La falta de gestión y la inoperancia del gobierno de Alberto Fernández en el manejo de la pandemia tuvo el condimento que faltaba para convertir a la Argentina en el hazmerreír del mundo, luego de que funcionarios de su Gabinete habilitaran la Vacunación VIP de sus amigotes, en detrimento de los sectores de la población que se encuentran primeros en la lista de prioridades.
El discurso falaz que el Presidente pronunció durante los primeros meses de 2020, y que aún sigue intentando reforzar, en el que prometía la llegada de millones de vacunas entre diciembre y febrero a fin de inocular en primera instancia a las personas de riesgo, es otra muestra de la mentira del “Gobierno de Todos” que predica el partido de la “unidad”.
La marcha opositora del sábado (27F), que fue titular incluso en los medios internacionales, apeló a una simbología extrema que fue criticada por muchos debido al recurso de las bolsas mortuorias frente a la Casa Rosada, que recordó a épocas nefastas de nuestra historia. Sin embargo, causó el efecto buscado: propinar un golpe letal al corazón de un Gobierno que si bien ya se encontraba agonizante, sigue sin reconocer sus graves errores.
Tal es así que Alberto Fernández, lejos de hacerse cargo del desprecio de su equipo por la vida de los que dicen proteger, tuvo el tupé de postear en Twitter una frase de choque para enfrentar a los “osados” que le tiraron los cadáveres del Covid -figurativamente hablando- en sus narices.
“La forma de manifestarse en democracia no puede ser exhibir frente a la Casa Rosada bolsas mortuorias con nombres de dirigentes políticos. Esta acción lamentable solo demuestra cómo muchos opositores conciben la República. No callemos ante semejante acto de barbarie”, escribió en su perfil.
Descifremos este particular mensaje: en primer lugar, “democracia” implica poner al pueblo por encima de todo acto de codicia política. Cosa que Alberto no hizo. Todo lo contrario: permitió un acto de corrupción que tristemente quedará plasmado en la historia de nuestro país, porque se llevó puesta la salud de todos los argentinos.
En segundo lugar, los nombres de los dirigentes políticos en las bolsas intentaban demostrar que los privilegios en la vacunación de los pibes de La Cámpora, los suegros de Sergio Massa, los amigos de Ginés González García -entre tantos otros que vienen saliendo a la luz- les arrebató la posibilidad de seguir viviendo a muchos ciudadanos que no llegaron a recibirla porque no estaban acomodados. Esa es la manera en que sus nombres –y este Gobierno- quedaron indefectiblemente ligados al deceso de tantos argentinos.
Por último, la “acción lamentable” a la que se refiere el jefe de Estado pasa a ser una simple anécdota en contraste con el asqueroso entramado de Vacunación VIP que el periodista Horacio Verbitsky sacó a la luz no solo para desafiar al poder, sino además, para mostrar la hilacha que la cúpula dirigente pretende ocultar.
No alcanza, señor Presidente, con echar al ministro culpable. Se trata de un corrupto más de la Argentina que le vino bien como chivo expiatorio de todas las medidas de este Gobierno que llevaron al país a la ruina en los pilares que deben sostener a toda Nación que aspira al crecimiento: salud, educación, seguridad, justicia, economía, empleo y pobreza cero. Dado este panorama, lo mínimo que deberían hacer nuestros gobernantes es agachar la cabeza y guardar silencio, porque parece que la idea de pedir perdón no cabe en mentes tan oscuras.