
Señor director de NOVA, Mario Casalongue,
Me vacuné, me pusieron “la rusita” y me advirtieron que me podía doler la cabeza, el brazo, las articulaciones y tener algunas líneas de fiebre. Nada de eso pasó.
Por el contrario, hace unos 20 días con una cortadora de césped me corté y fracturé el dedo gordo del pie y los dos de al lado, por eso me operaron y estaba convaleciente. Tenía los dedos inflamados de un tamaño superior al normal. Además, hace un par de años tuve un ACV del cual me fui curando solo, pero me quedó un poco torcida la boca y casi cerrado un ojo.
Cuando me preguntaron si había tenido algo dije que nada porque, si o si, me quería vacunar. Soy farmacéutico y químico, y creía que esas cosas no interactuaban con la vacuna.
Me equivoqué. Por la noche se me habían desinflamado los dedos de los pies y al día siguiente ya estaba como para bailar ballet. Cuando fui a lavarme la cara y las manos, ¡oh sorpresa! en el espejo había otro. “La rusita” me había enderezado la boca y agrandado el ojo.
Cada día que pasa la quiero más a “La rusita”, que vino a salvarme la vida a mí y también a muchos viejos como yo. Este maldito virus, defendido por muchos que atacaban y atacan a la vacuna es un verdadero mata-viejos. Y la querida “rusita” vino a ayudarnos.
Lo saluda atentamente,
Antonio Tourville
DNI 7817849
Las Grutas, Río Negro.