Un acartonado reencuentro tras la furia electoral y AF brilla por su ausencia

Luego del golpe sobre la mesa que dio Cristina Fernández de Kirchner en el Gobierno nacional, la que pareciera manejar las riendas de la Casa Rosada ahora directamente es la vicepresidenta a través de sus ministros, incluso viéndose muy desaparecida la figura del presidente Alberto Fernández de la escena pública, desde el pasado 12 de septiembre.
Está claro que AF perdió la pulseada, tuvo dos años de “changüí”, donde más o menos, mostró cintura a la hora de tomar decisiones y de poner a “sus” hombres en el Gabinete, pero tras el cachetazo electoral de las PASO, todo eso se derrumbó como un castillo de naipes.
Tal es así que no sorprende la poca visibilidad de Alberto en las últimas semanas y su acartonada reaparición en público en el primer encuentro con CFK desde entonces, que se dio el pasado jueves, el último día del mes de septiembre.
Recordemos que Julián Domínguez, nuevo ministro de Agricultura puesto por Cristina, presentó junto a los dos líderes del gobierno en Casa Rosada, el proyecto de ley de “Fomento al Desarrollo Agro-Bio Industrial” y ese fue el primer encuentro tanto en público como en privado entre ambos.
El ministro buscó la aprobación de la “jefa” durante la rueda de prensa, en varias oportunidades y con un discurso armado, recordándole datos de su gestión cuando era la Presidenta de la Nación y buscando su constante complicidad porque este proyecto tendría ciertas similitudes al presentado por el gobierno kirchnerista en el año 2011.
La relación entre AF y CFK parece haberse resquebrajado, si ya venía tirante desde hace años, las PASO agudizó la grieta. Y meses atrás, muchos catalogaban (quizás erróneamente) al Presidente como un mero títere, pero ahora pareciera ser efectivamente así.
No obstante, esta interna (en definitiva) no tiene relevancia e importancia popular, sino que es solamente de interés para los protagonistas, militantes y analistas que están las 24 horas inmersos en este atrapante mundo de la política.
Por ello, estos caprichos pueden traducirse en flojísimas políticas de Estado. Si vamos al caso, por ejemplo, de Daniel Filmus como ministro de Ciencia y Tecnología, quien ya empezó a mostrar la “hilacha” sobre una tarea que le fue encomendada y parece quedarle gigante, estando fuera de su “hábitat” natural.
Es que el ministro, al ser consultado y en visible incomodidad en una conferencia de prensa, confesó que se enteró los avances sobre el desarrollo de la vacuna nacional porque lo leyó ¡en Clarín y La Nación! ¿Pero cómo? ¿Las fuentes ahora son los medios y no el propio líder de la cartera?
Además, a cada rato, les consultaba a sus asesores, “ustedes corríjanme”, por si se le escapaba cualquier disparate ante la prensa acreditada. En off, la mayoría coincide que Roberto Salvarezza, al menos, estaba empapado del tema y sabía de lo que hablaba.
Pero estos son los resultados de los cambios del Gabinete que, si bien eran necesarios, no parecen ser los adecuados. Esto no hace más que demostrar que Cristina no buscaba mejorar la calidad de la gestión, sino copar la parada política con su gente de confianza.
Prueba de ello fue que las áreas fundamentales, vinculadas a la emergencia social y económica, no tuvieron cambios de funcionarios, es decir, Trabajo, Desarrollo Social (Juan Zabaleta está hace meses en el cargo), Producción, Comercio Interior, el Banco Central o Economía.
También podría agregarse y ponerse sobre el tapete la emergencia habitacional, aunque el ministro de Desarrollo Territorial y Hábitat, Jorge Ferraresi, asumió hace relativamente poco, lo que lo dejaría exento, pero sin dudas es otra gran urgencia sobre todo en la Ciudad de Buenos Aires, con desalojos de por medio a cargo del gobierno porteño.
El gran cambio estuvo en la jefatura de Gabinete, donde Juan Manzur busca mostrarse como un hombre de practicidad y gestión, claro, de cara a 2023 donde ya suena su candidatura presidencial, además de que recupera los votos de los peronistas más conservadores y ortodoxos que se ven alejados del espacio por la figura del “radical” y “socialdemócrata” Alberto Fernández.
El gobernador tucumano tardó tan solo un día en ponerle “fin” (entre comillas) a la pandemia, eliminando el barbijo en espacios libres, abriendo las canchas, los eventos masivos, las fronteras y varias otras medidas para reducir el descontento popular en clave electoral.
A raíz de esto, la que se vio entre la espada y la pared fue la ministra de Salud, Carla Vizzotti que, al parecer, tuvo que acatar órdenes y rezar para que esta ira electoral no desate una tercera ola de contagios que recaería principalmente sobre sus espaldas. Este cambio radical de la política sanitaria puede inmolar a Vizzotti, si no sale todo como lo previsto.
Por último, en este orden de cosas insólitas que ocurren en el país, haciendo la salvedad de que es en cantidades “lógicas” o “potables” (dependiendo para quién) y con fines sanitarios, no deja de llamar la atención que nuevamente el país tomó deuda en moneda extranjera, algo que hasta hace poco era palabra prohibida.
Manzur anunció el desembolso del Banco Mundial de 500 millones de dólares para la adquisición de vacunas tanto de Pfizer como de Moderna, que prevén un abastecimiento de dosis hasta mitad del 2022. A esto se le suma otro préstamo de marzo pasado de 330 millones de dólares, en el marco de un total 2 mil millones que el organismo inyectará en la Argentina este año, todo de la mano del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.