
Hay gente, mucha gente en Córdoba que se rindió, que está liquidada o en estado de liquidación. Solo espera su fin. No puede más. No quiere más.
Quiere irse, desaparecer o solo piensa en la noche, el fin de semana y no le interesa más nada de nada., ya no quiere ni hablar, ni pensar en lo que sucede o va a suceder.
La situación la ven horrible ruinosa e insalvable. Las causas dicen, innumerables, muchas,por mencionar algunas: los impuestos, el Covid-19, la inseguridad, los cortes de luz, los piquetes, la ola de calor infernal que se viene y amenaza con licuarnos a todos en una salsa de virus, la violencia social familiar existencial.
Para rematarla, un Gobierno Nacional desquiciado, siempre generando pésimas noticias, destruyendo todo lo poco que nos queda de República, de instituciones, de valor como sociedad organizada.
Convirtiendo por decreto las derrotas en triunfos, los delincuentes en referentes nacionales, dando más y más motivos a miles de desanimados que deliran con poder irse a otros países.
La delincuencia, la pobreza, la miseria humana, los medios de comunicación dominantes y vendidos, bombardeando el día entero con la misma matraca de años y años, décadas y décadas, que la inflación, que el dólar, que el desempleo, que la miseria, casi siempre dibujando realidades importadas por las corporaciones que les pagan, debatiendo ideas ridículas sin el más mínimo sentido común.
Para colmo el sistema educativo dinamitado, el sistema jubilatorio hecho polvo, la justicia adoctrinada, dementes en el Gobierno tomando y tomando más y más deuda que no se entiende como hacen para que todavía alguien sigan prestando plata a un país defolteador serial, prestándole a gente que no tiene garantía de nada, que solo quiere seguir en el poder, seguir robando, seguir financiando ideas salidas de un manicomio.
En medio de este panorama desolador, avernoso, bizarro, paupérrimo, en Córdoba siguen surgiendo de la nada, no se puede saber cómo, una especie de super cordobés que da la impresión de bancarse todas, que no llora, no patalea, solo piensa en seguir para adelante, que cumple con su trabajo, con su familia, paga sus impuestos, que solo hablan de sus proyectos, que ponen locales comerciales, que montan fábricas, que siguen sembrando, que siguen estudiando, que tratan de mejorar sus barrios, sus familias, que arman proyectos maravillosos, que siguen apostando a Córdoba y al país por más que les duela hasta las uñas. Gente que se banca lo que venga y pareciera que nada ni nadie les puede hacer mella.
Algunos unos genios, otros unos tractores que no paran de trabajar, que no robarįan ni un centavo, no traicionarían a nadie, que cumplen los plazos y los compromisos aunque les caiga un rayo o les tiren un misil directo al pecho.
Viéndolos, todos los días, maravillado uno por sus logros, viéndolos brillar en medio de tantas tinieblas, me pregunto, hasta donde llegaremos cuando a estos súper cordobeses los pongamos en posiciones en las que puedan gestionar los cuantiosos recursos que todavía este país maravilloso genera.
Espero pronto poder responder la pregunta.