Realeza y Jet Set
Detrás de la marca

Las historias más salvajes de Patrizia Reggiani, la heredera criminal del imperio Gucci

"Me necesitan, todavía me siento una Gucci, de hecho, la más Gucci de todos”, sostuvo Patrizia.

La cantante Lady Gaga encarnará a Patrizia Reggiani en "La casa Gucci", la película dirigida por Ridley Scott que protagoniza junto a Adam Driver, en el papel de su marido y heredero de Gucci, Maurizio Gucci. El thriller contará la vida de la pareja desde su boda, pasando por el tren de vida ultraglamuroso que les hizo famosos, hasta su separación, ya que Gucci dejó a Reggiani por una amante más joven. ¿La respuesta de Reggiani? Encargar a un sicario el asesinato de su ex en 1995.

A la espera del estreno de la película, que será el 26 de noviembre, y a la espera de la sincera entrevista que dio Gaga, donde cuenta cómo fue ponerse en la piel de Patrizia, te contamos las anécdotas más escandalosas en la historia de la asesina ex convicta.

La vida de los Gucci, excesiva hasta para los desenfrenados cánones de los años 70, ocupaba los titulares. Tras casarse en 1972, la pareja se escapaba cada poco a su chalet en St. Moritz, o bien a su ático de 9.000 metros cuadrados en la Quinta Avenida de Nueva York (nada menos que en la Olympic Tower de Manhattan), o a su yate con cubierta de madera de 64 metros de eslora, el Creole. Eso sin mencionar su villa en Acapulco (México), su granja en la zona rural de Connecticut o sus diversas islas privadas repartidas por todo el mundo.

En las matrículas de sus innumerables coches se leía "Mauizia" –el nombre que se daba a la pareja– y se dice que Patrizia se gastaba unos 10.000 euros al mes solo en orquídeas. No olvidemos las fiestas temáticas "de colores" que organizaban regularmente para su lujoso círculo de amigos –los Kennedy incluidos–, donde la ropa, la decoración y la comida compartían un mismo tono. Su favorito, el naranja.

Tras demostrarse su implicación en el asesinato de Maurizio, Patrizia fue condenada a 26 años de prisión. “Dormía mucho, cuidaba mis plantas, cuidaba de Bambi, mi hurón”, contó Patrizia. Según Reggiani, su abogado negoció que, como privilegio especial, tuviese derecho a tener a Bambi en su celda, sin embargo, no fue lo mejor para la mascota, ya que murió después de que una compañera de celda se sentase encima.

Muy poco tiempo después, consiguió una nueva mascota, ya que al salir de la cárcel, en 2016, la vieron dirigirse a la lujosa Via Monte Napoleone de Milán, con gafas de sol oscuras, un montón de joyas de oro y un guacamayo posado en su hombro.

Tras abandonar San Vittore, Reggiani volvió a ser un personaje fijo de la prensa. En una ocasión, un equipo de televisión consiguió tenderle una emboscada a la salida de Bozart, la boutique de joyas en la que se dignaba a trabajar como asesora: "Patrizia, ¿por qué contrataste a un sicario para matar a Maurizio Gucci?", preguntó un reportero. "¿Por qué no le disparaste tú misma?". Su respuesta fue la siguiente: "Mi vista no es muy buena, no quería fallar”.

En un reciente documental sobre su vida, contó más detalles sobre su decisión de contratar a alguien para asesinar a su ex: "Estaba furiosa con Maurizi, fui preguntando a todo el mundo, incluso al tendero del barrio, ¿Hay alguien que tenga el valor de asesinar a mi marido?". Finalmente, su vidente la condujo hasta el endeudado propietario de una pizzería, Benedetto Ceraulo, que recibió la friolera de 300.000 euros actuales, por perpetrar el crimen.

A lo largo de los años, Reggiani ha declarado varias veces en prensa que amaba y odiaba la prisión a la vez, dependiendo de su estado de ánimo, aunque se niega a utilizar consigo misma la palabra "presidiaria" y prefiere referirse a ello como su "estancia en la Residencia Vittore". Sin embargo, fue célebre cómo rechazó su derecho a la libertad condicional porque le habría exigido conseguir un trabajo: "Nunca he trabajado en mi vida, y no tengo intención de empezar ahora", espetó ante un tribunal italiano, lógicamente desconcertado. La frase recordaba a esa otra que solía repetir en sus años de jet set junto a Maurizio: "Es mejor llorar en un Rolls-Royce que ser feliz en una bicicleta".

Incluso, luego de todos estos años, Reggiani sigue considerándose, ante todo, una Gucci, y le encantaría tener un puesto creativo en la casa. De hecho, muchos de sus amigos han cuestionado el relato de los medios de comunicación, según el cual los celos amorosos habrían sido el móvil para mandar asesinar a Maurizio, y defienden que la verdadera traición por su parte habría sido su decisión de vender la marca Gucci.

"Me necesitan, todavía me siento una Gucci, de hecho, la más Gucci de todos”, sostuvo Patrizia. Para ser justos, lo cierto es que insistió en llevar looks de Gucci de la cabeza a los pies durante el juicio por asesinato.

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