Editorial
Tras la Semana Santa

En el país de la joda, el coronavirus es rey

Vía libre para unas minivacaciones, en pleno rebrote del coronavirus. (Dibujo: NOVA)

Después de un año de fracaso en términos sanitarios, tras cumplirse más de 365 días del arribo de la pandemia de coronavirus, con un claro deterioro de la economía a cuestas de la cuarentena que no trajo los resultados deseados, la actualidad marca que la segunda ola es un hecho.

Mientras se robaron las vacunas para sus familiares y allegados, el Gobierno está desesperado en que lleguen nuevas dosis para ponerle un freno a los contagios que, en la última semana, marcaron un techo de más de 16 mil casos positivos. A lo que se sumó el alarmante diagnóstico del presidente, Alberto Fernández.

No obstante, no parecen tener demasiada coherencia las libertades otorgadas al turismo en la Semana Santa, siendo una postal recurrente el éxodo porteño de la Ciudad de Buenos Aires a las costas bonaerenses, y despertando ciertos chispazos entre Matías Lammens y otros sectores del gobierno que le recriminan por lo bajo no haber tomado algunas restricciones.

Es que las playas argentinas volvieron a marcar una importante tendencia y récord en este fin de semana largo, pero este feliz escenario se ve amenazado por el virus que, para colmo, ya confirmó su circulación comunitaria de nuevas cepas en el país y es un riesgo aún mayor.

Mientras tanto, las vacunas parecen pocas y los casos van en aumento. Y también en aumento va el temor a un nuevo encierro del que la ciudadanía no aguanta más. No por capricho claustrofóbico, que tiene su justificado valor y fundamento en la salud mental, sino en términos netamente económicos. La disyuntiva que tanto puso en “jaque” a AF y que lo deja al borde del “mate”, tanto en la salud como en la economía.

Se verá si la decisión de Lammens, respaldada por Carla Vizzotti y el propio Presidente, no trae consigo una segunda ola más pronunciada de lo esperado y que dentro de unos días se transforme en un tsunami viral, valga la analogía con las playas y el mar.

Por último, la preocupación real no es antojadiza, sino que hasta la propia Sociedad Argentina de Terapia Intensiva encendió, en estos días, una luz de alarma porque el sistema de salud, poco a poco, a este ritmo, empieza a verse saturado otra vez. “Yo veo repetir el pasado” y esta pesadilla no termina más.

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