
Por Pablo Bolino (*)
El título nos recuerda a una película que marcó la década del 90, donde un piloto de avión de buena presencia con pocas o nulas cualidades técnicas se hacía cargo del traslado de pasajeros, donde la historia termina con final feliz, pero atraviesa un sinfín de situaciones representadas con gran sarcasmo que exponen al piloto, al resto de la tripulación e inclusive hasta los pasajeros, donde se dan situaciones que rozan la tragedia.
Pero esto, a pesar de ser un gran recuerdo de una película cómica, se asemeja mucho a la realidad de la gestión del Gobierno nacional.
El 2020, dentro de los tristes y agrios recuerdos, además será recordado por el año donde el PBI cayó 10 por ciento, nivel más bajo que durante la crisis 2001-2002. Esto trajo aparejado un déficit fiscal que representó el 8 por ciento del PBI. A partir de aquí, el Gobierno nacional tiene que enfrentar el año 2021, donde hace más de 5 meses que dilata la negociación para llegar a un acuerdo con el FMI y no hay horizonte claro sobre su resolución; inclusive algunas voces comentan que puede ser luego de lasmelecciones de medio término de este año.
Por un lado, entre gallos y medias noches, aparece un proyecto de ley del senador Oscar Parrilli que propone al ministro de Economía, Martín Guzmán, condicionar los fondos que recibirá Argentina por parte del FMI -4.500 millones de dólares-, para que sean destinados exclusivamente a mitigar los efectos adversos de las consecuencias del COVID 19, prácticamente, una chequera en blanco para destinar los recursos exclusivamente con fines político-partidarios, frente a las caídas arcas nacionales y provinciales para enfrentar una elección de medio término, en los próximos meses.
Por otro lado, al día de hoy no está claro el plan económico consistente y sustentable para poder afrontar los próximos años de mandato del Presidente Alberto Fernández ni las erogaciones de capital e intereses a partir del año 2023, producto de la renegociación de la deuda argentina con bonistas privados celebrada durante el 2019.
Con respecto al acuerdo con el Club de París, donde Argentina debe enfrentar abonar 2.500 millones de dólares. Actualmente, el Gobierno nacional se encuentra de gira protocolar por Europa, golpeando puertas para lograr el apoyo en pos de postergar el desembolso de fondos. Veremos al regreso si se obtuvo el apoyo político necesario o solo fue una gira de free shop para comprar chocolates y bebidas caras.
Ante la gran incógnita sobre el éxito o no, de lograr un acuerdo con el FMI, y del resultado con el Club de París, Argentina podría enfrentar un doble default, técnico o real, ya sea por continuar pateando la pelota hacia adelante o por no cumplirlo formalmente.
Con la soja a más de 600 dólares, el Gobierno festeja porque 2/3 de esos dólares van a reforzar las reservas y por ahora, serán los únicos que ingresarán al país, y el otro tercio, será lo que obtendrán los productores. En esta pelea tan desigual, el sector agroexportador, el más dinámico de la República Argentina.
El gran tema del momento es la discusión en el seno del poder del oficialismo sobre el aumento de las tarifas de los servicios públicos. La discusión si el incremento es del 7 o del 35 por ciento ya a esta altura parece anacrónica, porque luego de que un ministro no pudiera correr de lugar a un subsecretario, está claro que el poder político no pasa por la Casa Rosada sino por el Instituto Patria.
Se pueden analizar varios frentes abiertos, el que mucho abarca poco aprieta, pero la discusión es quién toma las decisiones sobre el rumbo económico y político.
(*) Licenciado, cofundador de Luz Consulting.