El columnista invitado
Puntos de vista

Por qué soy peronista...

Por Daniel Montiel, desde Formosa, especial para NOVA

Por Daniel Montiel, desde Formosa, especial para NOVA

Ese día el 20 de junio de 1973, en ocasión del regreso definitivo a la Argentina de Juan Domingo Perón, luego de casi 18 años de exilio, me veía caminando solo por la autopista Riccheri, y digo solo ya que no pertenecía a ningún grupo político organizado quienes marchaban juntos y por miles; sabía que el general estaba viniendo de regreso y me decidí ir a esperarlo.

Me recuerdo un niño caminando cantando la marcha peronista hasta quedarme afónico y portando bien en alto una bandera que había fabricado con una caña tacuara, y una tela a la que le había pegado una foto de Perón con la escritura: ¡"VIVA PERÓN CARAJO!"

Después de horas y horas caminando, cruzar el río Matanza por el puente, viendo a la gente cantar la interminable marcha peronista, compartiendo entre ellos algún pan, galletitas y agua, y a pocas cuadras de llegar donde estaba el palco oficial algo pasó de imprevisto... la gente empezaba a correr para el lado contrario y Yo no entendía porqué... se escuchaban ruidos a cohetes, parecía navidad, un compañero con el pelo largo que pasó corriendo por al lado mío recuerdo que me dijo gritando: "¡Pibe andáte para tu casa porque es muy peligroso!", y le pregunté: "¿Peligroso porqué si ya están festejando tirando cohetes? ¡Viene el General!" le grité, y me contestó : "No pibe esos no son cohetes son tiros, allá los compañeros se están agarrando a las piñas, y hay un lío grande, a parte el avión del General vimos que se desvió y se fue para otro lado."... Ahí se terminó mi caminata.

Y me regrese a mi casa llorando con mi bandera peronista casera alicaída, estaba muy triste porque no pude ver al General Perón y porque no entendía porque nos peleábamos entre nosotros si eramos todos hermanos peronistas. Tenía solo 13 años.

Pocos días después me enteré que los compañeros se habían peleado a los tiros porque unos querían ser de la derecha -me decían- otros querían ser de la izquierda... no entendí nada en ese momento. Solo supe por los diarios que murieron 13 compañeros y hubo más de 300 heridos... seguía sin entender nada. Y seguí llorando en silencio muy dentro de mi corazón, y lo hice por mucho tiempo.

Al General Perón lo había empezado a conocer en casa con las historias que me contaba mi Madre Formoseña sobre Evita y Perón; a través de revistas y libros que tenía en casa, de comentarios y charlas con mis amigos vecinos mayores, recuerdo al almacenero Jeromito que me regalaba alfajores y galletitas "colegiales" para la escuela y me hablaba de quien era Perón; la Abuela de un amigo, que se llamaba Rosario, a quien le llevaba un poco de yerba y azúcar que compraba después de juntar, y vender en una casa de compra-venta de metales, unos plomitos cuadraditos que tiraban del correo y que servían para apretar los hilos de las encomiendas; recuerdo que con la abuela Rosario en medio de su "santa" pobreza tomábamos unos mates y me hablaba de Evita y Perón; Don Pepe el pescador que me hablaba de Perón mientras me llevaba en su carro a vender pescados por el barrio; Roberto el colectivero a quien acompañaba en sus recorridas cebándole mate; y por último y principalmente mi Viejo Formoseño, el milico peronista (gendarme traladado) quién además de hablarme de Perón y Evita solo quería que estudiara y que no sea un vago.

Todos ellos me hablaban de Perón y Evita y de como querían a los pobres; y que siempre los ayudaban, con ropas, alimentos, trabajos, atención médica, les curaban las muelas gratis, y hasta los llevaban de vacaciones al mar; también me contaban que sus hijos podían llegar a ser médicos y que a los niños pobres les regalaban juguetes y bicicletas en su día, y todo esto pasaba cuando estaba Perón en el gobierno.

Cosas que nunca vi que pasará con los gobiernos que yo había conocido hasta entonces durante mi niñez.

Y bueno todas esas historias peronistas me convencieron de que el Pueblo necesitaba que Perón volviera a ser Presidente, para que los pobres volvieran a tener derechos, y es más, me hicieron sentir algo muy importante en mi corazón de niño: Yo quería ser como Perón.

Y pasó el tiempo... y claro, por supuesto, no llegué a ser como Perón... solo llegue a ser un simple periodista... ahora sí los corazones de Perón y Evita que laten dentro del mío no me lo quitan nadie.

Con sus corazones me identifiqué inmediatamente, desde muy niño, porque el mío, y eso ya no sé de dónde viene el tema, siempre fue humanista y cristiano como los de ellos y a pesar de los años y tantas adversidades vividas todavía, a pesar de todo, sigue resistiendo al mal.

No quiere ser un corazón garca ni oligarca. No se da ni se dará por vencido. Nació peronista y morirá peronista.

Un corazón noble que comprendió al fin, con los años, que el peronismo no es de derecha ni de izquierda, no es de arriba ni de abajo, no es sectario ni excluyente, y que la unidad es su fuerte.

Todo esto sintetizó en mi ser las enseñanzas del general Perón sobre aquello que "nadie se realiza en una comunidad que no se realiza, en una nación que no se realiza, en un continente que no se realiza, en un mundo que no se realiza."

Una síntesis doctrinaria que me indica que nadie se realiza si el otro no se realiza. Que el otro peronista soy Yo.

Llevándome a comprender que el peronismo en su evolución es la trascendencia del ser argentino, que va evolucionando para alcanzar a comprender que todo hombre que ama a su patria y a su pueblo lleva en esencia el sentir peronista.

Hoy a los 61 años, 48 años después de aquella gloriosa marcha peronista para ir a recibir al General soy un hombre feliz con su simple historia patriótica; un hombre que ya no llora en silencio en su corazón, como aquel niño militante peronista porque ha comprendido el verdadero ser peronista.

El odio y el rencor no tiene cabida en mi corazón, sentimientos innatos de aquel niño militante peronista...

Un niño militante peronista que ya no llora, que jamás morirá en mi corazón, que sigue vivo levantando bien en alto la bandera de Perón, como aquel 20 de junio de 1973 al grito de ¡Viva Perón Carajo! y que no se cansa de cantar la marchita hasta perder la voz.

Aprendí que las divisiones se superan en el compartir criterios comunes, para realizar hechos en común a favor del bien común. Y eso debe ser el pilar fundamental donde se basa la Unidad.

Hoy soy feliz de ser un simple militante peronista. Un simple periodista formoseño quien con casi 40 años de periodismo encima sus metas no han cambiado y ya no creo que cambien: servir a mi pueblo con un amor muy preferencial hacia los que menos tienen. Y esto será así hasta mi último aliento.

Soy Peronista por herencia patriótica nacional y porqué me quema el amor hacía los que menos tienen. Por eso soy Peronista.

Por lo visto muy clara ha sido mi divisa. Un alma cristiana y peronista que no necesita cargos, ni rangos, ni honores, ni aplausos para ser motivada, solo lo motiva una sola cosa: el amor por su pueblo.

Un espíritu "Con Alma de Barrio..." un Alma que cada vez que se alegra o enoja sigue gritando con todas sus fuerzas aquella frase que escribí de niño en mi primera bandera peronista fabricada: ¡VIVA PERÓN CARAJO!

Lectores: 1986

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