Editorial
Hipocrecía k

Fundadores de la conducta que repudian

El micrófono del kirchnerismo podría escribir un libro de insultos y frases despectivas. (Dibujo: NOVA)

Tal como lo define el diccionario, el “odio” es un “sentimiento profundo e intenso de repulsa hacia alguien” o la “aversión o repugnancia violenta hacia una cosa que provoca su rechazo”. Respetando el sentido literal del término, tan utilizado durante los últimos días en boca del oficialismo, aplica perfectamente no solo al comportamiento de la oposición, sino que toma más fuerza en los micrófonos del Frente de Todos.

El “discurso del odio” al que hace referencia la clase dirigente precede a la administración de Cambiemos. Y los ejemplos abundan.

Tras asumir como jefe de Estado, Néstor Kirchner pronunció polémicos comentarios en una gira por Londres, donde se reunió con Tony Blair. Luego del encuentro, pasó por el edificio de la Embajada argentina y mantuvo un breve intercambio con economistas de nuestro país: “¿Y ustedes qué hacen viviendo acá?”, preguntó el expresidente a los jóvenes profesionales. “Somos economistas, estamos estudiando”, respondieron. A lo que Néstor replicó: “¿Economistas? Uy, ustedes fundieron el país”.

En tono similar, el 6 de junio de 2012 la ex presidenta Cristina Kirchner humilló públicamente a un abogado marplatense, abusando de su rol a cargo de la Nación. Con el cepo cambiario como tema central en la economía argentina, utilizó la cadena nacional para referirse a este ciudadano que había presentado la primera medida cautelar ante la Justicia para poder comprar 10 dólares con el fin de obsequiárselos a sus nietos.

“Tengo que cuidarlos, aún a aquellos que insisten por allí en algunas conductas. Hablo de un abuelo, un abuelito, abogado (...) Julio César Durán, que había decidido presentar un amparo porque quería regalarle a los nietitos 10 dólares porque eran abanderados. Primero un abuelito medio amarrete porque la verdad que si es abogado, 45 pesos o 49 pesos regalarle a dos nietitos.... La verdad es que yo hubiese hecho un esfuercito más”, disparó con sarcasmo.

Alberto Fernández es otro fiel exponente de este tipo de comportamientos, según quedó registrado la semana del 3 de abril de 2020 -entre muchas otras ocasiones-, a días de iniciado el confinamiento estricto a causa de la pandemia del coronavirus. A través de un DNU, establecía la cuarentena total en el país. En ese marco, advirtió sobre un “castigo” para aquellos “osados” que la incumplieran. "Será reprimido con prisión de seis meses a dos años el que violare las medidas adoptadas por las autoridades competentes" y "de quince días a un año el que resistiere o desobedeciere a un funcionario público en el ejercicio legítimo de sus funciones".

El 14 de julio de ese mismo año, el mandatario nacional cometía el delito que había prometido sancionar, realizando una fiesta en la quinta de Olivos.

A pesar de la gravedad del hecho, se daba el lujo de insultar a un surfer que decidió pasar unos días en la Costa Atlántica: “Vemos a un idiota que se escapó de su casa y apareció en Ostende. Esas personas van a tener que explicar mucho”.

Poco después, ante el aumento de la circulación de autos en la cuarentena, recalcaba: “Les aviso que a donde los encontremos, los detenemos y les vamos a sacar el auto. Porque si no entra con la razón, va a entrar por la fuerza”.

Por si fuera poco, basureó vía Twitter a los empresarios pyme que se atrevieran a despedir gente por no poder pagar salarios durante la inactividad (muchos de los cuales terminaron fundidos): “Algunos miserables olvidan a quienes trabajan para ellos. A esos miserables les digo que no dejaré que lo hagan”.

En agosto pasado, el presidente de los argentinos volvía a cometer errores inadmisibles, sobre un tema altamente sensible de la historia judicial y criminal argentina: la muerte del fiscal Alberto Nisman, caso aún irresuelto. En una entrevista televisiva, afirmó que “hasta acá, Nisman se suicidó; espero que no haga algo así Luciani”, en referencia al fiscal que está solicitado la prisión para Cristina Kirchner en el marco de la causa Vialidad. Estas polémicas declaraciones le valieron una denuncia penal por parte de diputados opositores.

Sobre esa misma causa se pronunció el soldado k Pablo Echarri, quien en su perfil de redes sociales publicó una advertencia que desató un repudio generalizado. “Si la tocan, qué quilombo se va a armar”.

Esa misma exmandataria nacional, a quien un gran sector de la población le sigue siendo fiel, es aliada del discurso del odio. Así lo volvió a demostrar en un acto en Ensenada, al enterarse de la renuncia de Martín Guzmán al Ministerio de Economía, a quien terminó echando de manera encubierta con sus presiones. “Miren, se me mejoró la voz y todo”, fue la chicana.

Un tiempo antes, en abril 2022, en el marco de la asamblea de la EuroLat, CFK se ganó el rechazo de un grupo de parlamentarios europeos, quienes en un comunicado expresaron su “malestar” por el “borchornoso espectáculo” de la representante del Senado argentino. Ocurre que durante su discurso, la vicepresidenta lanzó fuertes críticas al Poder Judicial, a empresarios y mensajes a la interna con Alberto Fernández, por lo que consideraron que la inauguración institucional fue utilizada con una “finalidad partidista”. Una de las frases que causó indignación fue: “El bastón y la banda presidencial no significa que tengas el poder”, disparando contra el actual presidente en un ámbito que nada tenía que ver con la "grieta".

Recientemente, la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, negó que se estuviera estudiando una ley contra el discurso del odio, el cual dijo que “repercute mucho en las redes, y se incrementa en Twitter, donde se han generado microclimas violentos". Tal vez sería bueno recordarle el tono de ciertos posteos de su “Jefa”:

7 de agosto: “He instruido a mi abogado para que mañana a primera hora recuse a los jugadores de fútbol. El Poder Judicial argentino apesta”.

22 de agosto: “Lo único que le faltaba a Rodríguez Larreta para ser Macri: la Policía de la Ciudad reprimió con palos, gas pimienta y gases lacrimógenos a ciudadanos y ciudadanas que se acercaron a Juncal y Uruguay como muestra de apoyo frente a los insultos de un grupo de energúmenos macristas”.

24 de agosto: “Tres toneladas de pruebas”: Clarín y los fiscales Luciani y Mola deben dejar de mirar Netflix. Agarren la Constitución, los libros de derecho administrativo y el código penal y procesal, que no muerden”.

¿Qué fue primero? ¿El huevo o la gallina?

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