
Por Maxi Pérez, corresponsal de NOVA en Casa de Gobierno y Legislatura bonaerense
En medio de tensiones por el cierre del año y la dilación del presupuesto que en territorio bonaerense parece que se va a extender hasta el 2022 sin sesiones extraordinarias a la vista, el debate por la re-reelección de los intendentes está más que instalado y empieza a ganar terreno la "salida intermedia", habilitando un nuevo mandato y luego si establecer el límite.
El peronismo presiona para derogar la ley que en su momento impulsó el massismo y acompañó el Gobierno de María Eugenia Vidal, pero la mayoría de los alcaldes estarían dispuestos a patear la cuestión de fondo para más adelante y garantizar el tránsito normal para las elecciones de 2023.
"Un límite a las relecciones es bueno, pero se tiene que legislar para adelantó" repiten ante quien los quiera escuchar los intendentes radicales, que a través del Foro que los nuclea bajo la conducción de Miguel Fernández de Trenque Lauquen, ya se manifestaron abiertamente en ese sentido, aunque en rigor de verdad, muchos esperan que gane la postura "dura" del peronismo y se derogue la ley.
El peronismo deberá decidir si da la pelea de fondo e intenta fortalecerse desde la política como no pudo hacerlo desde las urnas tras la importante caída de este año, que no solo marcó al PJ, sino que mostró la revalorización del radicalismo, que por eso mismo sale a jugar sus fichas.
El PRO se mantiene expectante, banca la ley, desliza la posibilidad de habilitar un mandato más y juega todo a ganador, confiando en que cada jefe comunal que deba dejar su cargo en 2023 si eso no ocurre, pueda ocupar un lugar en un eventual Gobierno de Juntos, comandado por supuesto por un hombre o una mujer del macrismo de paladar negro.
En ese sentido empieza a ser evidente que el PRO no tiene plan B y de ninguna manera está en condiciones de admitir una derrota interna a manos de algunos de sus socios.
La Coalición Cívica juega un rol para nada menor en esa relación de fuerzas, ya que por el momento es la garantía de que la balanza se inclinará para el lado amarillo si llegará a ocurrir algún desajuste.
Volviendo al debate sobre las elecciones, el oficialismo tiene una complicación extra, ya que cuando lean estas líneas el PJ habrá quedado en manos del jefe del bloque de diputados del FdT, Máximo Kirchner, una jugada arriesgada que tiene a la mayoría de los alcaldes en permanente tensión a pesar de que públicamente manifestaron su apoyo al hijo del ex presidente.
Por eso dar la pelea a fondo por la re-reelección, podría ser una forma de legitimar la nueva conducción y salvar las formas en momentos en los que al Gobierno provincial no le queda otra alternativa que buscar aliados en sectores alejados del kirchnerismo para garantizar el funcionamiento legislativo y sobre todo el avance de las políticas territoriales.
En cualquier caso, está claro que el tema dejó de ser una discusión en sí misma y se fue convirtiendo en un medio para medir fuerzas y capacidades de conducción y ordenamiento interno en los dos principales frentes electorales que seguramente volverán a polarizar en el próximo recambio de Gobierno.
Por lo demás el ejecutivo bonaerense cuenta con la ventaja de que, a pesar de la crisis y la mala imagen general del Frente de Todos, Axel Kicillof logró sortear la tormenta, no indemne, pero sí con menos heridas que Alberto Fernández y más allá de ciertos recelos mediáticos que suelen repetir como un mantra algunos dirigentes opositores para referirse al gobernador, lo cierto es que en varios sectores empiezan a reconocerle capacidades políticas y de gestión.
El recambio en el gabinete llega además en el momento justo para oxigenar en paralelo al nuevo impulso de la economía y por eso hay mucha expectativa por el potencial “despegue” de la provincia en 2022, un empuje que entusiasma incluso a dirigentes nacionales, que ya perdieron la esperanza de que Alberto Fernández logre enderezar la marcha.