En épocas donde el feminismo lucha por ganar espacios y conquistar derechos, una sola imagen lo pudo todo. Irrumpió en las redes con la fortaleza de un huracán, la empatía y el amor que solo una madre puede brindar su hijo. Quizás porque a veces, los espectadores en una imagen semejante vemos reflejados allí todos y cada uno de aquellos actos de amor que solo eran capaz de realizar nuestras propias madres.
Esta vez la protagonista es la agente Romina Lucrecia Gomez, la joven policía de la Jefatura de Gualeguaychú en la provincia de Entre Ríos, que durante su custodia en el correo de la ciudad ubicada en Urquiza y Angel Elías durante su turno de entre las 6 de la mañana y las 14 horas cumplió con las funciones profesionales que ama pero que en sus pequeños descansos para tomar un mate cocido prioriza utilizarlos para amamantar a su bebé.
El orden, las detenciones y allanamientos, el uso de las armas y el riesgo de la propia vida para las que se formó, sin lugar a dudas, no superan "el amor de una madre", nos deja en claro Romina.
"Es un punto de unión y especial después de una separación tan brusca como es el parto", sostiene. "La lactancia quizás no sea la mejor opción para mi, dadas mis responsabilidades, pero sí es la mejor opción para mi bebé ya que es darle lo mejor de mi en el mejor envase. Es el tibio amor con sabor a leche que las madres cultivamos en el alma para ellos: nuestros hijos".
La agente Romina Gomez tiene dos hijos más a los que también educa y llena de mimos durante los escasos francos que las funciones de la fuerza policial le brindan. Bien por Romina, la mujer policía entrerriana que como madre grita.
