La legalización de la prostitución en la Argentina: el detrás de escena en los cines porno



La prostitución en Argentina sigue generando cicatrices todo el tiempo, ya sea por lo que ocurre en los sectores VIP, o bien como consecuencia de aquello "under" que hace erizar la piel hasta al más morboso. Para tener muy en cuenta.
Desde ya, es propicio dejar en claro que está muy en juego el hecho de que el "Lado B" de lo que ocultan las noches de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) están mucho más allá de todo. Por lo tanto, hay que dejar sobre la mesa la nueva investigación de NOVA en este nuevo apartado.
"Masajista VIP" es en realidad una trabajadora sexual que ejerce la prostitución. Esos son los servicios contratados por el actorcillo de segunda, dándose un "gustito".#MasajesVip#masajesparacaballeros https://t.co/RJFa7aq0yc
— IᑎTOᒪEᖇ🅰️ᗷᒪE ᗰEᑎTE (@turronni) September 27, 2022
Lavalle, de los cines a la prostitución camuflada
Esta importante arteria que supo ser la calle de los cines Ambassador, Atlas Lavalle y Monumental de CABA, entre otros, sufrió una metamorfosis. Los solares a los que ayer concurría el público a sumergirse en la fantasía del séptimo arte, cambiaron de rubro. Hoy son galerías comerciales o iglesias evangélicas.
En la calle Lavalle (CABA) hoy abundan los arbolitos con su tradicional "Cambio, pago más" que conviven con vendedores ambulantes, paradas de diarios, artesanos y artistas callejeros.
Pero hay algo más: caminando desde 25 de Mayo hasta Carlos Pellegrini (CABA), NOVA pudo contar alrededor de una veintena de prostíbulos que se dan a conocer con pequeños volantes que contienen frases sugerentes y un número de teléfono.
En la esquina de Lavalle y Esmeralda (CABA), siempre hay presencia policial. No obstante, en la puerta del Cine ABC suele pararse un masculino que intenta captar visitantes para el reconocido antro.
En la misma esquina, si bien no es algo habitual, hay alguna que otra señorita ejerciendo la prostitución En la misma cuadra funcionan dos salones de belleza y masajes que serían visitados por más hombres que mujeres.
Prostitución encubierta en la galería
Siguiendo unos pasos por la peatonal se erige la Galería Paseo Lavalle de Ciudad de Buenos Aires. Allí funcionan dos cuevas, prolijamente ocultas simulando ser inocentes barberías.
También hay un comercio que vende camisetas de fútbol retro, otro que vende entradas de teatro y dos más enfocados al turismo mediante la venta de souvenirs.
A mitad del paseo comercial hay una peluquería que también ofrece masajes. Hacia el fondo del predio hay una casa de tatuajes, un Sex Shop y el curioso spa "Chocolate".
Este medio pudo comprobar que las señoritas de dicho local están predispuestas a brindar una atención muy esmerada (con final feliz) a cambio de una propina de monto similar a la tarifa que el cliente abona por un masaje convencional, sin sexo.
En frente al "Chocolate" funciona otra casa que ofrece un servicio de masajes descontracturantes. Por razones obvias de competencia, los aranceles que cobra son similares a los de su colega y vecino.
A diferencia del anterior, en este negocio trabaja solamente una empleada. El ambiente es muy limpio y está perfumado. Aquí también funciona el mismo método: cliente generoso es igual a atención esmerada.
Internet por hora y sexo casual
En Lavalle 868 (CABA) hay una escalera y un cartel ofrece servicios de alquiler temporal de mini oficinas. En el primer piso funciona un ciber. El tiempo parece haberse detenido para este comercio, que sobrevivió al avance masivo de Internet en los celulares.
El local prohíbe el ingreso de menores de 18 años y ofrece agua fría, caliente y baños, sin cargo. Sin temor a equívocos, puede asegurarse que el 99 por ciento de los clientes son hombres.
NOVA ingresó de incógnito y pudo observar el movimiento con detalle. Pegada a la puerta está la caja. Desde ese puesto el encargado controla cada sector del local. Las computadoras están divididas en dos sectores, separados por un vidrio.
Cada una de las máquinas está encerrada en un gabinete privado. El cliente dispone también de una silla muy cómoda y preserva su intimidad trabando la puerta desde adentro
Las máquinas más cercanas a la caja son tomadas por gente tranquila que no quiere entreveros, mientras que las del fondo son buscadas por hombres que utilizan los habitáculos para mantener relaciones sexuales con otros clientes del ciber.
Lo más visto por estos señores para motivarse son las páginas de contenido porno. El gran ausente es el preservativo: no se los ve tirados en la basura ni arrojados en el piso.
Iver Asdrúbal, el peluquero de la Galería Luxor
No soportó la pandemia. No quedó nada del comercio funcionó durante años, en el local 18 de la Galería Luxor, ubicada en Lavalle 669 de CABA.
El hombre a cargo se llamaba Iver Asdrúbal, era un ciudadano uruguayo radicado en Argentina que una vez entrado en años, cobraba su jubilación en el Banco Piano de San Martín entre Sarmiento y Corrientes. NOVA pudo reconstruir la historia a través de fuentes anónimas que lo conocieron.
El negocio era una peluquería con servicio de masajes. Su publicidad era un pizarrón en la puerta, el boca a boca entre los oficinistas de la zona y las mismas masajistas ofreciendo su servicio a viva voz.
El local tenía un sótano donde había una camilla protegida por un biombo. Las chicas rotaban con frecuencia, pero la mayoría habría accedido a tener sexo por dinero. El importe variaba de acuerdo a la cara del cliente.
La peluquería trabajaba de lunes a sábado en horario comercial. Las masajistas llegaban recién al mediodía y trabajaban hasta el cierre.
Los servicios se ofrecían por 30 minutos o por una hora. Cuentan sus ex clientes que la higiene del sector destinado a los masajes era deficiente. El sótano carecía de ventilación y de elementos para higiene personal y el olor a cigarrillo era insoportable.
Ante todo lo referido, siempre es mejor dejar en claro que detrás de toda fachada se oculta algo que pocos podrían entender o llevar a visualizar. Lo cual, con una investigación a fondo como las realizadas por NOVA. Determinan que no todo es lo que parece.