América Latina está convulsionada y el MERCOSUR no es la excepción. El pasado jueves, los jefes de Estado de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay celebraron una Cumbre de Presidentes de manera virtual en la que fueron evidentes las diferencias entre los miembros.
Mientras que Brasil pretende modernizar el bloque, Uruguay busca realizar acuerdos comerciales con otros países y Argentina sigue poniendo trabas a las negociaciones abiertas, en particular con la Unión Europea. Algo que resulta incomprensible.
El gobierno argentino rechaza la apertura comercial con una visión ideológica y cortoplacista. Esta actitud inflexible y hasta caprichosa de Alberto Fernández, profundiza las desigualdades existentes en el bloque.
El mandatario nacional tiró artillería pesada contra Luis Lacalle Pou y Jair Bolsonaro por no respetar las normas establecidas en el Tratado de Asunción que prohíben negociar acuerdos de libre comercio con otras naciones de manera individual.
Pero el brasilero no se quedó callado y criticó con dureza la presidencia pro tempore de Argentina. “La persistencia de puntos muertos, el uso de la regla del consenso como instrumento de veto y el apego a visiones arcaicas y defensivas sólo consolidarán un sentimiento de escepticismo y duda sobre el potencial real del MERCOSUR”, afirmó Bolsonaro durante su intervención.
Sus palabras fueron confirmadas por el uruguayo Lacalle Pou: “El mundo se está entrelazando comercialmente. El fin del Covid-19 hará que estas negociaciones se disparen. El mundo avanza hacia allá, el mundo no nos va a esperar, por eso, con un concepto mercosuriano, hacia allá va Uruguay y ojalá que vayamos todos juntos”.
Las diferencias son tajantes y terminan por acrecentar la tensión y el clima de ruptura. Si bien el Mercosur tiene abiertas siete negociaciones comerciales, ha tenido dificultades en los últimos años para firmar acuerdos de peso. Además, el pacto alcanzado con la Unión Europea pasa por un proceso de revisión legal.
Cuando Alberto Fernández, con su postura tozuda, les recuerda a sus socios comerciales que “nadie se salva solo”, parece que se lo dice más a sí mismo que a Uruguay, Brasil o Paraguay.
Argentina está haciendo hasta lo imposible por romper el MERCOSUR, evitando la cooperación y tensando las relaciones con sus vecinos. La fragilidad del bloque es seria y la posibilidad de que alguno se baje del barco empieza a tomar fuerza.