
La cuestión del deporte como integrador social ha sido estudiada desde hace muchísimo tiempo y son conocidas las consecuencias a las que se arribó respecto a su rol trascendental como cohesionador social. El rol del club de barrio para contener a los jóvenes e inculcarle valores, fomentando un entramado social en el que los jóvenes además de practicar un deporte desarrollen su vida social es central.
Muchos de estos jóvenes, la inmensa minoría, progresan en la práctica de sus deportes y logran destacarse, incluso algunos consiguen el apoyo estatal para poder conseguir sus objetivos deportivos. Estos casos suelen ser mostrados como ejemplo a los niños para mostrar el esfuerzo personal, cuando es acompañado del apoyo necesario, consigue los objetivos buscados.
#MiCiudad
— Osvaldo Cáffaro (@CaffaroOsvaldoR) June 24, 2021
Estuvimos en el inicio de obra de nuestra “Casa de la Juventud”
La vieja estacion de la calle Alem, tendra como mision crear un espacio, para quienes renuevan el mundo y ponen esperanza a los pueblos.
La Juventud. pic.twitter.com/iEFkUWRk1t
Esta lógica fue ampliamente difundida en el campo socialista cuando el mundo se dividía en dos bloques, mientras que la lógica capitalista era la de apoyar a aquellos deportistas profesionales cuya labor generara dividendos.
No es, solamente, una cuestión económica decidir a quién se apoya, sino fundamentalmente una cuestión conceptual. No es lo mismo poner el dinero en los clubes para impulsar la práctica del básquet que pagarle a jugadores profesionales para que lo jueguen. El problema es que muchas veces se enmascara en una cuestión socialista algo meramente capitalista.
Por eso no se entiende que el esfuerzo municipal se oriente a una cuestión eminentemente exitista de sustentar el deporte profesional en lugar de fomentar e impulsar el deporte amateur, el de los clubes de barrio, el que permite que los chicos se junten a tirar al aro o jugar a la pelota en lugar de estar en la calle.
Cuando días atrás el intendente Osvaldo Cáffaro visitó el velódromo municipal “recorrió la cancha de hockey de césped sintético, que permitirá a los deportistas locales tener un espacio adecuado para realizar dicho deporte” y expresó que “es importante seguir manteniendo la esperanza y el horizonte con la inversión en el deporte, era una necesidad enorme porque muchos chicos y chicas se iban a jugar a otra ciudad porque no tenían esta cancha de hockey”.
Este argumento, que en las palabras suena claro y contundente, no tiene correlato con la realidad, puesto que entonces cabría preguntarse cuál es la inversión que se realiza en Zárate Basket al pagarle a jugadores que ni siquiera son de la ciudad, y por ende no pueden ‘mostrarse’ como ejemplo para los niños, y en el que no queda nada en la ciudad que un circo privado para el goce del intendente. Y decimos circo privado porque cuando estaba prohibida la presencia de público en las canchas, el intendente Cáffaro tenía platea privilegiada para seguir el cotejo.
Si realmente lo que se quiere es fomentar el deporte se debe apoyar a quienes se encargan de estimularlo día a día, pero en serio. No con subsidios puntuales o acciones que no llegan a los niños y jóvenes sino con programas sostenidos, que hagan que los clubes de barrio vuelvan a ser punto de encuentro y ámbito de desarrollo de los jóvenes.
Cuando se firmó el acuerdo de Zárate Básket se hablaba de torneos juveniles y fomento del deporte, todo se limitó a un show… con la plata de todos.
¿Por qué habría de ser diferente ahora? ¿Por qué pensar que todo se limitará a una cancha y no a un ‘Zárate Hockey’? ¿Por qué no se apoyó al Club Náutico Arsenal en el fomento del deporte? ¿Quién querrá jugar en invierno en una cancha embarrada si puede jugar en una de césped artificial? ¿Cómo hacer entonces para sostener el hockey en el Náutico Arsenal si surge una alternativa? ¿O la cancha es para el Náutico Arsenal pero se ve más a la entrada de la ciudad que en el bajo junto al río?
¿Se viene el Zárate Hockey?