
"Voy a hacer lo que tenga que hacer para que el pueblo recupere la ilusión", disparó Cristina Kirchner muy suelta de cuerpo y de lengua, como es habitual en ella, al participar este viernes como invitada en un acto de la UOM que le dio el marco que necesitaba para advertir que sigue en pie de cara a 2023.
“Volvamos a recuperar esa alegría que tuvimos alguna vez, la alegría de que el sueldo alcanzaba, de ir al trabajo, de saber que había futuro", agregó, apelando a la memoria emotiva del espectador, excluyéndose por completo de un Gobierno fallido al cual pertenece, aunque le pese.
Por supuesto que no podía faltar, al inicio de su oratoria, el condimento con el cual sigue alimentando una potencial candidatura: la victimización constante tras el intento de magnicidio que sufrió el 1 de septiembre pasado, que sin duda fue un hecho alarmante a nivel institucional, social y político, de características históricas, pero que también volvió a poner su figura en el centro de la escena en un momento clave del mapa preelectoral.
La alusión a su secuaz también tenía que estar. En un intento de justificar la determinación más desacertada que tomó como líder de una corriente que la sigue de manera incondicional, y que ubicó a Alberto Fernández en el sillón presidencial, argumentó: "Yo tenía la responsabilidad de garantizar que el peronismo ganara pero, por sobre todas las cosas, que las políticas de endeudamiento, de traída del Fondo, de tarifazos, de persecución judicial, no fueran ratificadas". Leyendo entre líneas, se confirma la teoría que tanto le molesta escuchar al mandatario nacional: “la Jefa” instrumentó la movida utilizándolo como un títere para llevar a cabo sus planes políticos, evitando tener que enfrentarse ella misma a una derrota que estaba cantada en las urnas. Nada novedoso, por cierto.
Aunque días atrás Máximo Kirchner aseguró "no creer" que la titular del Senado vaya a ser candidata, otros actores de la coalición, como el gobernador Axel Kicillof, salieron al cruce de estas afirmaciones al decir: “Hay un empuje, una voz que empieza a decir Cristina 2023, eso se observa y se nota”. Un militante fiel, que siempre le ha demostrado su apoyo ciego.
En esta maraña política en la que se convirtió el Frente de Todos, el hijo de CFK sigue maltratando públicamente a Alberto Fernández con el único fin de irritarle el ánimo y que libere la cancha. “No puede volver a pasar en un frente como el nuestro que aquellos que se valen de construcciones colectivas y esas construcciones los llevan a un lugar tan importante, lo lleven a iniciar una aventura personal. Para aventureros está el turismo. La política es responsabilidad, para eso se va a esos lugares, no para poner cara de víctima y yo no fui”, disparó el líder de La Cámpora. A lo que el Presidente respondió: “Cuando un compañero critica a otro compañero, deja de ser peronista”.
Sin embargo, a pesar de las presiones internas y del evidente desgaste de su imagen ante la opinión pública, el jefe de Estado habría decidido redoblar la apuesta: ir a la reelección. La única carta que le queda para demostrar una cuota de poder meses antes de ser desbancado de un plumazo.
Sea como sea, Cristina se aferra ahora a un objetivo concreto: eliminar las PASO para evitar el ocaso del kirchnerismo.
Quien asomó el hocico en esta lucha de fieras alteradas fue el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández, levantando la bandera albertista: "El presidente va a ser candidato, no tengan dudas. Si hay otro que tiene intención de ser candidato se pondrá en la vereda de enfrente y competiremos. No habrá más remedio", anticipó, y completó: "Alberto se los dijo con todas las letras señores, si tienen intención de participar, hay PASO".
Mientras los peronistas dirimen su futuro político, Argentina sangra.