbecidos, desde el poder que el cargo político les otorga, con sus discursos interesados y de circunstancia, para cada circunstancia, emiten consignas destinadas a sostener a sus militantes.
Estos, sin la capacidad o, mejor dicho, sin la posibilidad de escapar del lugar al cual los han condenado, acompañan a quienes les siguen prometiendo, narcotizados por el microclima de las palabras.
Pero al final se cumple aquello de la canción de Serrat, “vuelve el rico a su riqueza, vuelve el pobre a su pobreza”, porque la “Fiesta” es solo para los políticos. Vilmente, enmascaran de ideología lo que no son más que intereses personales. No hay ejemplaridad, como la de las “Patricias mendocinas” que donaron sus joyas al Ejército Libertador del general San Martín y que tiene a “patricias” como Cristina Fernández o Milagro Sala encabezando una nueva categoría: la de víctimas del “lawfare”.
En una oscura argumentación jurídico ideológica, destinada a ocultar el mecanismo de corrupción que las enriqueció en ejercicio del poder y la utilización de este para apoderarse de bienes del Estado. ¿Acaso es posible, en la transparente gestión del cargo, acumular bienes en tal magnitud?
Está a la vista que la Argentina se está devorando a sí misma. La única manera de sostener semejante error es carcomiendo la parte sólida de nuestro país con impuestos viejos “recargados”, como las retenciones a la producción agropecuaria o nuevos como el impuesto a la riqueza o, a través de un “pacto fiscal”, habilitar el impuesto a la transferencia de bienes, para todas las provincias, conocido como impuesto a la herencia.
Recordemos que mientras duró la sucesión de Néstor Kirchner, Cristina Fernández suspendió por decreto el Impuesto a la Transmisión Gratuita de Bienes, que se repuso una vez terminada la misma.
Otro ejemplo de la corrupción desde el poder político. Y lo que no puede hacerse por decreto se hace por ley. Y lo que la ley o la Constitución prohíbe o no establece, es instalado en el discurso como un obstáculo a remover para el bienestar del pueblo. Mientras esto ocurre una expresión del Papa Francisco es meneada en favor de la apropiación del esfuerzo ajeno. Recordando que el ajeno no es un político ni ellos mismos, o “con la mía no”.
La frase en cuestión, “la propiedad es un bien secundario” está sirviendo para justificar acciones que han llevado al presidente Alberto Fernández, “telonero” de su vicepresidenta a expresar que “terrenos privados no ocupados no tienen razón de ser, cuando hay quienes lo necesitan para construir su casa”.
No se crean las condiciones para la creación de trabajo genuino, en lugar de construcciones ficticias para generar empleo público. Mientras por un lado se suman 350.000 nuevos empleados estatales, el piquetero del Partido Obrero reclama “planes de trabajo”. El “piqueterismo”, según sea oficial u opositor, se ha convertido en factor de poder o de presión. Quienes los “regentean” son personajes públicos con poder.
Ante la incapacidad de la política actual y precedente de cambiar el estado de cosas han decidido negociar con el lado oscuro. “Nosotros cuando salimos a hacer quilombo es por guita”, es un texto de Juan Pablo Grabois. ¿Llegará a la política el hombre capaz, por capacidad y convicción, de desarmar este “nudo gordiano”? y la pregunta medular sin la cual no hay respuesta ¿contará con el apoyo de la ciudadanía y los grupos de poder económico en el duro tránsito que este cambio implicará?
(" Mondo cane: banalización y autismo político": "Feliz cumpleaños al más compañero", escribió el presidente con motivo del cumpleaños de su perro Dylan. Hipotéticamente, preguntado un niño excluido, sin educación y subalimentado que le gustaría ser, respondería, "tener el mismo derecho que el perro del presidente")
“Dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada”, es otra frase del dicharachero Juan Domingo Perón, traducción libre de la frase “dura lex, sed lex” que dio origen al Derecho Romano y que trascendió en legislaciones que conformaron naciones y sociedades. Apartarse de la ley es creerse superior a ella y nadie está por encima de la ley.
Cuando Marcelo Villegas, ex ministro bonaerense de María Eugenia Vidal, pretende crear una Gestapo para ir contra los sindicatos corruptos se está poniendo por encima de la ley.
Su acción totalitaria lo termina asimilando a lo peor de nuestra historia política. Solo pensar en estos términos lo debe descalificar para estar en la política. Una simple disculpa no basta. Porque verbalizar estos conceptos implica que si se pudieran concretar se llevarían adelante. Lo lamentable es que no recibió sanción de parte de su “congregación”. Tibias argumentaciones en descargo no bastan.
Así como respecto del vacunatorio VIP u otras acciones reprobables de “su congregación”, Alberto Fernández se exculpó como “desliz ético”, para este caso se podría decir que fue un “desliz semántico” y…siga, siga.
Por tanto, Juan Pablo Medina (a) “Pata”, deja de ser un convicto delincuente, corrupto, para pasar a la categoría de víctima, a pesar de sus probados delitos como secretario general de la UOCRA de La Plata.
La participación de empresarios de la construcción, víctimas del gremialista, en esta reunión, demuestra la descomposición social e institucional en la cual estamos sumergidos.
Ante la desconfianza, frente a una justicia parcial, ideologizada, politizada y tarifada recurren al lugar equivocado, al poder equivocado, con el resultado a la vista. Una muestra de la incapacidad de los políticos para afrontar la solución a los problemas. Y como dirían los muchachos del café, “de yapa” el espionaje en la gestión Macri, por acción u omisión es un delito que debe investigarse.
Encrespados en su piel institucional reaccionaron desde el oficialismo como “Carmelitas descalzas”. Siempre es bueno que el adversario (¿enemigo?) cometa los mismos ¿errores? que uno, así “en un mismo lodo, todos manoseados”, según Discépolo en “Cambalache”.
Recordemos la instrucción de Cristina a Oscar Parrilli con “armar carpetazos”, la confesión del juez Norberto Oyharbide, “me apretaron del cogote”, para dar sentencia favorable al enriquecimiento del matrimonio presidencial. Y más atrás, el General “espión” César Milani, represor y enriquecido ilícito, pero funcional a la administración “por mi condición de peronista” …otro más y van…
Es bueno recordar que Patricia Bullrich propuso una sanción para los diputados de Juntos, ausentes por viaje, Álvaro González y Gabriela Brauwer de Koening autorizados por sus presidentes de bloque respectivos, en una sesión crucial.
La reunión de los quince miembros rectores de la coalición de la oposición, ante la propuesta de Bullrich sometida a votación tuvo como resultado 14 a 1. Discépolo otra vez “los inmorales nos han igualado”. La consanguineidad endogámica de la política promueve este tipo de degeneraciones. De un lado y del otro solo encontramos resultados que sirven a sus propios intereses.
En este constante “empate” de violaciones y desaciertos solo hay un motivo central en todos ellos, que es ocuparse de solucionar sus problemas y atender sus intereses. Así es imposible que se ocupen de los problemas e intereses de la sociedad, para lo cual fueron elegidos y cobran por ello. La supervivencia y permanencia en el escenario de la política, con sus beneficios directos e indirectos, merecen la comisión de acciones inmorales o ilícitas apañadas por el “camisetismo”.
Al partidario se le permite, al opositor se lo debe sancionar, y la militancia aprueba. Si nos quitáramos la “camiseta partidaria”, descubriríamos que todos somos iguales ante la ley y aquella frase revolucionaria “si queremos ser libres, seamos esclavos de la ley” pondría a nuestra sociedad nuevamente en un cauce inicial de normalización.
Descreer de la política por la mala praxis de “estos” políticos es como descreer de la medicina por médicos que hacen de la chapucería una ciencia. En tanto sigamos persistiendo en la elección y reelección de errores conocidos y sus ejecutores, seguiremos recorriendo este camino oscuro.
No vale más aquello de “más vale malo conocido, que bueno por conocer”. Así como la vida es una aventura, la elección en política también debe serlo. Son archiconocidos los artífices de esta decadencia. Ya ni la polenta está asegurada. Seamos conquistadores de nuestro futuro.