No es noticia que Fernández y su mujer (ya no tan suya) duermen en camas separadas desde el comienzo de su mandato y, aún más, luego de que trascendiera que el presidente tuviera un contacto pasional con una empleada del Senado Nacional, llamada Rossmery Maturana.

Hace menos de un mes, el periodista Santiago Cuneo reveló que la mujer efectivamente salió con Alberto hasta el año pasado y éste le “cortó el rostro”. ”Roxy”, como la conocen desde su entorno, habría querido vender sus chats íntimos por Whatsapp con el Presidente ya que no aguantó la rabia luego de que Fernández le cerrara la puerta de su habitación.

Lo más escandaloso es que, la vieja amante, oriunda de Perú, es un fantasma. No sólo es dudoso su nombre de pila (Rosmery), sino que tampoco hemos podido dar con su número de documento o CUIL. No figura en ningún registro como personal de planta de la Honorable Cámara de Senadores. Su red social Twitter indica que se unió a la misma en agosto de 2015, fecha en que se producían las elecciones PASO, en las que el macrismo había resultado favorecido.

También destaca en sus perfiles que, está como asesora en Comunicación dentro de la Cámara de Senadores, especie que tampoco hemos podido confirmar; salvo su adicción a las fotos con personajes de todo el arco político cercano.