
Por Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y performer
“¿Por qué habría de creer que todo va a cambiar de pronto?... Simple, nada va a cambiar, excepto yo mismo.” (Fragmento de mi novela Morbi Dei, Ed. Corregidor)
Con compasión enternecida y sarcasmo ocasional, no puedo dejar de decir que, detrás del estallido de este mundo del espectáculo mediático, el fútbol opera como aglutinante: es fácil, universal y televisivo. No es la nación, pero sí su supervivencia pulsátil. O quizá, la forma en que la nación incluye hoy a quienes de otro modo abandona, en una democracia fingida… Lo que está instalado en el planeta, en realidad, es un poderoso deseo, consumado, de control de la humanidad, esclavizando, censurando, dictando e imponiendo reglas de comportamiento dictatorial.
Las plataformas anuncian el canto de cisne de la vida en libertad y autodeterminación, al ritmo de Coldplay, banda de la zona de confort, del protocolo de sonido, con coaching incluido, de la diplomacia sonora., tendencia indie vegana e impostada, en su espacio de limbo anodino, que ha pasado por Buenos Aires, ofreciendo diez conciertos atizados de clonazepam, a 600 mil espectadores en estado de anomia y servidumbre a modas y tendencias y levantando sumas superlativas de vil metal, en nombre de la armonía y el amor...
La creencia en la bondad de los fundamentos -ética, sentido, historia, progreso, hombre- se reemplaza por una especie de creencia en la omnipotencia de unas fuerzas dispersivas, caóticas, contradictorias, demoníacas, que sin dudas la humanidad ha naturalizado, glorificando los mitos y las leyes de la destrucción: ruina, entropía, caos.
El silencio es un mecanismo que a través de la historia ha demostrado su eficacia para la restricción de libertades civiles. El silencio o el silenciamiento es de gran utilidad para perpetuar el poder, es una fuente de acumulación de riqueza y terreno fértil para la corrupción endémica, en Argentina… Lo apreciamos en el gobierno de Alberto, el dialoguista, que antepone crecimiento a salarios dignos para un pueblo hambreado… Alberto Fernández, el nominal presidente sociópata en Foro de París y el G20, que, con avidez indisimulada, desea convertirse en líder de Occidente, infiltrando repertorios para lograr con sus magros recursos lograr finalizar la guerra entre Rusia y Ucrania, olvidando que su atroz administración ha logrado potencializar la caída, heredada de gobierno de Mauricio Macri: “zapatitos de charol”, de una Argentina decadente, sumiendo a la comunidad en estadio de degradación… Comunidad, pueblo, sociedad, que va perdiendo sus ánimos de inventarse victorias, naturalizando la indigencia y la entrega de soberanía… No figura este estado de cosas en la agenda de este presidente disfuncional… Irónico y sádico ¿no?
Sumemos, mientras se aguarda el inicio del turbio mundial de Qatar, a las mascotas amorfas e inorgánicas, recién llegadas de estudios de medios corporacionistas y prostíbulos VIP, convertidos/as en candidatos/as "última generación" de ineptos y ridículos ejemplares de la fauna mercenaria, que conforman las listas de los inefables inútiles que conformarán las listas de candidatos del circo democrático ficcional, los socios del varado golpista...
Metaforizada la realidad, en Gran Hermano, entretenimiento para millones de espectadores en estado de embeleso, que se deleitan con un reality show, que muestran las relaciones de personajes elegidos al azar bajo presión, que, como conejillos de indias, permanecen un tiempo determinado en espacio agradable, intentando comunicar lo incomunicable, en diálogos furtivos, sumando contactos sexuales en vivo y directo ¿porno soft-liberado en formato TV?
De este espectáculo insano como altar de iglesia, saldrán los futuros "famosos/as" que completarán la agenda de programación de medios prostibularios, siempre en su función de anestesiar...
Y bien hago mención y manifiesto, antes que la pelota comience a rodar, mi desagrado y rechazo al Mundial de Qatar, para pocos, que se ha llevado la vida de miles de trabajadores precarizados, sin nadie que denuncie este acto genocida, por orden estricta de la FIFA, espectáculo insano, que me despierta un estado nauseoso que no puedo, ni deseo disimular... Hace un tiempo todos los aparatos comunicacionales publicitan con sellos prescindibles a los auspiciantes de este espectáculo, donde miles de millones de dólares están en juego, llenando las cuentas en paraísos fiscales de los 'gladiadores tercer milenio', elevados a símbolo de superhéroes del planeta, ante la mirada, insisto, de la FIFA dictadora y ordenadora de un mundial manchado de sangre de trabajadores, exiliados de la vida.
El mundo se detendrá durante unas semanas, y un "nacionalismo provisorio" se asimilará al sentir de fanáticos enceguecidos, que, en estado paroxístico, entregarán toda su emoción reprimida, modificando sus rutinas de vida, un modo de innovar, de modo catatónico... Y bien, Messi ‘marca registrada’, quizás logre retirarse del fútbol con su mundial, para que cierre la simulación del simulacro...
Y cómo olvidar a Diego Armando Maradona, el mejor jugador de la historia del fútbol, quién estando con vida, no dejaría de sacar a luz todo delito de lesa humanidad cometido en Qatar… Siempre daba sentido y veracidad al deporte de multitudes, personaje milagroso que denunció a la FIFA y sus directivos delictivos, pleno de coraje y contra ‘viento y marea’ toda la farsa y 'cuitas' que ensombrecen este formidable deporte.
Las tendencias tan arraigadas en esta Argentina y el mundo del tercer milenio, solo para ganancias de "delincuentes y chantas", construyen mitos inexistentes, en todos los rubros y los lanzan cual mercadería, para ser fagocitados... No dejen de comprar toda la basura que los está devorando… No compro no vendo, sólo me manifiesto en acto, luego deviene el lenguaje, donde pretendo decir lo que veo y experimento… ¿No debería ser norma y regla del denominado periodismo mercenario decirlo todo, informarlo todo? O la cobardía es el modo y manera de comunicar de estos infelices.
Nuevo orden mundial en acto, lo he anticipado hace 22 años... los que no se asimilen, tal mi caso, buscando búnker para sobrevivir, caerán en la trampa auspiciada por los genocidas del mercado... No esperen nada, salvo de ustedes mismos.
Las bestias fluyentes lo han tomado todo/ empresariuchos y ricachones / entonando viejas canciones genocidas... y estalló la porquería universal/ en nuestras vidas / con reporteros mercenarios / que filman/ cómo se vive y muere / cada día / niños tirados en arenas lejanas / en las pantallas / para divertimento / de los ignorantes que gobiernan. / No moriremos de balas / moriremos de olvido / y seremos cifras de un sinsentido...
Dicen que no sabían lo que sucedía. Ahora sí. Ahora la indiferencia es diferente... Ahora la indiferencia te hace cómplice total y absoluto de la masacre en acto de nuestra especie, del mundo y su paroxismo... ¿Globalizaron la psicopatía, la mitomanía, la cobardía y el servilismo?