Sexualidad y discapacidad: el desafío de luchar contra los estereotipos y prejuicios

Todavía no es fácil hablar de sexualidad y discapacidad y, mucho menos, de pareja y discapacidad. La temática es abordada por Daniela Aza, licenciada en Comunicación Social, influencer y creador, quien además es una persona con discapacidad, y explica que al tratar el asunto, surgen muchas sensaciones y reacciones: miedo, vergüenza, pudor, lástima.
Pareciera existir cierto rechazo a tratarlo o abordarlo. Sin embargo, lo cierto es que la vida sexual y el placer no son exclusivos de las personas llamadas (erróneamente) normales.
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— Discapacidad y sexo (@sexoydiscapacid) January 24, 2022
Tal como explica Daniela, aún hoy persiste en el imaginario una concepción asistencialista que no considera a la persona con discapacidad como sujeto de deseo o capaz de experimentar placer sino como pasivo, “incapacitado” de amar y ser amado, infantil y asexuado.
Esta perspectiva caritativa y paternalista atraviesa todos los ámbitos y la sexualidad no es la excepción. Las relaciones sexuales no son contempladas dentro del estereotipo que etiqueta a las personas con discapacidad como “débiles y desgraciadas”.
Como resultado de esta perspectiva son innumerables las barreras físicas y sociales que se enfrentan, entre las cuales se encuentran: la falta de accesibilidad, ausencia de información precisa, carencia de profesionales capacitados, omisión de las personas con discapacidad en los debates e intercambios, entre tantos otros.
Según Aza, hay ciertos prejuicios y preconceptos instalados en la sociedad que es necesario derribar:
Las personas con discapacidad y sus parejas
Una idea arraigada en la sociedad es la de que las personas con discapacidad solo pueden tener como pareja a otra persona con discapacidad. Esto es una idea errónea que necesitamos desterrar ya que no hay nada en nuestra situación que indique que debe ser así. Una persona con discapacidad va mucho más allá de su diagnóstico.
Las personas con discapacidad son asexuadas
Principalmente, una generalización tiene que ver con la falta, negación o ausencia de vida sexual activa, perpetuando un modelo compasivo y reduccionista. Un sentido común que descree de la posibilidad de las personas con discapacidad de sentir deseo y hasta de tener una pareja casual.
La intimidad también forma parte de la vida de las personas con discapacidad y existen múltiples apoyos y herramientas que habilitan esa posibilidad.
Las personas con discapacidad son una carga
Existe una tendencia a considerar que las personas con discapacidad resultan ser un estorbo en cualquier pareja y que generará dependencia, así como pérdida de autonomía, inclinándose a una “lógica de cuidado”.
¿Cuántas parejas vemos en la calle en las que una de las personas tenga discapacidad? Los avances en materia de discapacidad hacen posible el surgimiento de más herramientas que posibilitan la cada vez más independencia de las personas con discapacidad (si el entorno lo permite).
Por eso, adaptar las maneras y abrir la mente hacia otras formas de sexualidad y pareja parece ser una opción real hacia una verdadera inclusión que contemple la diversidad.
Las mujeres con discapacidad no son mujeres
Frente a esto resulta esencial referirnos a los estereotipos ligados a género que implican pensar a las mujeres con discapacidad no solamente como mujeres asexuadas sino como defectuosas incapaces de maternar y formar familia e, incluso, tomar decisiones sobre su propia vida. Esto evidencia un incumplimiento al derecho en cuanto a salud sexual y reproductiva.
Son muchas las mujeres con discapacidad que padecen violencia o no se las involucra en las decisiones en cuanto a su cuerpo y salud reproductiva, cuestionándose su capacidad de ser madres.
La maternidad también es un asunto controvertido que amerita debatir si queremos aspirar a la igualdad de oportunidades para todas las mujeres. Respetar su derecho a la maternidad y liberarse de prejuicios tiene que ver con facilitar información, accesibilidad, acompañar en el proceso y generar entornos donde todos los tipos de maternidad sean posibles en lugar de plantear discursos que profundizan la estigmatización y discriminación del colectivo.
Las personas con discapacidad no pueden formar familia
Muchas personas con discapacidad son cuestionadas tanto en su ámbito familiar como médico ante la decisión de formar su propia familia. De ahí que incluso hay pocas publicidades donde podamos ver a madres o padres con discapacidad (una mamá o papá con discapacidad cambiando pañales, sosteniendo un bebé) ya que el modelo de familia naturalizado aún no contempla esta posibilidad.
Combatir los prejuicios
¿Cómo podemos, cada uno desde su lugar, colaborar para que la sexualidad de las personas con discapacidad deje de ser negada y pase a ser reconocida y visibilizada?
Percibirlas como seres sexuados y desdramatizar el asunto es un desafío que involucra no solamente al ámbito educativo, responsable de generar políticas tendientes a la aceptación de la diversidad, sino también a los medios de comunicación. Se debería apostar a mayor visibilidad de cuerpos diferentes, sobre todo en ficciones, donde sigue predominando el cuerpo ideal que responde a un modelo de belleza instaurado históricamente.
Naturalizar a los cuerpos con discapacidad en situaciones íntimas desde la visibilidad puede ayudar a que futuras generaciones incorporen actitudes más inclusivas y que una persona con discapacidad sea contemplada dentro de ese abanico de personas que se pueden elegir a la hora de tener pareja o tener relaciones sexuales.
Por último, son las familias de las mismas personas con discapacidad las encargadas de incentivar y fomentar una construcción de identidad positiva que tenga en cuenta a la sexualidad como un derecho.
Dentro del modelo social de la discapacidad hacia el cual deberíamos enfocarnos, centrado en la eliminación de los obstáculos que la sociedad impone a las personas con discapacidad, debería ser garantizado el derecho a acceder a la sexualidad en tanto involucra un aspecto fundamental para cualquier ser humano y forma parte del camino para promover una óptica de la diversidad donde todas las personas sean aceptadas, no importa su condición.